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!!BIENBENIDOS!!!

El Ministerio Cristiano Israel nace en el corazón de Dios hace algun tiempo despertando una necesidad tremenda en el estudio de la palabra, con mis comienzos en el estudio de la palabra a los 18 años de edad. Desde entonces he tenido un vivo deceo de llevar la palabra de Dios a las naciones.

Hoy quiero invitarte a conocer profundamente el mensaje de nuestro Señor a las naciones como así también profundizar tus conocimientos sobre su vida, persona, poder, magnificencia, reino, Amor, fidelidad, misericordia, etc... Aquí podrás conocer la historia de Israel en sus comienzos en el A.T como también en el N.T el proceso del nuevo pacto que nos permitio acceder a sus promesas.

Espero que sea una fuente rica para el conocimiento verdadero de sus verdad.

"EL TEMOR DEL SEÑOR ES EL PRINCIPIO DEL CONOCIMIENTO; LOS NECIOS DESPRESIAN LA SABIDURIA Y LA DISCIPLINA". PROVERVIOS CAP 1:7.

Colosenses Cap:3 18-25

Colosenses 3:18-25
3:18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. -- Es indispensable que la joven cristiana sea enseñada, con todo énfasis, que si se casa, que se case con algún hombre a quien pueda respetar y a quien pueda sujetarse. "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia" (Efes. 5:22). La mujer está sujeta al marido porque él es la cabeza de la familia. No puede haber dos cabezas. Muchas mujeres son más inteligentes que sus maridos, pero aun las más inteligentes deben estar sujetas a sus maridos. "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Gén. 2:18). La esposa que no acepta ser una "ayuda idónea" para su marido se rebela contra Dios. Esta ayuda incluye el apoyo, la aceptación, la admiración, la lealtad. Le ayuda en todo, en lo material y en lo espiritual. Cuando el marido está desanimado y desconfía de sí, ella le anima y le dice "Tú lo puedes hacer; yo sé que puedes, pues tengo mucha confianza en ti". Ella comparte los triunfos y las aflicciones, la alegría y la tristeza de su marido.
Está sujeta al marido porque para ella él es el más importante hombre en el vasto mundo, más importante que la familia de ella (su padre, sus hermanos). Significa que ella está conforme con su empleo y su sueldo, sin quejarse ni empujarlo a que sea como otros.
Este servidor ha tenido la dicha de participar en la obra hispana de manera limitada por más de cincuenta años, pero sin el apoyo de mi amada esposa, mi participación hubiera sido muy limitada.
Prov. 31:10-31 describe la mujer virtuosa. "El corazón de su marido está en ella confiado ... Le da ella bien y no mal todos los días de su vida ... Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba".
En lugar de quejarse, la fiel esposa anima a su marido, le ayuda y le dice (y le muestra) que tiene mucho aprecio por él. No lo desprecia, sino que es siempre amable y cariñosa. "Las ancianas ... enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa (hacendosas en el hogar, LBLA), buenas (amables, LBLA), sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada" (Tito 2:3-5). "Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia" (1 Tim. 5:14). La mujer que está sujeta a su marido y da pruebas de que ama a su hogar. Prepara la comida con diligencia para que sea sabrosa y que agrade a su marido en vez de ofrecerle holocaustos. Lava y plancha la ropa y no descuida el aseo. Además, por lo mucho que trabaje no descuida su persona. Y debe ser feliz. Si ella acepta el papel que Dios le dio como ayuda idónea, como esposa y madre, como ama de casa, será mujer feliz. No es imposible que la mujer haga el trabajo que le corresponde como esposa y madre, pero tiene que practicar el dominio propio. Tiene que resistir la tentación de siempre estar durmiendo, leyendo revistas, viendo la televisión, o pasando largos ratos hablando por teléfono, etc. Como el marido tiene que dedicarse a su trabajo, así también ella. Aunque le guste la costura y quiera hacer vestidos bonitos, no puede dedicarse a la costura cuando debe estar lavando y planchando ropa o cuando debe estar en la cocina preparando la comida o lavando platos.
La casa que Dios nos ha dado es nuestro palacio, nuestro castillo. El hombre debe trabajar todo el día, ganándose la vida con el sudor de su rostro y luego regresar a su reina en su palacio bien aseado y arreglado. Después de bañarse debe disfrutar de una cena sabrosa preparada con mucho amor, y gozar de una conversación placentera con su familia que lo aprecia. Pero muchas veces lo que pasa es que el hombre llega del trabajo y su esposa inmediatamente comienza a contarle todos los problemas del día, o le recuerda de lo que él debe hacer en la casa.
Las feministas son mujeres infelices y amargadas, porque no aceptan el papel divino de la mujer. Creen que los hombres deben estar sujetos a ellas, que el hombre debe llevar a cabo la dirección de la mujer, en vez de que la mujer lleve a cabo la dirección del marido.
La mujer que está sujeta al marido le dice (como Rut dijo a Noemí), "a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré ... Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre" nosotros dos (Rut 1:16, 17). No está sujeta a su marido la mujer que dice, "Si tú quieres cambiarte a otro pueblo (estado, país), te cambias, pero aquí me quedo".
Uno de los peligros más grandes para la esposa es el trabajo fuera de la casa, asociándose a diario con hombres, y estando sujeta al patrón o mayordomo. En este arreglo tiene que estar sujeta a dos "patrones".
La sujeción de la mujer no tiene nada que ver con el servilismo; por el contrario, el evangelio elevó a la mujer a un nivel de mucho respeto y honor. Encontramos muy importantes enseñanzas de Jesús en su conversación con ciertas mujeres (p. ej., Jn. 4:5-26; 11:21-27), y todo el Nuevo Testamento da honor a las hermanas fieles (p. ej., Hech. 9:36-39; Rom. 16:1, 2). La palabra sujeta no significa inferior.
La sujeción de la mujer es parte integral del orden de Dios para el hogar, y el hogar que no respeta el orden divino está fuera de orden; en tal hogar hay desorden. Es importante que la mujer aprenda esta enseñanza antes de casarse. No debe casarse con algún hombre a quién no pueda sujetarse, porque después de casarse, es muy tarde para decidir que no puede vivir en sujeción al marido. Hay muchísimas mujeres modernas que han eliminado la palabra obedecer de los votos matrimoniales. Algunos citan Gál. 3:28 como prueba de la igualdad de la mujer, pero en este texto Pablo enseña que todos son igualmente herederos de la promesa de la salvación. No hay conflicto alguno entre estos dos textos.
La sujeción de las casadas a sus maridos es lo que conviene en el Señor. La mujer debe estar sujeta porque el Señor lo requiere. Debe pensar en lo que El quiere, y sujetarse a su marido para cumplir con la voluntad del Señor. Ella tiene que obedecer al Señor primero, antes que al marido. ¡Qué bendición tan grande cuando la voluntad del marido coincide con la del Señor! Y ¡qué fácil es que la mujer cristiana se sujete a tal marido! Las casadas deben sujetarse a sus maridos para que éstos las amen; y los maridos deben amar a sus mujeres, para que éstas se sujeten a ellos. De la misma manera las hermanas deben reconocer la autoridad de sus maridos. La hermana que reconoce que Cristo es la cabeza de la iglesia debe entender también que el marido es la cabeza de la familia. Esto significa que ella no debe tomar las riendas para dirigir la familia. Hay hermanas que pueden ver claramente que la insubordinación a Cristo es pecado, pero no pueden ver que la insubordinación de la mujer a su marido es pecado, pero la mujer que no está sujeta a su marido tampoco está sujeta a Cristo.
Además, la hermana en Cristo debe sujetarse al marido incrédulo (1 Ped. 3:1-4), con tal que no haya conflicto entre la voluntad del marido y la voluntad de Dios (Hech. 5:29 "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres"). Si el marido dice que su esposa no puede bautizarse o que no puede asistir a las reuniones de la iglesia, está en conflicto con Dios, y su esposa debe obedecer a Dios y no al marido.
"Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone ... Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios" (1 Cor. 7:13, 15). La esposa que es cristiana fue comprada por Cristo (1 Cor. 6:19, 20) y pertenece a El. "Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres" (1 Cor. 7:23). Si el marido incrédulo no consiente en vivir con la creyente y se separa, la hermana debe recordar que ella no está sujeta a servidumbre en semejante caso; es decir, ella es esclava del Señor Jesús, y no de su "señor terrenal" (su marido) y, por lo tanto, no debe dejar de asistir a las reuniones de la iglesia para complacer al marido, pues esto sería abandonar la fe.
En este caso si el marido incrédulo opta por abandonar a su esposa cristiana, ¿puede ella volver a casarse? De ninguna manera. Pablo dice que la hermana no está sujeta a servidumbre, pero el matrimonio nunca se llama servidumbre. La palabra ligar (deo) que Pablo usa con respecto al matrimonio (1 Cor. 7:27, 39; Rom. 7:2, 3) no se usa en 1 Cor. 7:12-15; en este texto Pablo usa la palabra común que se refiere a la esclavitud. La cristiana no es esclava de su marido, sea creyente o incrédulo, porque es esclava de Cristo, pero si él se separa, la hermana debe quedarse sin casar o reconciliarse con su marido.
Muchas hermanas han ganado a sus maridos inconversos por su "conducta casta y respetuosa", y su "espíritu afable y apacible" (1 Ped. 3:1-4), pero un espíritu rebelde y amargado no los convertirá. Las mujeres amargadas, llenas de resentimientos, causan miseria para sí mismas y para sus familias (véanse Prov. 19:13; 21:19). La mujer rencillosa es la que critica y regaña a su marido y sus hijos, y se queja constantemente del trabajo que tiene que hacer atendiendo a su familia, y de los problemas de la vida.
Las "feministas" son enemigas no sólo de los hombres, sino también de las mujeres (de sí mismas). Tienen espíritu de rebelión contra Dios, y no quieren aceptar el papel que Dios ha dado a la mujer, pero todo arreglo de Dios es perfecto, y es para la felicidad de todos. La mujer halla el bien máximo desempeñando su papel doméstico (1 Tim. 2:15). El hogar es su palacio, y aunque muchas mujeres no lo quieran admitir, es el sitio donde se asienta su felicidad.
Hay mujeres que tienen más educación formal que sus maridos, y aun pueden ganar más dinero que sus maridos. Pero esto no les da el derecho de cambiar el orden de Dios. La mujer muy educada y de grandes capacidades debe usar su inteligencia casándose con algún hombre a quien pueda respetar como su cabeza. Porque no es nada inteligente la mujer que no acepte el papel de la mujer asignado por Dios. Sant. 3:13 dice, "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre".
"Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón" (1 Cor. 11:8,9). Este texto recalca el propósito de Dios al crear a la mujer para ser una "ayuda idónea" para el hombre (Gén. 2:18). Ella, como ayuda idónea, debe identificarse con su marido en todo. Debe estar siempre muy interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo aspecto de su vida, para apoyarle y ayudarle. Debe servir siempre de aliento, y nunca de estorbo.
Lamentablemente, hay muchas esposas que buscan sus propios intereses, en lugar de apoyar a sus maridos. Se interesan en su propia carrera. Dicen que no hallan satisfacción y cumplimiento personal en su papel doméstico. Aunque tales mujeres tengan hijos, los dejan al cuidado de otros, para seguir su propia carrera y sus propios intereses. Así rechazan el arreglo de Dios, y también destruyen la felicidad tanto para sí mismas como para su familia. La mujer que quiera independizarse de su marido y el trabajo de él, no está bien ante los ojos de Dios, y obra en contra de sí misma.
¿Está sujeta a su marido la mujer rencillosa? "Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa" (21:9). Algunas mujeres se quejan del trabajo, de la pobreza, de la discriminación, de la enfermedad, del tiempo y sobre todo, del marido y, por esta causa, aunque él esté expuesto a los truenos, relámpagos, lluvias, y vientos fuertes, prefiere estar en el terrado que tener que escuchar a una mujer rencillosa. No obstante la causa del mal humor de ella, "Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda" (21:19); "Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha" (27:15, 16). Una mujer rencillosa que siempre vive de mal humor, enojada, frustrada, e intranquila es como la "gotera continua" que vuelve loco al marido. Si está en la sala se moja; si está en la cocina se moja; si se acuesta en su cama, se moja. No puede escapar de la "gotera continua" y, de la misma manera, no puede escapar de la mujer rencillosa e iracunda. A tal mujer no le puede complacer, sino que todo le enfurece. Se queja de todo. Sin cesar regaña a su marido y a sus hijos. Si los parientes o vecinos son rencillosos, uno puede dejarlos, volver a casa y se acaba el problema, pero si el mal está en el hogar mismo, ¿a dónde puede el hombre huir? (Muchísimos hombres sí huyen, corriendo a la cantina o a los brazos de otra mujer).
En tiempos modernos el liderazgo del hombre se ha atacado fuertemente. Por muchos siglos el liderazgo del hombre se había reconocido, pero ahora en este siglo no lo es. En el pasado la fuerza física del hombre era necesaria para el trabajo del campo, pero ahora muchos hombres salen de la casa cada mañana para trabajar en oficinas y los niños aprenden poco de sus padres en cuanto al desarrollo masculino. Más bien están todo el día con la madre y luego con las maestras de la escuela. Para muchos niños, pues, el liderazgo de mujeres es más significativo que el de los hombres.
Además, en cuanto a muchísimos empleos la mujer puede hacer el trabajo que el hombre hace. Por lo tanto, la mujer no es tan dependiente del matrimonio como antes, pues ella también puede recibir un buen salario o administrar un negocio. Puede ser totalmente independiente económicamente del marido y, por eso, por cualquier provocación se divorcia de él y cría a los hijos sin su ayuda.
El problema creciente de la homosexualidad es un resultado directo del rechazamiento del liderazgo del hombre. Una causa principal de este pecado es el fenómeno del hogar sin padre o el hogar con padre que está dominado por la madre. En este ambiente muchos niños y jóvenes (varones) llegan a pensar que es mejor ser mujer que hombre.
En fin, cuando el liderazgo del hombre va por el suelo, problemas serios abundan.
3:19 Maridos, amad ("presente de imperativo activo, ‘seguid amándolas’, ATR). Amad con un amor inteligente y con un propósito noble, como Dios ama a todos) a vuestras mujeres, -- La mujer fue creada para ser una compañera ("ayuda idónea") para el hombre y, por eso, él debe amarla. ¿Cómo muestra el marido su amor por su esposa?
(1) Siempre debe ser amoroso, cariñoso y bondadoso hacia ella.
(2) Debe conversar con ella. Si está muy ocupado, debe apartar tiempo para conversar con ella para saber sus pensamientos, deseos, problemas, inquietudes, etc. Deben conversar acerca de los hijos. Deben orar juntos.
(3) Debe estar muy atento cuando ella está enferma (o embarazada), y debe ayudarla e insistir en que los hijos le ayuden y le obedezcan.
(4) Debe buscar relaciones buenas con los suegros y otros familiares de ella.
(5) Si tiene una cuenta bancaria, debe tenerla en común con ella. ¿Puede la mujer hablar de "nuestros" hijos? ¿Puede hablar de "nuestra casa"? Entonces, también puede hablar de "nuestro dinero". A veces el hombre dice "YO trabajé. YO he ganado este dinero con el sudor de mi frente". Sí, es cierto, pero durante el tiempo que el hombre ganaba ese sueldo, ¿andaba la mujer de vacaciones? ¿cuánto recibía (y quién le pagó) por cocinar, lavar y planchar ropa, asear la casa, cuidar a los niños y docenas de otras tareas que a diario tienen que hacerse? Sin lugar a dudas, es justo que ella esté enterada de los ingresos como también de los gastos (incluso las deudas).
(6) No está desobligado. El marido cristiano no entrega las riendas a la esposa para que ella se encargue de dirigir las finanzas de la familia. Esto no es una acto de amor, sino la abdicación de autoridad. La esposa comparte esta responsabilidad (1 Tim. 5:14) -- y el marido debe considerarla --, pero el marido es la cabeza. Hay gran cantidad de hombres que simplemente entregan el cheque a la esposa y con eso se lavan las manos de sus responsabilidades. Ella se encarga de la compra de la comida, la ropa, los muebles, etc., y no sólo de las compras y los pagos, sino de la disciplina de los hijos (si se disciplinan), como también de la asistencia a la iglesia (si asisten).
(7) No actúa como un dictador. Como existen muchos maridos desobligados que no dirigen, también existen muchos maridos que están segurísimos de que en sus hogares nunca faltará el liderazgo, pues ellos lo controlan todo y a todos con puño de hierro. Mandan y los demás callan. Hablan como si fueran infalibles. (Alguien ha dicho que si La Iglesia Católica Romana hubiera permitido que el "Papa" se casara, nunca se habría inventado el dogma de la infalibilidad del "Papa"). El marido dictador piensa que él es el patrón y quiere que todos lo recuerden. La mujer de tal marido sólo sabe decir bien sumisa, "Sí, mi amor" o "Sí,
Señor". Si él dice "brinca", ella pregunta, "¿qué tan alto?" Estos no consideran a sus esposas y algunos aun prohíben que asistan a la iglesia.
El marido cristiano no está desobligado y no es un cacique. El ama a su esposa y la trata bien. La considera en todo. "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo" (1 Ped. 3:7).
(8) Sirve a su familia. El marido debe proveer para su familia en todo sentido, física, espiritual y socialmente. El es el proveedor, él "provee para los suyos" (1 Tim. 5:8), y si no lo hace, "ha negado la fe, y es peor que un incrédulo". Debe proveer alimento, abrigo, techo, educación, dirección en asuntos de recreo y actividad social, y sobre todo, la dirección espiritual. También es el protector de su familia. Protege su familia del daño físico, y también del daño espiritual.
Esto significa que el liderazgo del marido requiere mucho más que el dar órdenes. Si él quiere ser grande en su familia, al mismo tiempo debe ser el siervo de su familia. "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor" (Mat. 20:25, 26). El marido que no quiere servir a su familia no tiene el derecho de mandarla. Jesús nuestro Señor y Maestro mostró la humildad de servir, lavando los pies a los apóstoles (Jn. 13:4, 5). Los maridos que quieren ser caciques deben aprender esta lección. Deben bajarse de su pedestal y ensuciar las manos, cambiando pañales.
Cada vez que el hombre diga "Yo soy la cabeza de esta familia" debería agregar inmediatamente, "Yo soy el siervo de esta familia".
-- Porque esto agrada al Señor. -- "Mi comida es que haga la voluntad del que me envió" (Jn. 4:24). "Yo hago siempre lo que le agrada" (Jn. 8:29). "Se agrada del que le teme y hace justicia" (Hech. 10:35). "Yo en todas las cosas agrado a Dios" (1 Cor. 10:33).
En Efesios 5:25 Pablo dice, "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella". La mujer debe estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo. Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo tan perfecto! ¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2 Cor. 11:2)? Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera más amor tan sincero!
El amor del marido hacia su esposa debe ser expresado, primeramente en palabras, como también con el afecto, el cariño, la simpatía, el apoyo, el consuelo, y en la comprensión, la paciencia, y la consideración. Debe vivir con ella sabiamente (1 Ped. 3:7).
-- y no seáis ásperos con ellas. -- Pikraino, áspero, amargo. "La palabra amarga duele hasta lo más profundo del alma", (ATR); "Aspero ... desapacible ... rígido: genio áspero; sinónimo, riguroso". Ser ásperos quiere decir "Mal humorados y provocativos. Muchos que son corteses y cumplidos en público, son toscos y amargos en casa, porque allí no tiene temor de portarse así" (JFB). Este comportamiento no coincide en ningún sentido con la actitud de Cristo para con su iglesia. En lugar de ser cruel con la iglesia, "se entregó a sí mismo por ella", para demostrar su gran amor por ella.
El hombre que se enoja con el patrón u otra persona, o simplemente llega del trabajo cansado o frustrado, no debe estar enojado con su esposa -- criticándola y haciendo demandas injustas de ella --, y de esa manera haciendo que ella sea la víctima de su enojo. "¿Por qué hiciste eso?" "¿Por qué no hiciste la otra cosa?" "¿Cómo puedes ser tan estúpida?" "¡Estás loca!" Esto es ser áspero con ella.
"Porque el marido es cabeza de la mujer" (Efes. 5:23). La palabra cabeza significa autoridad. El marido es el director, el superintendente de la familia. Esto significa que él es responsable por su familia. Debe ser director prudente, para que en todo su familia esté bien y prospere. Sin embargo la palabra cabeza no significa "dictador", ni mucho menos "déspota". El marido cristiano considera mucho a su esposa y a sus hijos. "Maridos ... vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida" (1 Ped. 3:7). La mujer comparte la dirección de la familia (1 Tim. 5:14; Tito 2:5); ella no es la esclava del marido sino una compañera.
"Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida" (Efes. 5:28, 29). ¿Es cruel el marido hacia su propio cuerpo? Tampoco debe ser áspero (amargo, cruel) para con su esposa, pues son una sola carne. Son uno. Lo que afecta a la esposa también afecta al marido. El marido que promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su propio bienestar. El marido que busca la felicidad para su esposa busca su propia felicidad. El marido que honra a su esposa se honra a sí mismo. Pero el marido que maltrata a su esposa en cierta forma se está autodestruyendo. El que no ama a su esposa no se ama tampoco a sí mismo. El que aborrece a su esposa se aborrece también a sí mismo. El hombre sustenta y cuida su propio cuerpo, y es una sola carne con su esposa; debe, por lo tanto, sustentar y cuidar a su esposa, ya que ella es como un suplemento de él, o una extensión de él, de su cuerpo y de su vida.
Dijo Adán, "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada" (Gén. 2:23). Todo marido debe considerar a su esposa como otra Eva, como tomada de su propio costado. El hombre sustenta y cuida de su propio cuerpo. La palabra traducida cuidar se usa en 1 Tesal. 2:7, "Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos". Expresa la idea de cariño, calor, amor tierno. Así debe el marido cuidar a su esposa. El marido debe ser bueno, siempre bueno y bondadoso, con su esposa.
El marido que tiene esta actitud hacia su esposa imita a Cristo. Provee toda cosa necesaria para ella, no solamente comida, ropa, casa, protección, sino también el cuidado espiritual y emocional.
"Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido" (Efes. 5:33). Pablo emplea el verbo agapao, el verbo que describe el amor de Dios (1 Juan 4:8; Jn. 3:16), y es el amor que el Espíritu Santo produce en nuestros corazones (Gál. 5:22). Este amor nos mueve a sacrificarnos para el bienestar de la persona amada. En cuanto a la expresión, "la mujer respete a su marido", la Versión Moderna y la Versión Hispano-Americana dicen reverencie. La Biblia de las Américas dice en el margen, "Literalmente, tema". La mujer cristiana tiene una reverencia sana y apropiada para su marido. No es temor, como de un tirano, sino una combinación del amor, respeto, gratitud y sujeción. La palabra respetar no es tan fuerte como la palabra griega empleada en este texto; son más correctas las palabras reverenciar o temer.
3:20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. -- "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres" (Efes. 6:1). Véanse Ex. 20:12; 21:15-17; Lev. 20:9; Deut. 5:16; 21:8; 6:20; 30:17. Bajo la ley de Moisés el pueblo estaba obligado a apedrear a los hijos rebeldes (Deut. 21:18-21). Jesús ha dejado un buen ejemplo para los niños, estando sujeto a José y María (Luc. 2:51).
La frase, esto agrada al Señor, equivale a la que dice, en el Señor (Efes. 6:1), y significa "de acuerdo con la voluntad del Señor". Los hijos deben estar en sujeción a sus padres en todas las cosas, a menos que haya conflicto entre la voluntad de ellos y la voluntad de Dios. Agrada al Señor "porque esto es justo" (Efes. 6:1). Agrada al Señor porque es correcto; es razonable y normal. Los hijos necesitan de dirección. No conviene que se dejen para que se dirijan solos. No tienen la capacidad para ello; les faltan el entendimiento y la experiencia. La lección más básica que deben aprender todos los niños es la obediencia, la sujeción a sus padres.
"Honra a tu padre y a tu madre" (Efes. 6:2). Véanse Ex. 21:17; Deut. 27:16; 21:18-21; Prov. 20:20. Jesucristo honraba a sus padres. Estaba sujeto a ellos. Aun en su muerte Jesús no pensaba en su propio sufrimiento, sino en el bienestar de su madre (Juan 19:26, 27). Nuestros padres nos trajeron a este mundo, y nos cuidaban cuando no podíamos cuidarnos solos, nos alimentaban, nos educaban y nos criaban. Por todo esto merecen honor. Marcos 7:8-13 relata una de las tradiciones más diabólicas inventadas por los fariseos y escribas, una tradición por la cual ellos invalidaban la ley de Dios de honrar a los padres. Este mandamiento incluyó el cuidado de los padres en su vejez. La ley de Cristo requiere la misma cosa (1 Tim. 5:4-8). Nuestra deuda es grande; no terminamos de "recompensarles", ni aun en todos los días de su vida.
El honrar a los padres "es el primer mandamiento con promesa" (Efes. 6:2), y esa promesa es: "para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra" (Efes. 6:3; véanse Deut. 6:24; 1 Ped. 3:10-12). La obediencia a Dios, desde la juventud, es para nuestro propio bien, y para nuestra propia felicidad. Muchos jóvenes se destruyen solos viviendo en plena rebeldía. Buscan satisfacción en las drogas, en el alcohol, y en el desenfreno total, pero no les va bien. Es alarmante el número creciente de suicidios entre los jóvenes.
3:21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. -- "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos" (Efes. 6:4). Hay muchas maneras de exasperar o irritar (o provocar a ira) a los hijos: (1) abusar de la autoridad, siendo crueles, abusivos tanto con palabras como con hechos; (2) criticar sin cesar a sus hijos -- aun haciendo burla de ellos -- y nunca hablándoles palabras de aprobación; (3) ser injustos en la disciplina (administrar castigo que no es apropiado, por ser excesivo o inadecuado, o motivado por el enojo); "Demasiada severidad conduciría únicamente a la frustración de los hijos" (DG); (4) ser parciales (Gén. 37:3,4); (5) por usar amenazas huecas; (6) avergonzarlos innecesariamente delante de sus hermanos y amigos; (7) usar medios necios para "castigar" (encerrarlos en un cuarto oscuro; asustarlos con mentiras; decirles, "te voy a regalar a otros"); (8) no hacerles caso; (9) esperar demasiado de ellos (como si fueran adultos); en fin, los padres mismos, si no son maduros, pueden provocar a ira o exasperar a sus hijos. Muchas veces los padres son más "niños" que los niños.
En Efes. 6:4 Pablo agrega, "sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor". La palabra "disciplina" abarca todo el proceso de criar y entrenar a los hijos. Los hijos consentidos tendrán una vida de miseria. "El muchacho consentido avergonzará a su madre" (Prov. 29:15). La palabra "consentido" en este texto significa "dejado solo"; "dejado al gobierno de sí mismo" (VM). En Job 39:5 esta palabra se traduce "echar libre" ("¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?") Los hijos no deben andar libres como el "asno montés", pues no es para su bienestar, sino para su ruina.
Para obedecer estos mandamientos, los padres deben poner el buen ejemplo en todo. Los hijos aprenden mucho del ejemplo de sus padres. Deben ser, pues, fieles y constantes siempre en el habla, en la conducta, en la asistencia a las reuniones de la iglesia, en la obra personal, y aun en su actitud. Debe haber paz y armonía en el hogar, porque el ambiente en el cual se crían nuestros hijos es un factor muy importante en su crianza.
Además, los padres deben instruir con toda diligencia a sus hijos. No deben depender de la iglesia, sino que deben aceptar la responsabilidad que Dios les ha dado. Léanse con cuidado los siguientes textos sobre este asunto: Gén. 18:19; Deut. 6:5-9; 2 Tim. 1:5; 3:14, 15. Lo importante es que cada hijo tenga convicciones, que crea en Dios de todo corazón y que ame a Dios de todo el corazón, y con toda su alma, y con todas sus fuerzas, y con toda su mente. Debe estar bien doctrinado, para que no caiga en el error sectario. Para estar seguro de esto, los padres deben animar a los hijos a expresarse, a hacer comentarios, a hacer preguntas o a expresar dudas. Muchos padres suponen que sus hijos creen cuando, en realidad, son incrédulos o indiferentes. Léase Job. 1:5.
Los padres deben enseñar repetidas veces a sus hijitos acerca de las maravillosas obras de Dios, y acerca de Noé, Abraham, José, Moisés, Josué, Samuel, etc. Los hijos tendrán fe no fingida (2 Tim. 1:6) y un deseo ferviente de ser fieles a Dios si se les enseña con mucha convicción y entusiasmo acerca de la obediencia de Noé y Abraham, de la fidelidad y el espíritu de perdonar de José, del valor de Daniel y los tres jóvenes hebreos, de la paciencia de Job y, sobre todo, acerca de Jesús y sus apóstoles.
Es muy importante que cada hijo sea enseñado, entrenado y corregido de acuerdo con su propia personalidad o disposición (individualidad). Muchos padres tienen problemas con sus hijos porque no cumplen con este deber. Dice Prov. 22:6, "Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". La expresión "en su camino" puede traducirse "conforme a su camino"; es decir, según la naturaleza del niño, según su edad, su mentalidad, su carácter, su disposición y aptitudes. Cada hijo es un individuo, diferente y único; debe ser enseñado y guiado según su propia mentalidad, capacidad (aptitudes) y disposición. Los hijos no se pueden criar "en grupos", sino que necesitan de atención individual.
La corrección debe ser estrictamente corrección, ni más, ni menos. Léase otra vez la manera en que los padres pueden provocar a ira a sus hijos. El hijo debe obedecer, y cuando obedece, debe ser alabado y alentado. Debe saber que la obediencia le agrada a Dios y a sus padres. También debe aprender que la desobediencia no se tolera, y que será castigada. Los padres no deben requerir o prohibir alguna cosa si no esperan la obediencia. Un problema muy grande en el hogar es que los padres siempre mandan y prohíben a la ligera, y no exigen que los hijos les hagan caso.
Léanse con cuidado los textos en Proverbios sobre la corrección: 13:24; 19:18; 22:15; 23:13, 14; y 29:15. Son consejos muy prácticos, y buenos comentarios sobre Efes. 6:4.
3:22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, -- Esta enseñanza para los siervos es enseñanza para todos los obreros. Como Pablo nos revela las reglas divinas para la familia, también las revela para los obreros y patrones o mayordomos; es decir, el cristiano no se fijará sólo en los reglamentos de la empresa, sino en las de Dios, el Verdadero Patrón.
"Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor" (Efes. 6:5). "Muchos modernos hubieran aconsejado a los esclavos a que salieran en huelga contra sus amos, a rebelarse y a tener manifestaciones de protesta" (WF), pero Cristo no atacó la esclavitud misma ("lo que involucraría una acción política", DG) pero por medio de su enseñanza acabaría con ella, obrando como la luz que ilumina las mentes de los hombres. ("La religión de Cristo no obra como dinamita sino como levadura", JBC). Compárese Mat. 13:33. En la iglesia del primer siglo había amos y esclavos y, por eso, Pablo escribió estas enseñanzas para ambos, pero al recibir los amos a los esclavos como hermanos amados (Filemón 16), ¿por cuánto tiempo podrían ser sus amos (dueños)?
Se puede ver la sabiduría de Dios en no prohibir la esclavitud como institución política, pues si hubiera declarado que en sí era pecado, muchísimos esclavos "se habrían convertido", esperando obtener libertad civil por medio del evangelio. De esa manera la iglesia se habría llenado de "miembros" inconversos.
El evangelio no solamente afectó la esclavitud (liberando espiritualmente a los esclavos), sino que también ha elevado a la mujer y a los niños que habían sido víctimas de muchos abusos en el tiempo de los césares. Ha producido mejores leyes en el mundo. Ha tenido influencia positiva sobre las artes y la literatura del mundo. En fin, ha tenido su impacto positivo sobre la civilización humana.
El amo cristiano ha de ser el mejor de todos los amos, pensando en el valor del esclavo ante los ojos de Dios (3:11; Gál. 3:28) y recordando que con Dios no hay acepción de personas (Rom. 2:11), pero también el esclavo cristiano ha de ser el mejor esclavo; es decir, al convertirse en cristiano, está obligado a ser cumplido en su servicio. "El cristianismo de un esclavo debe hacer de él un esclavo mejor y más eficiente. Nunca el cristianismo ofreció una escapatoria del trabajo duro; más bien hace que el hombre sea capaz de trabajar duramente. Tampoco ofrece al hombre escapatoria de una situación difícil; lo capacita para enfrentar esta situación como un hombre mejor" (WB).
-- no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, -- No servir solamente cuando el amo o patrón le estén vigilando, sólo queriendo agradar al hombre. El cristiano no tiene que ser vigilado para que haga su trabajo. El cristiano no sólo parece ser cumplido en su empleo, sino que en realidad es cumplido. Si el cristiano acepta un empleo que requiere cuarenta o cincuenta horas de trabajo cada semana, entonces debe estar bien seguro que trabaja ese número de horas, porque de otro modo es culpable del robo. Más bien, en cuanto a sinceridad y diligencia, el cristiano debe ser el mejor de los obreros.
Tampoco agradará en toda ocasión a los colaboradores. No sólo los patrones o mayordomos ejercen presión sobre los obreros cristianos, sino también sus colaboradores, mayormente el sindicato. El cristiano está obligado a su patrón terrenal y a su Patrón celestial, y debe estar resuelto a ser cumplido en su trabajo, pero el sindicato no está siempre de acuerdo con esto, sino que presiona a los obreros a conformarse a las reglas y demandas del sindicato, aun persiguiendo a los obreros que no se conforman, mayormente cuando salen en huelga. La huelga es una forma de protesta y de revolución contra la empresa en la cual el obrero cristiano no debe participar. 1 Ped. 2:18-23 se dirige a los criados y habla de las injusticias que éstos deben soportar sin tratar de "arreglar cuentas" con sus amos "difíciles de soportar". Deben seguir las pisadas de Cristo (v. 20) y en lugar de maldecir, amenazar y volver mal por mal, deben sufrir y encomendar su causa al que juzga justamente. Los "cristianos" que participan en huelgas y protestas y ejercen represalias deben volver a leer este texto que fue escrito a los criados y, por eso, se dirige a todos los obreros.
Es cierto que hay patrones y mayordomos injustos, pero Pedro enseña que el cristiano no debe vengarse. Si el trabajo en alguna empresa es insoportable, el remedio bíblico no es la huelga, sino el cambio de empleo.
Otra actitud condenable es la de siempre estar buscando ocasión para demandar a la empresa. Parece que para algunos obreros es una gran bendición accidentarse para poder entablar juicio contra la empresa.
Lo que el Espíritu Santo) enseña en Efes. 6:5-8; Col. 3:22-25 y 1 Ped. 2:18-23 requiere que los cristianos tengan una actitud respetuosa hacia los amos o empresarios. El empleo no es una posición política; más bien, es el medio provisto por Dios para que el cristiano deje de robar y que "trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad" (Efes. 4:28; véanse también 1 Tes. 4:11, 12 y 2 Tes. 3:10-12). No sólo debe trabajar cumplidamente, sino que también debe hacerlo con gozo y gratitud en su corazón, como al Señor. Al cantar "Quiero trabajar por el Señor", debe estar pensando no sólo en hacer "obra personal", sino también en ofrecer a Dios cada día las ocho o días horas de trabajo bien hecho.
-- sino con corazón sincero -- "con sencillez de vuestro corazón" (Efes. 6:5), con corazón singular, con "sincera fidelidad" (2 Cor. 11:3). El cristiano debe hacer lo que es correcto, simplemente porque es correcto. Agradece a Dios por su empleo, y fielmente cumple sus obligaciones.
-- temiendo a Dios. -- con profundo respeto por la autoridad que nos hace obedecer y sujetarnos a su voluntad, para ser aceptados por El y para no ser castigados. El obrero cristiano que está desobligado y no cumple con su obligación a la empresa simplemente no teme a Dios, el Verdadero Patrón. El trabajo que el obrero cristiano hace no es simplemente su compromiso con el patrón, sino también es su servicio para Dios. El dice, "Señor, aquí está el servicio que te ofrezco este día. Gracias por el empleo que me has dado. Yo he tratado de ser cumplido en todo". Véase Fil. 2:12 "con temor y temblor". El siervo debe dar servicio al amo, pues, como si lo diera a Cristo. Toda carga es menos pesada si se recuerda que el Amo verdadero no es algún hombre, sino Cristo.
3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, -- "Desde dentro del alma, y no meramente para guardar las apariencias" (ATR). Al igual que el esclavo cristiano también el trabajador cristiano debe siempre tener presente que Cristo es su verdadero patrón o mayordomo.
"Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de nuestro Salvador" (Tito 2:9, 10).
-- como para el Señor y no para los hombres; -- "Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor" (1 Cor. 7:22). "Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres" (Efes. 6:7). Todo trabajo se hace más fácil si trabajamos "de buena voluntad, como al Señor".
El cristiano debe reconocer que su empleo es un don de Dios, que por este medio Dios contesta su oración, "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Por esta razón el cristiano debe dar muchas gracias por su empleo, y en lugar de quejarse de injusticias y buscar maneras de vengarse o de defraudar al patrón, debe ser muy cumplido en su trabajo. El trabajo se hace más pesado para los que trabajan de mala gana, con resentimiento y amargura. Esto no quiere decir que el trabajador cristiano no puede tratar de mejorar la situación de su empleo, pero la mala voluntad, los enojos y disgustos, y las reacciones carnales no ayudan a mejorar la situación, sino que hacen más duro y más insoportable el trabajo. Jesús dice, "a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos" (Mat. 5:41).
Por lo tanto, al terminar el trabajo de cada día el esclavo cristiano debería pensar "yo ofrezco el trabajo de este día a mi Señor". El obrero cristiano debe hacer la misma cosa. ¿Será una ofrenda digna para el Señor el trabajo que hacemos cada día?
Los esclavos cristianos de los primeros siglos tenían una oportunidad excelente para exhibir las virtudes del evangelio. "No defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de nuestro Salvador" (Tito 2:10). Comúnmente el esclavo era de mala voluntad; era rebelde, perezoso y respondón, pero al convertirse a Cristo era de buena voluntad, obediente, dedicado y sumiso. El cambio sería como una luz prendida en medio de las tinieblas. Sin duda en muchas ocasiones los inconversos les habrán preguntado acerca de su esperanza (1 Ped. 3:15) para saber del poder del evangelio que hace posible tal transformación.
Este pensamiento es muy importante pues el obrero cristiano siempre sirve a Dios. Dios le da empleo, y es importante que el cristiano recuerde esto. Hay patrones y mayordomos duros, desconsiderados y déspotas, pero será más fácil tolerarlos si se recuerda que el verdadero Patrón es Dios quien, con este empleo que da al cristiano, pone pan sobre la mesa. Por lo tanto, es necesario estar agradecido siempre y evitar el murmurar. Si es posible conseguir otro empleo mejor, bien; pero, siempre conviene la paciencia y tolerancia, y sobre todo el agradecimiento. Tengamos cuidado de no murmurar contra Dios (no vayamos a morder la mano que nos da el pan).
3:24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, -- Los siervos eran propiedad de sus amos y normalmente el único "sueldo" que recibían era el sostenimiento más básico. No tenían esperanza alguna de recibir alguna herencia terrenal, pero los siervos cristianos entendían que ellos sí tenían una herencia, que su verdadero sueldo o recompensa les esperaba. "Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra" (Heb. 6:10). Los patrones o mayordomos no necesariamente recompensarán a los obreros cristianos que trabajan "de corazón", pero "del Señor recibiréis la recompensa". No sólo los siervos sino todos nosotros debemos buscar la herencia celestial (Rom. 8:18; 1 Ped. 1;4, 13). Este pensamiento debe estabilizar el corazón del obrero que sufre injusticias en el trabajo. No debe preocuparse demasiado por causa de las injusticias de la vida, porque el Patrón Verdadero todo lo ve y recuerda y en el Día Final "les hará justicia" (Luc. 18:8).
-- porque a Cristo el Señor servís. -- "Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre" (Efes. 6:8). Tanto los siervos como los libres deben hacer bien, y mostrar en su conducta las enseñanzas de Cristo, con la plena esperanza de la recompensa eterna.
3:25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas. -- Aun en esta vida se observa este principio: los que practiquen injusticias serán tratados con injusticia; "todos los que tomen espada, a espada perecerán" (Mat. 26:52); los que usen la mentira serán víctimas de mentiras; los que roben serán robados, etc. Cuánto más se recibirá de Dios el pago según la injusticia que se hiciere, pues nada escapa de su conocimiento y su juicio será sin parcialidad.
El siervo cristiano que no es cumplido en su servicio dará cuenta no sólo al amo sino también al Señor. Por lo tanto, el esclavo cristiano (o el trabajador cristiano) no debe preocuparse demasiado en cuanto a las injusticias de la vida, porque todos daremos cuenta a Dios el Gran Nivelador de cuentas.