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!!BIENBENIDOS!!!

El Ministerio Cristiano Israel nace en el corazón de Dios hace algun tiempo despertando una necesidad tremenda en el estudio de la palabra, con mis comienzos en el estudio de la palabra a los 18 años de edad. Desde entonces he tenido un vivo deceo de llevar la palabra de Dios a las naciones.

Hoy quiero invitarte a conocer profundamente el mensaje de nuestro Señor a las naciones como así también profundizar tus conocimientos sobre su vida, persona, poder, magnificencia, reino, Amor, fidelidad, misericordia, etc... Aquí podrás conocer la historia de Israel en sus comienzos en el A.T como también en el N.T el proceso del nuevo pacto que nos permitio acceder a sus promesas.

Espero que sea una fuente rica para el conocimiento verdadero de sus verdad.

"EL TEMOR DEL SEÑOR ES EL PRINCIPIO DEL CONOCIMIENTO; LOS NECIOS DESPRESIAN LA SABIDURIA Y LA DISCIPLINA". PROVERVIOS CAP 1:7.

Colosenses Cap:3 12-17

Colosenses 3:12-17
3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, -- Ahora Pablo describe el vestido (el uniforme) del santo:
-- de entrañable misericordia, -- splagchna oiktirmou, corazón de compasión, Mat. 5:7; 18:23-35; Luc. 6:36; 10:33, 37; Sant. 2:13. Las virtudes de los versículos 12-15 son la contraparte de los males de los versículos 8, 9.
-- de benignidad, -- chrestotes. 2 Cor. 6:6; Esta es otra característica de Dios ("él es benigno para con los ingratos y malos", Luc. 6:35). La benignidad de Dios ha sido manifestada en el evangelio de Cristo (Tito 3:4-7). Su benignidad se demostró al dar a su Hijo para salvarnos; Efes. 2:7, "para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad (chrestotes) para con nosotros en Cristo Jesús".
Por eso, la benignidad de Dios nos guía al arrepentimiento. "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" (Rom. 2:4). Un pensamiento semejante se encuentra en 1 Pedro 2:1-3 ("si es que habéis gustado la benignidad del Señor" debéis desechar toda malicia, todo engaño, etcétera). "Vestíos ... de benignidad" (Col. 3:12) para ser como Dios. "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efes. 4:32), porque de otro modo se pierde la salvación. Es muy importante (necesario) que hayamos sido bautizados y que asistamos a los servicios para participar de la mesa del Señor, etc., pero si no somos benignos como Dios y si no perdonamos a otros, entonces Dios no nos perdonará (Mat. 6:14, 15). "Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es benigno para con los ingratos y malos" (Luc. 6:35).
Al describir como las ramas naturales (los judíos incrédulos) fueron desgajadas Pablo dice, "Mira, pues, la bondad (benignidad, chrestotes) y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo (el gentil obediente), si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado" (Rom. 11:22). No conviene, pues, abusar de la benignidad de Dios.
Este fruto del Espíritu debe manifestarse en nuestra predicación del evangelio (2 Tim. 2:24-26), pero muchos tienen un concepto erróneo de la benignidad porque creen que no son benignos los que condenan el error, y mayormente cuando sostienen discusiones públicas (debates) para defender la verdad y exponer el error. Pablo es un ejemplo bueno de la benignidad pero léanse Rom. 16:17; Fil. 1:16, 27; 2 Tim. 4:2-4; compárense Judas 3; 2 Jn. 9-11. ¿Dejó de ser benigno nuestro Señor cuando denunció la hipocresía de los fariseos y escribas? (Mat. 23). La benignidad no significa la tolerancia del pecado y error.
La palabra chrestos (el adjetivo) aparece en Mat. 11:30, "porque mi yugo es fácil (chrestos), y ligera mi carga". El yugo de Cristo es benigno porque se acomoda bien a nosotros. Es muy cruel poner sobre el cuello del animal un yugo que no le quede bien, que esté mal ajustado y, por eso, le irrite y moleste. Así es el yugo del pecado, pero nadie debe quejarse del yugo de Cristo porque es fácil y benigno.
La palabra, bondad (agathosune) es sinónimo de benignidad. Esta palabra se encuentra en solamente cuatro pasajes: Rom. 15:14 "lleno de bondad"; Gál. 5:22, "paciencia, benignidad, bondad, fe"; Efes. 5:9, "el fruto del espíritu es en toda bondad, justicia y verdad"; 2 Tes. 2:17. Algunos piensan que agathosune es la manifestación práctica de chrestotes. Tal vez generosidad sea buen sinónimo. Lenski cree que la traducción más correcta es beneficencia.
-- de humildad (la humildad sincera en lugar de la humildad fingida del ascetismo), -- Esta cualidad era aborrecida por los paganos, pues para ellos indicaba flaqueza, pero Jesús dice, "el que se humilla será enaltecido" (Luc. 18:14). Pablo dice, "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Fil. 2:3).
La palabra "humilde" significa "que se rebaja voluntariamente" (Larousse). Si esto describe nuestro carácter, ya hemos dado el primer paso importante para efectuar buenas relaciones con los hermanos. "No tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura ... No seáis sabios en vuestra propia opinión" (Rom. 12:3,16). "Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña" (Gál. 6:3). También, y muy relacionado a esto, cada miembro del cuerpo de Cristo debe ser manso ("suave, apacible", Larousse).
-- mansedumbre, -- prautes. Jesús dice, "soy manso y humilde" (Mat. 11:29; véase Mat. 21:5; 2 Cor. 10:1). "Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra" (Núm. 12:3). En cuanto a nuestra relación con Dios la mansedumbre significa sumisión (Sant. 1:21, "recibid con mansedumbre la palabra"); en cuanto a nuestra relación con el hombre la mansedumbre significa fuerza y gentileza. Es lo opuesto de "enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones" (ver. 20), como también de la arrogancia.
"Restauradle con espíritu de mansedumbre" (Gál. 6:1); los que no tienen el espíritu de mansedumbre hacen más mal que bien cuando intentan restaurar. "Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen" (2 Tim. 2:24, 25). "Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre" (1 Ped. 3:15). "¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre" (Sant. 3:13).
La mansedumbre está asociada con el amor (1 Cor. 4:21) y con la humildad (Mat. 11:29; Efes. 4:2; Col. 3:12). "Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres" (Tito 3:2). Aquí la mansedumbre se pone en contraste con pendenciero.
Estas palabras no deben confundirse, pues, con conceptos de debilidad. Una persona débil no es mansa, porque la palabra mansedumbre se usa para describir personas fuertes que también son tiernas. Pablo, un hombre espiritualmente fuerte, demostró su mansedumbre cuando dijo, "fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos ... como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros" (1 Tes. 2:7,11). ¿Quién se atrevería a acusar a Pablo de ser un hombre débil y tímido?
No hay ningún conflicto entre las palabras humildad y mansedumbre y los mandamientos que requieren el reprender y redargüir, etc., porque estos son actos de amor. Recuérdese siempre que Cristo y Moisés eran muy mansos, aunque condenaron toda rebelión contra Dios.
-- de paciencia (longanimidad, VM, makrothumia, palabra compuesta de largo + temperamento; por eso, largura de ánimo). En las versiones más comunes makrothumia no siempre se traduce longanimidad, tal vez porque esta palabra no es tan común y conocida como paciencia, pero aparecen las dos en Col. 1:11, "fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia (hupomonen) y longanimidad" (también aparecen juntas en Sant. 5:10 (makrothumia), 11 (hupomonen); 2 Cor. 6:4, 6; 2 Tim. 3:10. Según Trench (Synonyms) hupomone significa "permanecer debajo de dificultades sin sucumbir, mientras que makrothumia es la dilatada resistencia que no busca tomar represalias" (citado por ATR). Según Larousse, longanimidad significa "grandeza de ánimo". La palabra longánimo significa magnánimo, generoso. Esta palabra bíblica describe la disposición de no perder la paciencia con otros aunque sean "difíciles de soportar" (1 Ped. 2:18). El hermano longánimo no tolera el pecado y el error (Rom. 16:17; 1 Cor. 5), pero alienta a los de poco ánimo, sostiene a los débiles y es paciente para con todos (1 Tes. 5:14). "El amor es sufrido, es benigno ... Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Cor. 13:4-7).
La longanimidad es la base de la humildad y es necesaria para perdonar, y es necesaria para que no se interrumpa la comunión entre hermanos. "Con larga paciencia se aplaca el príncipe" (Prov. 25:15); "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad" (Prov. 16:32).
"Y tened entendido que la paciencia (makrothumia) de nuestro Señor es para salvación" (2 Ped. 3:15). "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente (makrothumia) para con nosotros, no queriendo que ninguna perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Ped. 3:9). "¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado;" (Ex. 34:6, 7). "Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia" (Neh. 9:17; véanse también Sal. 103:8; 86:15; 145:8). Jonás sabía esto y, por eso, huyó y no quería predicar a los de Nínive (Jonás 4:2).
La longanimidad es indispensable para que haya buena relación entre hermanos en Cristo porque, con la excepción de Heb. 6:15, parece que makrothumia siempre expresa paciencia ante personas hostiles. "Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia (longanimidad) los unos a los otros en amor" (Efes. 4:2). Este es el uniforme del cristiano; debe vestirse de estas cualidades de carácter.
Los evangelistas que agradan a Dios predican en pase makrothumia, con toda longanimidad (2 Tim. 4:2). Algunos tienen mecha corta y con poca provocación hay explosión. El iracundo no debe ser escogido por la congregación para ser uno de los obispos (Tito 1:7), pero tampoco debe ser invitado a predicar.
Todo cristiano debe ser paciente (makrothumeo) como el labrador que espera el fruto de la tierra, aguardando con paciencia (makrothumeo) hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía (Sant. 5:7; y otra vez en los vers. 8 y 10).
3:13 soportándoos unos a otros, -- "Soportándoos con paciencia ... Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" (Efes. 4:2, 32); El cristiano debe soportar "a los difíciles de soportar" (1 Ped. 2:18) pero, al mismo tiempo, se debe agregar que cada miembro debe examinar su vida y si alguno es uno de los "difíciles de soportar", debe arrepentirse. El amor bíblico se describe en 1 Cor. 13:4-7: es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor "no se irrita", sino que soporta con paciencia.
Nunca faltarán entre hermanos diferencias y desacuerdos de alguna clase. Hay gran diversidad de preferencias personales y opiniones entre hermanos que no deben interrumpir la comunión. Si hay humildad en lugar de orgullo, y si hay mansedumbre en lugar de despotismo, tales diferencias no serán la causa de problemas. Nos soportaremos con paciencia si hay amor bíblico.
Lamentablemente algunos hermanos no se soportan los unos a los otros, sino que se quejan los unos contra los otros: "Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta" (Sant. 5:9).
-- y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. -- El soportar a los hermanos no significa soportar pecados y descuidar la disciplina (Mat. 18:15-17; Rom. 16:17; 1 Cor. 5; 2 Tes. 3:6, 14), pero el hermano arrepentido debe ser perdonado (2 Cor. 2:6).
Pero "fuisteis llamados en un solo cuerpo" (3:15) y, por eso, lo que afecta a nuestro hermano también afecta a nosotros. "Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros" (Efes. 4:25); es decir, si somos miembros los unos de los otros, lo que hacemos al otro, nos lo hacemos a nosotros mismos. En un sentido, pues, si perdonamos a otros miembros del cuerpo, nos perdonamos a nosotros mismos. Lamentablemente, algunos santos no se convencen de la importancia de perdonar.
-- De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. -- Recordemos que la necesidad más grande de cada uno de nosotros es el perdón de Dios. El promete perdonarnos si nos arrepentimos y somos bautizados (Hech. 2:38), pero otro requisito es que perdonemos a otros. "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mat. 6:14, 15; 18:23-35; Sant. 2:13).
Reconciliarte con tu hermano antes de adorar a Dios. "Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mat. 5:23, 24). "Si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos" (Mat. 18:15); es decir, si alguno ofende a su hermano o si su hermano le ofende a él, Jesús dice a cada uno de ellos: anda tú, vé tú. Tanto el ofendido como el ofensor deben buscar la reconciliación. "Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale" (Luc. 17:3). ¡Sin duda esta es una de las fallas más grandes de los santos! Cuando algún hermano se ofende, se lo cuenta a todo el mundo menos a la persona que le ofendió. Muchos son muy rebeldes contra este mandamiento. Están muy dispuestos a ser bautizados y a asistir a las reuniones, etc., pero les faltan la humildad y el valor para obedecer el mandamiento de Cristo de ir con el hermano para buscar la reconciliación. Cada uno dice, "él o ella sabe donde vivo yo", pero Jesús dice, "anda" y "vé" tú. Si existe una pared de separación entre dos hermanos, los dos deben hacer todo lo posible por derrumbarla, porque una pared de separación entre dos hermanos bien puede ser una pared de separación entre ellos y Dios.
Para recibir el perdón es necesario que el culpable se humille (venciendo el orgullo) y que reconozca su falta, siguiendo el ejemplo del hijo pródigo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" (Luc. 15:21). Con respecto a su pecado David dijo, "Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día ... Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado" (Sal. 32:3-5; véase también Sal. 51). "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Prov. 28:13).
No podemos perdonar al culpable hasta que se arrepienta, pero debemos estar muy dispuestos a perdonar. La benignidad de Dios nos "guía al arrepentimiento" (Rom. 2:8; 2 Ped. 3:9; Isa. 1:18), y la misma cualidad en nosotros bien puede producir el arrepentimiento en otros, pero si guardamos rencor y buscamos la manera de "arreglar cuentas", ¿hasta cuándo se va a arrepentir?
Algunos dicen, Te perdono pero no olvido. ¿Queremos que Dios diga lo mismo de nosotros? ¿Es esta la actitud de Dios cuando El nos perdona? "Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones" (Sal. 103:12); "Echaste tras tus espaldas todos mis pecados" (Isa. 38:17); "Sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados" (Miq. 7:19); "Nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades" (Heb. 8:12). Los que no quieren perdonar siguen alimentando y satisfaciendo sus sentimientos carnales (Gál. 5:16). Repetidas veces los santos (congregaciones enteras) han mostrado que no son guiados por el Nuevo Testamento, sino por los sentimientos carnales.
Los paganos despreciaban a los humildes y mansos y a los que perdonaban, pues pensaban que solamente los débiles eran humildes y mansos y perdonaban a otros. Parece que algunos santos están de acuerdo con ellos.
Será fácil soportar al hermano -- por desagradable que sea -- si siempre recordamos lo que Jesús ha tenido y tiene que soportar de nosotros. "Cristo ... tuvo causa de queja infinitamente mayor contra nosotros" (JFB). Cuando el hermano se arrepiente de su pecado, debemos perdonarlo (2 Cor. 2:6). ¿Cuántas veces? Mat. 18:22. ¿Cuántas veces pedimos perdón a Dios? ¿Cuántas veces nos ha perdonado?
Cristo nos ha dejado el ejemplo de mostrar la compasión hacia todos (Mat. 9:36; 14:14; 15:32; 20:34);
3:14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, (Rom. 13:10; 1 Cor. 13; Efes. 5:2) que es el vínculo (o, lazo, margen de LBLA) perfecto (de la unidad, LBLA; margen, Lit., de la perfección que une). -- El amor es el vínculo que une a los santos, pues sin el amor la unidad sería imposible. "Estas virtudes son manifestaciones del amor, pero es concebible que se exhiban donde el amor esté ausente" (ASP). El amor (agapen) no es la expresión de los sentimientos o emociones, sino de la voluntad. "El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama sólo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. El amor busca el bien de todos, Ro 15:2; y no busca el mal de nadie, 13:8-10; el amor busca la oportunidad de hacer el bien a 'todos, y mayormente a los de la familia de la fe'. Gá 6:10" (WEV). "El significado de agape es benevolencia inconquistable, buena voluntad que no se vence. Agape es el espíritu en el corazón que nunca buscará otra cosa sino el bien máximo de sus semejantes. No importa cómo sus semejantes lo traten; ... no importa la actitud de ellos hacia él, éste nunca buscará otra cosa sino el bien máximo de ellos". (WB).
Los filósofos griegos enseñaban que el amor era solamente para aquellos que lo merecían, -- y parece que mucha gente está de acuerdo con ellos -- pero Jesús nos enseña que debemos amar a los no amables. El cristiano ama a los que no merecen su amor, Mat. 5:44-48; Rom. 5:8. Dice Cristo, "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:35). "Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto" (Col. 3:14). No solamente Pablo sino también Juan (1 Jn. 3:14; 4:8, 19) y Pedro (1 Ped. 4:8) dan prioridad a esta gracia. "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Jn. 4:8). Por eso, es indispensable que los santos posean el amor verdadero para ser "participantes de la naturaleza divina" (2 Ped. 1:4).
El amor de Dios nos disciplina (Heb. 12:4-11); el amor de los padres disciplina (Efes. 6:4); y el amor de los santos disciplina (1 Cor. 5:5). Después de todas las exhortaciones y amonestaciones de la primera carta a los corintios, el apóstol Pablo la termina con estas palabras: "Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros. Amén" (1 Cor. 16:24). Pablo amaba a las iglesias "con el entrañable amor de Jesucristo" (Fil. 1:8).
Por amar a Dios y a la verdad y por amar las almas de los gálatas, Pablo escribió Gál. 1:6-9. Los carnales dirán que ese texto no refleja amor, benignidad y paciencia, pero el proclamar el evangelio puro y condenar el error son actos de amor. Hay una diferencia significativa entre el contender por la fe y contender por celos, etc., que son obras de la carne.
3:15 Y la paz (eirene) de Dios (Cristo, LBLA, VM, la paz que Cristo da) -- En esta carta Pablo exalta a Cristo; compárese 3:16, La palabra de Cristo. "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da ... Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Jn. 14:27; 16:33); "Y el Dios de esperanza os llene de gozo y paz en el creer" (Rom. 15:13). "Gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno" (Rom. 2:10). "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 5:1). Esto significa que ahora Dios nos acepta (habiéndonos perdonado) y sostenemos una relación buena con El. Por eso, el evangelio se llama "el evangelio de la paz" (Hech. 10:36). El que predica y enseña este evangelio de la paz es "pacificador" (Mat. 5:9).
-- gobierne (reine, LBLA) en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; -- Al tomar decisiones siempre escojamos lo que no estorbe la paz con Cristo y, por consiguiente, la paz en el alma y la paz con los hermanos. Los que tienen paz con Dios y paz en el alma también tendrán paz los unos con los otros. "Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación" (Rom. 14:19; dando preferencia a otros, Gén. 13:9; y aun sufrir el agravio, 1 Cor. 6:7); "Tened paz entre vosotros" (1 Tes. 5:13). También en cuanto sea posible tendrán paz con todos (Rom. 12:18; Heb. 12:14; 1 Ped. 3:10, 11). Sin embargo, el "Príncipe de paz" (Isa. 9:6) dijo, "No penséis que he venido para traer paz a la tierra, no he venido para traer paz, sino espada" y luego habla de conflictos entre parientes por causa del evangelio (Mat. 10:34-38).
Cristo quitó la pared intermedia (la ley de Moisés) que había separado a los judíos de los gentiles (Efes. 2:14-17), "haciendo la paz".
Al decir, "Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz" (Efes. 4:3), Pablo explicó la base de la verdadera paz y unidad: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Padre (Efes. 4:4-6). La paz es la cadena de oro que une las siete unidades. Si no hay paz, no hay unidad. En otras palabras, podemos creer en un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu Santo, una misma fe, un mismo bautismo, una misma esperanza, y ser miembros de un mismo cuerpo, pero si esta unidad no se guarda en el vínculo de la paz, no vale nada.
Se puede afirmar con toda confianza que la mayoría de los hermanos creen que todo está bien con tal que prediquemos estas siete unidades. Creen que con esto somos la única verdadera iglesia de Cristo, y que esto es la garantía de la salvación. Al parecer se supone que si se predica la paz, estamos bien, pero si no guardamos estas siete unidades en el vínculo de la paz, no estamos bien con Dios. Este asunto debe causar grandes preocupaciones en los corazones de todos los miembros de la iglesia, y mayormente en los de los evangelistas, pero parece que existe la idea de que la "paz" es secundaria, que no se puede comparar con la predicación de las siete unidades.
"Busque la paz, y sígala", (1 Ped. 3:11).
-- y sed agradecidos. -- 1:3, 12; 2:7; 3:17; "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (4:2); "dando siempre gracias por todo al Dios y Padre" (Efes. 5:20; Fil. 1:3, 12-21; Filemón 4) a través de oraciones y cantos (3:16). El pueblo de Dios es un pueblo agradecido.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por sus atributos y perfecciones: es eterno, inmutable, omnipotente, omnisciente, omnipresente, perfecto en amor, en justicia, en misericordia y en fidelidad. ¡Siempre alabemos a Dios! Sal. 100:4; 147:12; 1 Crón. 29:13. Bajo la ley de Moisés el pueblo ofrecía el "sacrificio de paz en acción de gracias" (Lev. 7:15), y ahora su pueblo ofrece "sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre" (Heb. 13:15). Véanse también Apoc. 4:9; 7:11, 12.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por su gracia hacia nosotros en proveernos un Salvador, Jesucristo. 1 Cor. 1:4; 15:57; Tito 2:11. Debemos ser agradecidos por haber obedecido al evangelio (Rom. 6:17, 18), y ahora debemos dejar todas las "palabras deshonestas ... que no convienen"; más bien, ahora debe haber muchas acciones de gracias" (Efes. 5:4). Seamos "arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe ... abundando en acciones de gracias" (Col. 2:7). "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Fil. 4:6).
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por toda bendición espiritual en Cristo (Efes. 1:3): la redención, el perdón, la reconciliación, el privilegio de orar, de cantar, de ofrendar, de ofrecer el cuerpo en sacrifico vivo, etc. Cada primer día de la semana debemos dar gracias por el pan sin levadura y la copa para conmemorar el cuerpo y sangre de Cristo (Mat. 26:26, 27). Obsérvese que Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa. A veces en lugar de dar gracias por el pan o la copa algún hermano dirá, "Bendice este pan" o "bendice esta copa", pero al dar gracias a Dios nosotros mismos bendecimos el pan y la copa. "La copa de bendición que bendecimos" (1 Cor. 10:16). ¡No dejemos de dar gracias por el pan y la copa!
Debemos ser agradecidos por las Escrituras (2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped. 1:3; Judas 3).
Debemos ser agradecidos por las iglesias fieles. Rom. 1:8; Fil. 1:3; 1 Tes. 3:9; 2 Tes. 1:3. Debemos ser muy agradecidos por la congregación de la cual somos miembros, como también por las otras iglesias fieles del área donde vivimos.
"¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?" (Sal. 116:12). "El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas" (Hech. 17:25): el alimento, la ropa, el techo y toda provisión necesaria. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:17). No hablemos nunca de "buena suerte", sino de la providencia de Dios. Los que dan gracias a sus "estrellas de buena suerte" no ponen su confianza en el Creador sino en la creación (Rom. 1:25). Antes de comer debemos dar gracias por los alimentos (Mat. 14:19; Jn. 6:11). "Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos (los marineros, soldados y otros en la nave), y partiéndolo, comenzó a comer" (Hech. 27:35). No tengamos vergüenza, pues, de dar gracias a Dios por los alimentos que comemos en un restaurante u otro lugar público.
Debemos ser agradecidos por el empleo o el negocio, pues por este medio Dios pone pan sobre la mesa para nosotros. Deut. 8:17, 18.
Debemos ser agradecidos por nuestra familia. 1 Tim. 5:4; Efes. 6:1-3; Tito 2:3-5. Los esposos deben dar gracias a Dios los unos por los otros.
Dios aborrece la ingratitud. "Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias" (Rom. 1:21). "Habrá hombres ... ingratos" (2 Tim. 3:2). Recuérdese Gén. 40:14, 23; cuando en la cárcel José interpretó el sueño del jefe de los coperos, explicándole que sería restaurado a su puesto, le dijo, "Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa ... Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó". También cuando Jesús limpió a los diez leprosos, "Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?" (Luc. 17:12-18). En el vasto mundo no hay pecado más feo que la ingratitud.
3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, -- "Que more en vosotros, no como un huésped que pasa un día o dos allí, sino como un habitante de la casa que jamás sale de ella" (Lutero, citado por B-S). La palabra de Cristo "debe gobernar todo pensamiento, palabra, y hecho" (GH). "El que tiene oídos, oiga" (Mat. 13:9); "estáis llenos de ... todo conocimiento" (Rom. 15:14); "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11); "asidos de la palabra de vida" (Fil. 2:16); "usa bien la palabra de verdad" (2 Tim. 2:15).
Esta exhortación equivale a "sed llenos del Espíritu Santo" (Efes. 5:18). Son textos paralelos. Es imposible ser llenos del Espíritu Santo si la palabra de Cristo no mora en abundancia en nosotros.
-- enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia (con acción de gracias, LBLA) en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales -- "Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones" (Efes. 5:19). El cantar es hablar un mensaje, dar una enseñanza o exhortación, con melodía.
Es correcto "dar lo mejor al Maestro" y, por eso, son importantes la melodía, el compás, etc., pero es necesario siempre recordar que el cantar no es para divertirnos. No conviene enfatizar lo precioso de la melodía, ni la belleza de las voces y su capacidad para cantar las notas más altas o las más bajas. ¿Por qué tienen muchas iglesias un coro? ¿Quiénes lo componen? Desde luego, los que cantan mejor en el sentido de agradar a los oyentes. Es muy obvio que el propósito del coro -- al igual que el propósito de los instrumentos de música en el culto -- es para divertir a la gente. Tales cosas no agradan a Dios sino a la gente carnal.
El cantar himnos no es una mera formalidad o ceremonia, sino que es un acto de adoración; los cantos son mensajes importantes que alaban a Dios y edifican a la iglesia. Hay mucha enseñanza, exhortación y aliento en los himnos que cantamos. Hay alimento rico en el servicio de cantos. Dios no quiere el culto voluntario (culto basado en los mandamientos de los hombres, 2:20-23), sino el culto espiritual (p. ej., oraciones, cánticos espirituales).
Por eso, el cantar no debe servir como un timbre o campana para empezar el culto. Muchos hermanos tienen el vicio de llegar tarde al culto y no participar en el primer canto (o en los primeros cantos). Algunos entran durante esta parte del culto e interrumpen la adoración de otros. (Los que por cualquier causa lleguen tarde deben esperar en la entrada hasta que termine el canto o la oración; si llegan durante el sermón, deben ocupar los asientos de atrás, para causar menos estorbo.)
Al cantar al Señor le ofrecemos el "fruto de labios", pero si nuestro servicio no viene del corazón El no lo acepta. "En espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Jn. 4.24). "Habéis obedecido de corazón" (Rom. 6:17) para obtener el perdón de pecados, y es necesario seguir obedeciendo y sirviendo a Dios de corazón. Debemos siempre acercarnos a Dios "con corazón sincero" (Heb. 10:22). Por lo tanto, al cantar himnos a Dios, si lo que decimos con los labios no es la convicción, el sentimiento, el deseo o el gozo del corazón, entonces nuestro servicio de cantos no es aceptable. Esto es comparable al participar indignamente de la cena del Señor; es decir, se participa con los labios (comiendo el pan y bebiendo la copa), pero no se discierne el cuerpo del Señor y, por esa causa, "juicio come y bebe para sí" (1 Cor. 11:29).
Jesús y los apóstoles cantaron: "Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos" (Mat. 26:30). Cuando el carcelero metió a Pablo y Silas "en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo", "a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían" (Hech. 16:25). "Por tanto yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a su nombre" (Rom. 15:9). "¿Qué, pues? ... cantaré con el espíritu (es decir, en una lengua), pero cantaré también con el entendimiento (es decir, con interpretación de la lengua)" (1 Cor. 14:15; véase el v. 16). "En medio de la congregación te alabaré (te cantaré himnos, LBLA)" Heb. 2:12. "¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas" (Sant. 5:13). Santiago no dice, "Cante rock and roll o canciones rancheras", sino alabanzas a Dios.
"Y cantaban un cántico nuevo delante del trono ... y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra". (Los 144,000 son todos los redimidos, pues sólo éstos pueden cantar de la redención).
Al cantar himnos alabamos al Señor (cantando y alabando al Señor en vuestros corazones", Efes. 5:19). "¡Oh padre, eterno Dios! ... ¡Bendito Salvador! ... ¡Espíritu de Dios!"; "A nuestro Padre Dios alcemos nuestra voz, ¡Gloria a él! ... A nuestro Salvador demos con fe loor, ¡Gloria a él! ... Espíritu de Dios, elevo a ti mi voz, ¡Gloria a ti!"; "¡Loor a Ti, mi Dios! Loor a ti"; etc. Alabamos a Dios por su poder, sabiduría, fidelidad, amor, misericordia, justicia, etc.
Al cantar himnos damos gracias al Señor (3:15, "sed agradecidos"; "dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre del Señor Jesucristo", Efes. 5:20). En los himnos expresamos el gozo que sentimos en el corazón por todos sus favores. Muchos cantos son expresiones de gratitud a Dios. ¡Qué importante es que los cantemos de corazón! El evangelio cambia el cantar de la gente. Las canciones del mundo son temas de sensualidad y toda forma de carnalidad. Pero los salmos, himnos y cánticos espirituales de los cristianos son expresiones de gratitud a Dios.
El cantar es un medio eficaz (poderoso) de hacer que el mensaje de Dios llegue al corazón. Cuando cincuenta o cien (o quinientas) voces se unen para cantar "Estad por Cristo firmes", tiene un impacto fuerte sobre los participantes. Al cantar enseñamos, exhortamos y edificamos, los unos a los otros. Los himnos nos edifican, nos consuelan y nos animan a ser más consagrados al Señor. Al cantar himnos hacemos peticiones a Dios, confesamos pecados y hablamos de la necesidad continua de la ayuda de Dios. Al cantar himnos estamos expresando emociones, tales como: amor, gratitud, gozo, ánimo, paz, tristeza, contentamiento.
El "himno de invitación" ("A Jesucristo ven sin tardar"; "¡Cuan tiernamente nos está llamando!") es un medio fuerte de mover el corazón de la persona que esté cerca del reino. Si el mensaje del predicador ha llegado al corazón de algún inconverso, entonces el himno de invitación -- ya anunciado antes del sermón -- bien puede moverle a confesar a Cristo y a ser bautizado; es decir, lo ideal es que haya continuidad de la exhortación entre el sermón y el himno de invitación: el evangelista invita y luego al terminar el mensaje, inmediatamente la iglesia, al ponerse de pie con sus himnarios abiertos al himno de invitación, comienza a cantar "Oh, no rechaces la verdad". Esta práctica ha movido a miles de almas hacia la obediencia. Pero parece que este concepto nunca ha tenido importancia o valor para muchos directores de cantos. La práctica común es que después del sermón, aunque el predicador se haya dedicado fervientemente a invitar a los perdidos, el director de cantos se levanta, toma su tiempo para pasar al frente, anuncia el número del himno, espera hasta que todos hayan encontrado el himno y luego anuncia, "Si lo tienen, vamos a cantarlo." Esto no es nada menos que una distracción innecesaria para el invitado, como si el himno de invitación no tuviera nada que ver con la invitación hecha por el predicador.
¿Cuál es la prueba de que la paz de Dios gobierna en nuestros corazones (3:15) y que la palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros (3:16)? Si la paz de Dios gobierna en nuestros corazones, y si la palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros, (1) se manifestará en la conversación. "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (Deut. 6:6, 7); (2) también cantaremos himnos a Dios, no sólo en los servicios, sino también, estando en nuestra casa, andando por el camino (o viajando en el automóvil), al acostarnos y al levantarnos, como también en el trabajo, etc., porque "de la abundancia del corazón la boca habla" (Mat. 12:34).
¿Por qué hay tantos músicos que se hacen ricos cantando y grabando canciones? La gente no compra casetes y discos simplemente para escuchar la música, sino también para cantarla. Muchísimas canciones son muy corruptas porque el corazón de la gente es corrupto y, por eso, tales canciones son muy populares. Así también los cristianos quieren cantar himnos para alabar a Dios y para edificarse a sí mismo y a otros. El cantar himnos es un medio eficaz, un vehículo muy apropiado, para expresar los pensamientos y emociones; por lo tanto, si la paz de Dios gobierna en nuestros corazones, y si la palabra de Cristo mora en abundancia en nosotros, continuamente la boca hablará y cantará de Cristo y las cosas que pertenecen a la salvación. "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos" (2 Cor. 13:5). Aquí está una manera de examinarnos: ¿nos gusta cantar himnos? ¿cuándo? ¿solamente en los servicios de la iglesia? ¿Nos gusta más la canción mundana?
-- con salmos -- Los salmos (p. ej., los de David) alaban a Dios, exaltando su nombre, poder, atributos y obras. Los salmos nos instruyen; Jesús y los apóstoles los citaban, para enseñar y para comprobar lo que enseñaban. "Originalmente un salmo era una canción acompañada de un instrumento de cuerdas ... Con el uso la idea de acompañamiento cesó" (MRV). Algunos de los que usan instrumentos musicales en el culto dicen que la palabra psallontes, traducida "alabando" (Efes. 5:19) significa cantar con instrumentos. "Psalmois, los Salmos en el Antiguo Testamento originalmente con acompañamiento musical" (ATR). Es cierto que bajo el Antiguo Testamento se tocaban instrumentos con los cantos; y es cierto que en la versión Septuaginta (versión griega del Antiguo Testamento), la palabra psallo se usaba para indicar tanto el tocar como el cantar, pero cuando Pablo escribió estas cartas a los colosenses y efesios, la palabra psalmois ya no significaba "con acompañamiento musical".
Este verbo (psallo) se halla en Rom. 15:9 ("cantaré"); 1 Cor. 14:15 ("cantaré") Sant. 5:13 ("cante alabanzas"); y en Efes. 5:19 ("alabando"). No hay ninguna versión que traduzca el verbo psallo como "tocar" en el Nuevo Testamento. Para el siglo primero la palabra psallo ya había perdido el significado de tocar y cantar, y significó simplemente cantar. Los israelitas usaban los instrumentos por el mandamiento de Dios (2 Crón. 29:25), pero no hay tal mandamiento para la iglesia.
Pablo habla del instrumento con el cual se alaba a Dios en la iglesia: el corazón ("alabando al Señor en vuestros corazones). El significado radical de la palabra psallo es tañer, y se aplicó a todos los sonidos producidos por la vibración de las cuerdas de cualquier instrumento. Es muy razonable que se usara, pues, con referencia a la voz humana, que es el sonido que sale de los pulmones y de la boca del hombre, habiendo pasado por las cuerdas vocales. "La voz humana es el más complicado, delicado y perfecto instrumento musical conocido por el hombre. Como instrumento musical es la perfección de la obra del Creador, y es capaz de producir combinaciones y armonía musicales mucho más dulces y variadas que las de cualquier instrumento de fabricación humana, aun más que aquellos inventados por David" (DL).
Las iglesias evangélicas son muy inconsecuentes. Denuncian las muchas prácticas de la iglesia católica romana que carecen de apoyo bíblico (tales como el rosario, la misa, el quemar incienso, el invocar a María y los "santos", etc.), pero se quedan con los instrumentos de música. Durante los primeros seis siglos no se usaron instrumentos de música en la iglesia. Es otra invención de La Iglesia Católica Romana.
-- e himnos y cánticos espirituales. -- Los "himnos" dan alabanza a Dios, con acción de gracias y súplicas, expresando nuestra dependencia de Dios. Los "cánticos espirituales" dan expresión a una gran variedad de temas espirituales, basados en las palabras reveladas por el Espíritu Santo. "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Jn. 4:24); por lo tanto, los himnos que cantamos deben estar en perfecta armonía con la palabra de Dios, expresando pensamientos espirituales, para que en ellos nuestros espíritus puedan tener comunión con Dios. Debemos ser estrictos en lo que predicamos y enseñamos, y debemos ser estrictos en lo que cantamos. No conviene cantar lo que no podemos enseñar en el púlpito y en las clases. Las iglesias de Cristo que usan himnarios publicados por los sectarios deben rechazar los himnos que enseñen error (p. ej., acerca del Espíritu Santo o el reino).
El cantar es, pues, un medio efectivo de introducir la palabra de Cristo en el corazón. Hemos de enseñar y exhortar los unos a los otros por medio de himnos, armonizando los pensamientos y sentimientos del corazón con el mensaje del himno. Este es el fin y propósito del servicio de cantos. Que el pensamiento presentado por medio de himnos se lleve al corazón. El instrumento musical no transmite los pensamientos y sentimientos de los himnos al corazón de los que oyen. Más bien distrae y estorba en lugar de ayudar. Dios conoce al hombre y sabía lo que sería mejor para llevar a cabo su propósito; por eso, no autorizó el uso del instrumento mecánico, sino solamente la voz. Los que introducen los instrumentos musicales en el culto rechazan la sabiduría de Dios, y la sustituye con la sabiduría humana (DL).
-- cantando con gracia en vuestros corazones al Señor -- Es correcto denunciar el uso de instrumentos mecánicos en el culto, pero si nosotros no empleamos el instrumento correcto (el corazón), nuestros cantos tampoco serán aceptables. Al cantar en cada reunión los mismos himnos, ¡qué fácil es cantar sin pensar en lo que decimos! Es posible y muy fácil cantar muchos himnos sin concentrarnos en la letra. Si cantamos sin meditar en el mensaje del himno para alabar de corazón a Dios (como también para exhortarnos los unos a los otros), nuestro servicio viene siendo una ceremonia vacía, semejante a las rutinas sectarias.
3:17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, -- en el culto, en la obra de la iglesia y todo lo que hacéis: trabajar, dormir, comer, viajar, invertir, divertirse, etc., todas las actividades de la vida.
-- hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, -- Como El dirige, por su autoridad, por y para su honor y gloria. "Buscando su dirección y ayuda, y deseando obrar de modo de ganar su aprobación (Rom. 14:8)" (JFB). Hay otras expresiones que están bien relacionadas con esta ("hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús"): p. ej., lo que "conviene en el Señor" (3:18); lo que "agrada al Señor" (3:20); "hacedlo ... para el Señor" (3:23); "obedeced en el Señor" (Efes. 6:1).
Al obedecer este mandamiento los colosenses rechazaban la hueca filosofía de los falsos maestros y todos sus mandamientos de hombres (2:8, 17, 22) y al obedecerlo nosotros rechazamos el uso de instrumentos de música en el culto, porque esto no se puede practicar "en el nombre del Señor Jesús". Los que los usan no lo hacen para el honor y gloria de Cristo, sino para satisfacer los deseos carnales del pueblo. También rechazamos las innovaciones introducidas en la iglesia del Señor (p. ej., iglesias patrocinadoras o instituciones de la iglesia de Cristo, por las cuales todas las iglesias pueden centralizar sus fondos para hacer obras de "la iglesia universal" como si fuera una denominación. Esto no se practica "en el nombre del Señor Jesús").
-- dando gracias a Dios Padre por medio de él. -- Véanse las notas sobre "sed agradecidos", 3:15; 4:2.
Este versículo (3:17) debe aplicarse también a los siguientes versículos (3:18 - 4:6). De hecho todas las cualidades de la nueva vida en Cristo se necesitan urgentemente en el hogar, como también en el empleo. En el hogar debemos buscar las cosas de arriba, siempre despojándonos del viejo hombre y vistiéndonos del nuevo.