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!!BIENBENIDOS!!!

El Ministerio Cristiano Israel nace en el corazón de Dios hace algun tiempo despertando una necesidad tremenda en el estudio de la palabra, con mis comienzos en el estudio de la palabra a los 18 años de edad. Desde entonces he tenido un vivo deceo de llevar la palabra de Dios a las naciones.

Hoy quiero invitarte a conocer profundamente el mensaje de nuestro Señor a las naciones como así también profundizar tus conocimientos sobre su vida, persona, poder, magnificencia, reino, Amor, fidelidad, misericordia, etc... Aquí podrás conocer la historia de Israel en sus comienzos en el A.T como también en el N.T el proceso del nuevo pacto que nos permitio acceder a sus promesas.

Espero que sea una fuente rica para el conocimiento verdadero de sus verdad.

"EL TEMOR DEL SEÑOR ES EL PRINCIPIO DEL CONOCIMIENTO; LOS NECIOS DESPRESIAN LA SABIDURIA Y LA DISCIPLINA". PROVERVIOS CAP 1:7.

Evangelio San Juan 21

Juan 21
21:1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias (Galilea, Mar. 14:28; 16:7); y se manifestó de esta manera: -- Los enemigos de Cristo dicen que los apóstoles y las mujeres tenían visiones o alucinaciones de la supuesta resurrección de Cristo, pero la palabra manifestarse no quiere decir visión (ni mucho menos alucinación).
Antes de morir Jesús dijo a sus discípulos, "Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea" (Mat. 26:32). Repitió esta promesa después de resucitar (Mat. 28:10, dijo a las mujeres, "id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán"). Ya no vivía con ellos como antes, sino que se manifestaba a ellos en distintos lugares durante cuarenta días.
21:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo (compárese 20:24, "Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino", pero esta vez estaba con ellos), Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. -- Los apóstoles han ido a Galilea como el Señor les ordenó (Mat. 28:7, 10).
21:3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar -- No dice "Voy a volver al negocio de pescar, sino simplemente que voy a pescar" (JBC).
-- Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. -- Algunos suponen que los apóstoles pensaron volver a su trabajo (negocio) de pescar por estar tan desanimados, pero en primer lugar, volvieron a Galilea como Jesús les había dicho, y en segundo lugar, volvieron a la pesca para comer (ganarse la vida), pues ya no tenían "la bolsa" de dinero que contenía ofrendas para la obra de Cristo y sus apóstoles (p. ej., la ayuda de muchas mujeres que "le servían de sus bienes", Luc. 8:3).
-- Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. -- Comúnmente pescaban de noche.
21:4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. -- Compárese 20:14 notas; Mar. 16:12. Vieron el milagro antes de saber que era Jesús quien hablaba con ellos. Reconocieron que se había hecho un milagro antes de reconocer a Jesús.
21:5 Y les dijo: Hijitos (1 Jn. 2:18), ¿tenéis algo de comer? (pregunta que esperaba respuesta negativa, pues Jesús es omnisciente) Le respondieron: No. -- Así fue para que estuvieran preparados mentalmente para apreciar otra pesca milagrosa. ¡Cuántas veces el Señor nos deja con el barco vacío para poder llenarlo de acuerdo con su voluntad!
21:6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis (otro ejemplo de su omnisciencia). Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. -- Se repite el milagro de Luc. 5:6, 7, pero en este primer milagro "su red se rompía" y aquí no.
21:7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! -- Pedro se ve frecuentemente como el líder de los apóstoles, pero aquí se ve que él tenía que ser instruido por Juan (Reuss, citado por FLG). Compárese también 20:7, 8, Juan "vio, y creyó". Juan "dijo a Pedro"; repetidas veces se observa que estos dos apóstoles eran íntimos amigos: 1:41; 13:34; 18:15; 20:2; Hech. 3:1, 4, 5; 8:14.
Es muy probable que esta pesca milagrosa les haya recordado de la otra al principio de su ministerio (Luc. 5:6).
-- Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella; gumnós, desnudo, véase LBLA, margen, "Lit., estaba desnudo"), -- Pero la palabra gumnós (desnudo) no quería decir "sin ropa alguna", sino que llevaba sólo el chitón, túnica (19:23), la ropa interior. Debe aclararse, sin embargo, que el chitón que la gente de aquel tiempo llevaba, cubría el cuerpo mejor que muchas "prendas" modernas (shorts, minifaldas, ropa transparente, etc.); por consiguiente, muchísimas personas que llevan "prendas" modernas andan desnudas, según la definición bíblica de la palabra.
-- y se echó al mar. -- Cuando ocurrió el primer milagro de la pesca milagrosa (Luc. 5:4-11), "Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él" (Luc. 5:8, 9).
21:8 - 10 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos (unos cien metros, LBLA). Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. -- Aunque el modernista William Barclay está equivocado al decir que la pesca maravillosa de este texto no fue un milagro, él da una buena razón por la cual se relata: "Los Evangelios se preocupan de manera especial en afirmar que el Cristo resucitado no era una visión, ni una alucinación, ni siquiera un espíritu sino una persona real. Insisten que el sepulcro estaba vacío. Afirman que el Cristo resucitado tenía un cuerpo real con las señales de los clavos y de la lanza que le atravesó el costado ... No es probable que una visión o un espíritu señale un cardumen de peces a un grupo de pescadores. Tampoco encendería un fuego en la orilla de un lago. Ni es probable que una visión o un espíritu prepare una comida y la comparta con otros. Sin embargo, tal como se representa este relato, eso fue lo que hizo el Cristo resucitado ... No se trataba de una visión, ni del producto de la imaginación excitada de algunos discípulos; no se trataba de la aparición de un fantasma o espíritu: era Jesús que había vencido a la muerte y que ahora regresaba".
21:11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, (en estos detalles se ve el vigor físico de los apóstoles) ciento cincuenta y tres (Juan, como testigo ocular, sabía el número exacto de peces en la red, y lo registra para enfatizar el aspecto milagroso del evento. Compárese 6:10, "cinco mil varones". A diferencia de "no pescaron nada" (21:3), ahora pescaron ciento cincuenta y tres grandes peces (AB). ¡Esto les era muy impresionante!) y aun siendo tantos, la red no se rompió (compárese Luc. 5:6, la otra pesca milagrosa, "y su red se rompía". Hay otras diferencias entre los dos milagros: Cristo en la tierra - Cristo en una barca; una barca - dos barcas; sacó la red a tierra - llenaban ambas barcas; ciento cincuenta y tres peces - peces no contados. Es muy obvio, pues, que Lucas y Juan no hablan del mismo milagro).
21:12, 13 Les dijo Jesús: Venid, comed (Hech. 10:41). Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. -- No dijeron como Pedro dijo en la otra ocasión semejante, "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador" (Luc. 5:8), pero sí quedaron muy impresionados por su omnipotencia y omnisciencia.
-- Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. -- "Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos" (Luc. 24:41, 42). En su discurso en la casa de Cornelio Pedro enfatizó que Cristo se manifestó "no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos" (Hech. 10:41).
21:14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos (20:19, 26), después de haber resucitado de los muertos. -- Los cuatro Evangelios registran doce apariciones específicas. Apareció:
(1) a María Magdalena (20:11-18; Mar. 16:9-11);
(2) a las otras mujeres (Mat. 28:9, 10);
(3) a Cleofas y su compañero (Luc. 24:13-25);
(4) a Simón Pedro (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5);
(5) a los apóstoles (Tomás estuvo ausente), 20:19-23; Luc. 24:33, 36-49;
(6) a los apóstoles, incluyendo a Tomás (20:24-29);
(7) a los siete "junto al mar de Tiberias" (21:1-23);
(8) a los once apóstoles en Galilea en "el monte donde Jesús les había ordenado" (Mat. 28:16-20);
(9) "a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Cor. 15:6);
(10) a Jacobo (1 Cor. 15:7);
(11) a los once "en el monte que se llama del Olivar" (Luc. 24:50, 51; Hech. 1:6-11);
(12) "y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo" (LBLA) apareció a Pablo (1 Cor. 15:8).
(Y posiblemente a otros en otras ocasiones, Hech. 1:3).
21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás (su nombre propio, Mat. 16:16, 17; "Pedro" era su apodo, 1:42), ¿me amas (agapao) más que éstos? -- Más que estos discípulos; le hace esta pregunta porque Pedro había dicho, "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mat. 26:33). (Algunos suponen que éstos se refiere al barco, la red, etc. del trabajo de pescador, pero no hay nada que indique que Pedro hubiera dado preferencia a su trabajo secular, pues volvieron a pescar porque tenían que comer).
En los versículos 15-17 Jesús y Pedro emplean dos verbos distintos (agapao, fileo) que se traducen amar. La Versión Valera no distingue entre los dos verbos griegos, pero otras versiones (p. ej., LBLA, VM, VLA) sí lo hacen. Según el Sr. W. E. Vine, el verbo amas (agapao) usado por Cristo "sólo puede ser conocido en base de las acciones que provoca". El se refiere a este amor como "amor cristiano". Dice, "El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama sólo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. El amor busca el bien de todos, Ro 15:2, y no busca el mal de nadie, 13:8-10; el amor busca la oportunidad de hacer el bien a Error! Reference source not found.. Gá 6:10 ... el amor que valora y estima ... un amor desprendido, dispuesto a servir". "Siempre que se da un mandato o precepto ... el verbo es siempre agapao (no fileo, wp) ... Se me puede ordenar que busque (lo que considero) el bien de alguien (agapao, wp), y que lo haga por un motivo elevado e idealista ... No se me puede ordenar que sienta afecto (fileo, wp) por una persona. La dedicación y la emoción no son lo mismo ... agapao en este episodio indica amor profundo, total, inteligente y voluntario, amor en el que toda la personalidad (no sólo las emociones, sino también la mente y la voluntad) desempeña un papel destacado" (GH).
-- Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, LBLA, VM, VLA, fileo o phileo) (no dice que le ama "más que éstos"). -- Pedro emplea el verbo fileo que "denota más bien un afecto entrañable" (WEV); "afecto natural espontáneo, en el cual las emociones juegan un papel más destacado que el intelecto o la voluntad" (GH). "El verbo agapan es el amor de inteligencia, razón y comprensión, con su correspondiente propósito; en esto su contenido grandemente supera al otro tipo de amor ... Nunca se podría decir que Dios philei al mundo pecador; en cuanto a lo que toca el philein solamente pudiera haber abominado al mundo sucio. Jesús nunca enseñó que amáramos al enemigo en el sentido de philein; El mismo no amó al mundo en este sentido. Pero agapan, sí, con este amor Dios sí amó al mundo, y nosotros podemos amar a los enemigos, comprendiendo todo el mal de ellos y extendiéndonos con el poderoso propósito de remover ese mal" (RCHL).
-- El le dijo: Apacienta mis corderos (a sus discípulos más jóvenes e inmaturos). -- Lo que Pedro hiciera por los discípulos de Cristo lo haría por Cristo mismo (Mat. 25:31-46; Hech. 9:1-6) (PTB).
Compárese Luc. 22:32, "y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos". En esta ocasión el Señor facilitó a Pedro una oportunidad para confirmar su amor por El, y también confirmó a Pedro en la obra, pues tres veces Jesús le encargó la obra de apacentar o pastorear su corderos y ovejas. A pesar de la negación de Pedro el Señor lo tomaba muy en cuenta: el ángel dijo a las mujeres, "id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea" (Mar. 16:7); los dos que habían conversado con Cristo en el camino a Emaús dijeron a los once que "Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón" (Luc. 24:34); "apareció a Cefas" (1 Cor. 15:5).
Este texto indica que Jesús tenía mucha confianza en Pedro y éste, al apacentar las ovejas de Cristo, había de probar su amor por el Buen Pastor (10:1-18). Aprendió este trabajo muy bien (1 Ped. 5:1-4). Había de apacentar (pastorear) las ovejas de Jesús, pero estos términos no indican que él sería el "Papa" de la iglesia, pues tanto él, como Pablo, emplean los mismos términos para hablar de la obra de los ancianos de la iglesia (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:1-4) (RH).
21:16, 17 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas (agapas)? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, fileo, LBLA, VM, VLA). Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas (fileo, el verbo usado por Pedro)? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas (fileo)? -- Jesús lastimó a Pedro para sanarle. Habiendo negado a Cristo tres veces, ahora debe confirmar su amor tres veces. Se ve muy cambiado, muy humillado delante su Señor. Ya no volvería a jactarse de serle más fiel que los demás (Mat. 26:33).
Algunos suponen que los dos verbos (agapao, fileo) se deben traducir de la misma manera (amar), como lo hace la Versión Valera, pero en este caso la conversación entre Cristo y Pedro "se reduce a una simple repetición. No hay, pues, progreso entre las preguntas dos y tres. Jesús vuelve a preguntar lo que Pedro acababa de contestar ... El hecho mismo de que Pedro en su respuesta escoja una palabra diferente que la que utiliza Jesús en la pregunta, y que lo haga no una vez sino dos seguidas, apunta en la dirección de una diferencia en significado ... entre las dos palabras" (GH).
-- y le respondió: Señor, tú lo sabes todo (Pedro había refutado la omnisciencia de Jesús, Mar. 14:30, 31, pero ahora la reconoce, 1:49; 2:24, 25; 4:19); tú sabes que te amo (fileo). Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. -- Este trabajo no era sólo para Pedro, sino para todos los apóstoles. Compárese Mat. 16:19 y 18:18; 28:19; Mar. 16:15, 16; Luc. 24:47.
21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías (esto indica plena libertad de movimiento); mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. -- La tradición dice que Pedro fue crucificado, pero la expresión "extenderás tus manos" no se refiere a extender sus manos para ser crucificado, sino para que otro le atara (p. ej., como se ve en Hech. 21:11) y le llevará "a donde no quieras". Pedro era un hombre impulsivo y agresivo que siempre actuaba con toda libertad; el perder ese libertad era un duro castigo para él.
21:19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. -- La muerte de Pedro sería violenta. "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después" (13:36). Compárese Hech. 9:16, acerca de Pablo Jesús dijo, "Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre". "Eusebio, Libro 3, Capítulo 1, reporta: Error! Reference source not found." (RCHL). Como Cristo glorificó al Padre en su muerte (17:1), Pedro seguiría su ejemplo. Compárese Fil. 1:20; 1 Ped. 4:16. En su segunda carta (2 Ped. 1:14) dice, "sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado".
-- Y dicho esto, añadió: Sígueme. -- Cuando Jesús llamó a Pedro y sus compañeros para ser apóstoles, les dijo, "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" (Mat. 4:19). Ahora después de su resurrección vuelve a decirle, "Sígueme". Pedro lo hizo, no como el supuesto "Papa" de la iglesia, sino como un fiel apóstol.
Este texto (21:15-17) indica claramente que Jesús había perdonado a Pedro por haberle negado. Esto se confirma en la obra futura de Pedro comenzando el día de Pentecostés.
"Debemos notar lo que hizo el amor por Pedro. (a) Le dio una tarea. Error! Reference source not found. dijo Jesús, Error! Reference source not found.. Sólo podemos demostrar que amamos a Jesús amando a otros. El amor es el mayor privilegio del mundo pero también acarrea las mayores responsabilidades. (b) El amor dio una cruz a Pedro ... El amor le proporcionó una tarea y una cruz. El amor siempre implica responsabilidades y sacrificios. Y no amamos a Cristo de verdad a menos que estemos dispuestos a enfrentar su tarea y a cargar su cruz" (WB).
21:20, 21 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él -- Este versículo confirma que "el discípulo a quien amaba Jesús" era uno de los apóstoles, y seguramente si era "el discípulo a quien amaba Jesús", era de los tres "escogidos", Pedro, Santiago y Juan, Mat. 17:1; 26:37; Luc. 8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar sólo a él mismo), y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? -- Pedro pregunta acerca del futuro de Juan porque eran íntimos amigos (1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hech. 3:1; 8:14) y se preocupaba por él. Estaban unidos en la vida; ¿estarían unidos en la muerte?
21:22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. -- Pedro no debería distraerse ni por un momento pensando en lo que tal vez pasara con su amigo Juan. Debería concentrarse en seguir a Cristo, espiritual y físicamente. Como se ve en Hechos de los Apóstoles Pedro fielmente siguió a Cristo, a pesar de amenazas, azotes, prisiones y muchas otras pruebas.
21:23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría (es decir, que Cristo vendría antes de la muerte de Juan; compárese 2 Tes. 2:1-4). Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? -- ¿Quién más que Juan hubiera querido aclarar lo que Jesús había dicho y, de esa manera, acabar con un rumor falso? (FLG). Esto bien ilustra lo muy deficiente (y lo peligroso) de la tradición oral y recalca la importancia de la palabra escrita.
21:24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; -- Juan se refiere a sí mismo (21:20). Dice "pienso" en el siguiente versículo. No es razonable que Juan hablara repetidas veces de otro apóstol (aparte de sí mismo) sin dar su nombre, pues a través del libro él habla de ellos por nombre. Sin duda alguna Juan se refiere a sí mismo.
-- y sabemos que su testimonio es verdadero. Porque era un hombre honrado, con carácter intachable, que amaba la verdad y era amado por Jesús. Algunos suponen que la palabra sabemos indica que otros (¿los ancianos de Efeso?) agregaron estas palabras finales, pero Juan simplemente se identifica a sí mismo entre los que creen este testimonio inspirado. ¿Cómo no creería su propio testimonio?
21:25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, (pues era muy activo durante todo el ministerio, Hech. 10:38) las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. -- Juan emplea esta figura de retórica llamada hipérbole (exageración) para enfatizar. Compárense Gén. 11:4; 15:5; Núm. 13:33; Dan. 4:20.
¿Cómo podían Juan y Pedro, hombres "sin letras y del vulgo" (Hech. 4:13) escribir tales libros? En primer lugar, "les reconocían que habían estado con Jesús", y en segundo lugar, fueron guiados por el Espíritu Santo (14:26; 16:13).
Lo importante es que este libro de Juan (como también los de los otros tres escritores) eran y son muy adecuados para producir fe en Cristo para obtener la salvación (20:30, 31).
"Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él" (12:37). ¿Por qué?
1. Porque la fe de muchos es superficial, 2:23.
2. Porque muchos no quieren lo espiritual, sino sólo lo material (6:27, 60, 66).
3. Porque muchos temen a los hombres, 7:13; 9:21, 22; 12:42 (gobernantes); el ejemplo sobresaliente de la cobardía fue Pilato, 18:38; 19:1-4, 6.
4. Porque muchos no aman a Dios (5:42), sino las tinieblas (3:19, 20), la gloria de los hombres (5:44; 12:42, 43), a sí mismos y cosas materiales.
5. Porque muchos tienen corazones endurecidos, (12:37-40;Luc. 8:11-15). Adviértase cómo los judíos trataron al hombre que nació ciego; estaban resueltos a no aceptar la verdad obvia (cap. 9); los soldados jugaron al pie de la cruz durante la suprema agonía de Jesús.
6. Por causa del orgullo intelectual (7:48).
7. Por causa de la indiferencia. (Estos siete puntos por HH).
* * * * * * * * * *
Wayne Partain
4414 Forest Green
San Antonio, TX 78222-3730
Juan 21
21:1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias (Galilea, Mar. 14:28; 16:7); y se manifestó de esta manera: -- Los enemigos de Cristo dicen que los apóstoles y las mujeres tenían visiones o alucinaciones de la supuesta resurrección de Cristo, pero la palabra manifestarse no quiere decir visión (ni mucho menos alucinación).
Antes de morir Jesús dijo a sus discípulos, "Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea" (Mat. 26:32). Repitió esta promesa después de resucitar (Mat. 28:10, dijo a las mujeres, "id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán"). Ya no vivía con ellos como antes, sino que se manifestaba a ellos en distintos lugares durante cuarenta días.
21:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo (compárese 20:24, "Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino", pero esta vez estaba con ellos), Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. -- Los apóstoles han ido a Galilea como el Señor les ordenó (Mat. 28:7, 10).
21:3 Simón Pedro les dijo: Voy a pescar -- No dice "Voy a volver al negocio de pescar, sino simplemente que voy a pescar" (JBC).
-- Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. -- Algunos suponen que los apóstoles pensaron volver a su trabajo (negocio) de pescar por estar tan desanimados, pero en primer lugar, volvieron a Galilea como Jesús les había dicho, y en segundo lugar, volvieron a la pesca para comer (ganarse la vida), pues ya no tenían "la bolsa" de dinero que contenía ofrendas para la obra de Cristo y sus apóstoles (p. ej., la ayuda de muchas mujeres que "le servían de sus bienes", Luc. 8:3).
-- Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. -- Comúnmente pescaban de noche.
21:4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. -- Compárese 20:14 notas; Mar. 16:12. Vieron el milagro antes de saber que era Jesús quien hablaba con ellos. Reconocieron que se había hecho un milagro antes de reconocer a Jesús.
21:5 Y les dijo: Hijitos (1 Jn. 2:18), ¿tenéis algo de comer? (pregunta que esperaba respuesta negativa, pues Jesús es omnisciente) Le respondieron: No. -- Así fue para que estuvieran preparados mentalmente para apreciar otra pesca milagrosa. ¡Cuántas veces el Señor nos deja con el barco vacío para poder llenarlo de acuerdo con su voluntad!
21:6 El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis (otro ejemplo de su omnisciencia). Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. -- Se repite el milagro de Luc. 5:6, 7, pero en este primer milagro "su red se rompía" y aquí no.
21:7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! -- Pedro se ve frecuentemente como el líder de los apóstoles, pero aquí se ve que él tenía que ser instruido por Juan (Reuss, citado por FLG). Compárese también 20:7, 8, Juan "vio, y creyó". Juan "dijo a Pedro"; repetidas veces se observa que estos dos apóstoles eran íntimos amigos: 1:41; 13:34; 18:15; 20:2; Hech. 3:1, 4, 5; 8:14.
Es muy probable que esta pesca milagrosa les haya recordado de la otra al principio de su ministerio (Luc. 5:6).
-- Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella; gumnós, desnudo, véase LBLA, margen, "Lit., estaba desnudo"), -- Pero la palabra gumnós (desnudo) no quería decir "sin ropa alguna", sino que llevaba sólo el chitón, túnica (19:23), la ropa interior. Debe aclararse, sin embargo, que el chitón que la gente de aquel tiempo llevaba, cubría el cuerpo mejor que muchas "prendas" modernas (shorts, minifaldas, ropa transparente, etc.); por consiguiente, muchísimas personas que llevan "prendas" modernas andan desnudas, según la definición bíblica de la palabra.
-- y se echó al mar. -- Cuando ocurrió el primer milagro de la pesca milagrosa (Luc. 5:4-11), "Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él" (Luc. 5:8, 9).
21:8 - 10 Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos (unos cien metros, LBLA). Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. -- Aunque el modernista William Barclay está equivocado al decir que la pesca maravillosa de este texto no fue un milagro, él da una buena razón por la cual se relata: "Los Evangelios se preocupan de manera especial en afirmar que el Cristo resucitado no era una visión, ni una alucinación, ni siquiera un espíritu sino una persona real. Insisten que el sepulcro estaba vacío. Afirman que el Cristo resucitado tenía un cuerpo real con las señales de los clavos y de la lanza que le atravesó el costado ... No es probable que una visión o un espíritu señale un cardumen de peces a un grupo de pescadores. Tampoco encendería un fuego en la orilla de un lago. Ni es probable que una visión o un espíritu prepare una comida y la comparta con otros. Sin embargo, tal como se representa este relato, eso fue lo que hizo el Cristo resucitado ... No se trataba de una visión, ni del producto de la imaginación excitada de algunos discípulos; no se trataba de la aparición de un fantasma o espíritu: era Jesús que había vencido a la muerte y que ahora regresaba".
21:11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, (en estos detalles se ve el vigor físico de los apóstoles) ciento cincuenta y tres (Juan, como testigo ocular, sabía el número exacto de peces en la red, y lo registra para enfatizar el aspecto milagroso del evento. Compárese 6:10, "cinco mil varones". A diferencia de "no pescaron nada" (21:3), ahora pescaron ciento cincuenta y tres grandes peces (AB). ¡Esto les era muy impresionante!) y aun siendo tantos, la red no se rompió (compárese Luc. 5:6, la otra pesca milagrosa, "y su red se rompía". Hay otras diferencias entre los dos milagros: Cristo en la tierra - Cristo en una barca; una barca - dos barcas; sacó la red a tierra - llenaban ambas barcas; ciento cincuenta y tres peces - peces no contados. Es muy obvio, pues, que Lucas y Juan no hablan del mismo milagro).
21:12, 13 Les dijo Jesús: Venid, comed (Hech. 10:41). Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. -- No dijeron como Pedro dijo en la otra ocasión semejante, "Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador" (Luc. 5:8), pero sí quedaron muy impresionados por su omnipotencia y omnisciencia.
-- Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. -- "Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos" (Luc. 24:41, 42). En su discurso en la casa de Cornelio Pedro enfatizó que Cristo se manifestó "no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos" (Hech. 10:41).
21:14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos (20:19, 26), después de haber resucitado de los muertos. -- Los cuatro Evangelios registran doce apariciones específicas. Apareció:
(1) a María Magdalena (20:11-18; Mar. 16:9-11);
(2) a las otras mujeres (Mat. 28:9, 10);
(3) a Cleofas y su compañero (Luc. 24:13-25);
(4) a Simón Pedro (Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5);
(5) a los apóstoles (Tomás estuvo ausente), 20:19-23; Luc. 24:33, 36-49;
(6) a los apóstoles, incluyendo a Tomás (20:24-29);
(7) a los siete "junto al mar de Tiberias" (21:1-23);
(8) a los once apóstoles en Galilea en "el monte donde Jesús les había ordenado" (Mat. 28:16-20);
(9) "a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Cor. 15:6);
(10) a Jacobo (1 Cor. 15:7);
(11) a los once "en el monte que se llama del Olivar" (Luc. 24:50, 51; Hech. 1:6-11);
(12) "y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo" (LBLA) apareció a Pablo (1 Cor. 15:8).
(Y posiblemente a otros en otras ocasiones, Hech. 1:3).
21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás (su nombre propio, Mat. 16:16, 17; "Pedro" era su apodo, 1:42), ¿me amas (agapao) más que éstos? -- Más que estos discípulos; le hace esta pregunta porque Pedro había dicho, "Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mat. 26:33). (Algunos suponen que éstos se refiere al barco, la red, etc. del trabajo de pescador, pero no hay nada que indique que Pedro hubiera dado preferencia a su trabajo secular, pues volvieron a pescar porque tenían que comer).
En los versículos 15-17 Jesús y Pedro emplean dos verbos distintos (agapao, fileo) que se traducen amar. La Versión Valera no distingue entre los dos verbos griegos, pero otras versiones (p. ej., LBLA, VM, VLA) sí lo hacen. Según el Sr. W. E. Vine, el verbo amas (agapao) usado por Cristo "sólo puede ser conocido en base de las acciones que provoca". El se refiere a este amor como "amor cristiano". Dice, "El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama sólo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. El amor busca el bien de todos, Ro 15:2, y no busca el mal de nadie, 13:8-10; el amor busca la oportunidad de hacer el bien a Error! Reference source not found.. Gá 6:10 ... el amor que valora y estima ... un amor desprendido, dispuesto a servir". "Siempre que se da un mandato o precepto ... el verbo es siempre agapao (no fileo, wp) ... Se me puede ordenar que busque (lo que considero) el bien de alguien (agapao, wp), y que lo haga por un motivo elevado e idealista ... No se me puede ordenar que sienta afecto (fileo, wp) por una persona. La dedicación y la emoción no son lo mismo ... agapao en este episodio indica amor profundo, total, inteligente y voluntario, amor en el que toda la personalidad (no sólo las emociones, sino también la mente y la voluntad) desempeña un papel destacado" (GH).
-- Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, LBLA, VM, VLA, fileo o phileo) (no dice que le ama "más que éstos"). -- Pedro emplea el verbo fileo que "denota más bien un afecto entrañable" (WEV); "afecto natural espontáneo, en el cual las emociones juegan un papel más destacado que el intelecto o la voluntad" (GH). "El verbo agapan es el amor de inteligencia, razón y comprensión, con su correspondiente propósito; en esto su contenido grandemente supera al otro tipo de amor ... Nunca se podría decir que Dios philei al mundo pecador; en cuanto a lo que toca el philein solamente pudiera haber abominado al mundo sucio. Jesús nunca enseñó que amáramos al enemigo en el sentido de philein; El mismo no amó al mundo en este sentido. Pero agapan, sí, con este amor Dios sí amó al mundo, y nosotros podemos amar a los enemigos, comprendiendo todo el mal de ellos y extendiéndonos con el poderoso propósito de remover ese mal" (RCHL).
-- El le dijo: Apacienta mis corderos (a sus discípulos más jóvenes e inmaturos). -- Lo que Pedro hiciera por los discípulos de Cristo lo haría por Cristo mismo (Mat. 25:31-46; Hech. 9:1-6) (PTB).
Compárese Luc. 22:32, "y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos". En esta ocasión el Señor facilitó a Pedro una oportunidad para confirmar su amor por El, y también confirmó a Pedro en la obra, pues tres veces Jesús le encargó la obra de apacentar o pastorear su corderos y ovejas. A pesar de la negación de Pedro el Señor lo tomaba muy en cuenta: el ángel dijo a las mujeres, "id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea" (Mar. 16:7); los dos que habían conversado con Cristo en el camino a Emaús dijeron a los once que "Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón" (Luc. 24:34); "apareció a Cefas" (1 Cor. 15:5).
Este texto indica que Jesús tenía mucha confianza en Pedro y éste, al apacentar las ovejas de Cristo, había de probar su amor por el Buen Pastor (10:1-18). Aprendió este trabajo muy bien (1 Ped. 5:1-4). Había de apacentar (pastorear) las ovejas de Jesús, pero estos términos no indican que él sería el "Papa" de la iglesia, pues tanto él, como Pablo, emplean los mismos términos para hablar de la obra de los ancianos de la iglesia (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:1-4) (RH).
21:16, 17 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas (agapas)? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo (quiero, fileo, LBLA, VM, VLA). Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas (fileo, el verbo usado por Pedro)? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas (fileo)? -- Jesús lastimó a Pedro para sanarle. Habiendo negado a Cristo tres veces, ahora debe confirmar su amor tres veces. Se ve muy cambiado, muy humillado delante su Señor. Ya no volvería a jactarse de serle más fiel que los demás (Mat. 26:33).
Algunos suponen que los dos verbos (agapao, fileo) se deben traducir de la misma manera (amar), como lo hace la Versión Valera, pero en este caso la conversación entre Cristo y Pedro "se reduce a una simple repetición. No hay, pues, progreso entre las preguntas dos y tres. Jesús vuelve a preguntar lo que Pedro acababa de contestar ... El hecho mismo de que Pedro en su respuesta escoja una palabra diferente que la que utiliza Jesús en la pregunta, y que lo haga no una vez sino dos seguidas, apunta en la dirección de una diferencia en significado ... entre las dos palabras" (GH).
-- y le respondió: Señor, tú lo sabes todo (Pedro había refutado la omnisciencia de Jesús, Mar. 14:30, 31, pero ahora la reconoce, 1:49; 2:24, 25; 4:19); tú sabes que te amo (fileo). Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. -- Este trabajo no era sólo para Pedro, sino para todos los apóstoles. Compárese Mat. 16:19 y 18:18; 28:19; Mar. 16:15, 16; Luc. 24:47.
21:18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías (esto indica plena libertad de movimiento); mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. -- La tradición dice que Pedro fue crucificado, pero la expresión "extenderás tus manos" no se refiere a extender sus manos para ser crucificado, sino para que otro le atara (p. ej., como se ve en Hech. 21:11) y le llevará "a donde no quieras". Pedro era un hombre impulsivo y agresivo que siempre actuaba con toda libertad; el perder ese libertad era un duro castigo para él.
21:19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. -- La muerte de Pedro sería violenta. "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después" (13:36). Compárese Hech. 9:16, acerca de Pablo Jesús dijo, "Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre". "Eusebio, Libro 3, Capítulo 1, reporta: Error! Reference source not found." (RCHL). Como Cristo glorificó al Padre en su muerte (17:1), Pedro seguiría su ejemplo. Compárese Fil. 1:20; 1 Ped. 4:16. En su segunda carta (2 Ped. 1:14) dice, "sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado".
-- Y dicho esto, añadió: Sígueme. -- Cuando Jesús llamó a Pedro y sus compañeros para ser apóstoles, les dijo, "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres" (Mat. 4:19). Ahora después de su resurrección vuelve a decirle, "Sígueme". Pedro lo hizo, no como el supuesto "Papa" de la iglesia, sino como un fiel apóstol.
Este texto (21:15-17) indica claramente que Jesús había perdonado a Pedro por haberle negado. Esto se confirma en la obra futura de Pedro comenzando el día de Pentecostés.
"Debemos notar lo que hizo el amor por Pedro. (a) Le dio una tarea. Error! Reference source not found. dijo Jesús, Error! Reference source not found.. Sólo podemos demostrar que amamos a Jesús amando a otros. El amor es el mayor privilegio del mundo pero también acarrea las mayores responsabilidades. (b) El amor dio una cruz a Pedro ... El amor le proporcionó una tarea y una cruz. El amor siempre implica responsabilidades y sacrificios. Y no amamos a Cristo de verdad a menos que estemos dispuestos a enfrentar su tarea y a cargar su cruz" (WB).
21:20, 21 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él -- Este versículo confirma que "el discípulo a quien amaba Jesús" era uno de los apóstoles, y seguramente si era "el discípulo a quien amaba Jesús", era de los tres "escogidos", Pedro, Santiago y Juan, Mat. 17:1; 26:37; Luc. 8:51. Al hablar de los otros apóstoles Juan especifica el nombre de ellos; por lo tanto, la única conclusión lógica es que esta descripción se puede aplicar sólo a él mismo), y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? -- Pedro pregunta acerca del futuro de Juan porque eran íntimos amigos (1:41; 13:24; 18:15; 20:2; 21:7; Hech. 3:1; 8:14) y se preocupaba por él. Estaban unidos en la vida; ¿estarían unidos en la muerte?
21:22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. -- Pedro no debería distraerse ni por un momento pensando en lo que tal vez pasara con su amigo Juan. Debería concentrarse en seguir a Cristo, espiritual y físicamente. Como se ve en Hechos de los Apóstoles Pedro fielmente siguió a Cristo, a pesar de amenazas, azotes, prisiones y muchas otras pruebas.
21:23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría (es decir, que Cristo vendría antes de la muerte de Juan; compárese 2 Tes. 2:1-4). Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? -- ¿Quién más que Juan hubiera querido aclarar lo que Jesús había dicho y, de esa manera, acabar con un rumor falso? (FLG). Esto bien ilustra lo muy deficiente (y lo peligroso) de la tradición oral y recalca la importancia de la palabra escrita.
21:24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; -- Juan se refiere a sí mismo (21:20). Dice "pienso" en el siguiente versículo. No es razonable que Juan hablara repetidas veces de otro apóstol (aparte de sí mismo) sin dar su nombre, pues a través del libro él habla de ellos por nombre. Sin duda alguna Juan se refiere a sí mismo.
-- y sabemos que su testimonio es verdadero. Porque era un hombre honrado, con carácter intachable, que amaba la verdad y era amado por Jesús. Algunos suponen que la palabra sabemos indica que otros (¿los ancianos de Efeso?) agregaron estas palabras finales, pero Juan simplemente se identifica a sí mismo entre los que creen este testimonio inspirado. ¿Cómo no creería su propio testimonio?
21:25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, (pues era muy activo durante todo el ministerio, Hech. 10:38) las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén. -- Juan emplea esta figura de retórica llamada hipérbole (exageración) para enfatizar. Compárense Gén. 11:4; 15:5; Núm. 13:33; Dan. 4:20.
¿Cómo podían Juan y Pedro, hombres "sin letras y del vulgo" (Hech. 4:13) escribir tales libros? En primer lugar, "les reconocían que habían estado con Jesús", y en segundo lugar, fueron guiados por el Espíritu Santo (14:26; 16:13).
Lo importante es que este libro de Juan (como también los de los otros tres escritores) eran y son muy adecuados para producir fe en Cristo para obtener la salvación (20:30, 31).
"Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él" (12:37). ¿Por qué?
1. Porque la fe de muchos es superficial, 2:23.
2. Porque muchos no quieren lo espiritual, sino sólo lo material (6:27, 60, 66).
3. Porque muchos temen a los hombres, 7:13; 9:21, 22; 12:42 (gobernantes); el ejemplo sobresaliente de la cobardía fue Pilato, 18:38; 19:1-4, 6.
4. Porque muchos no aman a Dios (5:42), sino las tinieblas (3:19, 20), la gloria de los hombres (5:44; 12:42, 43), a sí mismos y cosas materiales.
5. Porque muchos tienen corazones endurecidos, (12:37-40;Luc. 8:11-15). Adviértase cómo los judíos trataron al hombre que nació ciego; estaban resueltos a no aceptar la verdad obvia (cap. 9); los soldados jugaron al pie de la cruz durante la suprema agonía de Jesús.
6. Por causa del orgullo intelectual (7:48).
7. Por causa de la indiferencia. (Estos siete puntos por HH).

Evangelio San Juan 20

Juan 20
20:1 El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; -- Jesús resucitó de entre los muertos el primer día de la semana (Mat. 28:1; Mar. 16:1, 2; Luc. 24:1). Recuérdese que el día de reposo terminaba y el primer día comenzaba al ponerse el sol. Por eso, no importa si todavía estaba oscuro cuando Jesús se levantó. Por eso dice Mat. 28:1, "Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana ..."
Los Adventistas del Séptimo Día afirman que Jesús resucitó en el día de reposo, pero obsérvese el relato de Lucas 24: (1) 24:1, "El primer día de la semana, muy de mañana ... "; (2) 24:13, "Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea ..."; (3) 24:19-21, "ellos le dijeron ... le crucificaron ... hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido". La conclusión innegable es que ese primer día de la semana fue el tercer día después de la crucifixión de Jesús, el día indicado por Jesús para su resurrección.
Tres días y tres noches. "Así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mat. 12:40). Tres días y tres noches serían setenta y dos horas, pero Jesús no estuvo en la tierra setenta y dos horas. Algunos batallan con esto haciendo cálculos y aun determinan que Jesús no fue crucificado el viernes sino el jueves o aun el miércoles, pero tales cálculos no ayudan a resolver el supuesto problema, porque Jesús murió y fue sepultado poquito antes de empezar el día de reposo pero no resucitó a fines del día primero sino "al amanecer del primer día de la semana" (Mat. 28:1).
Al tercer día. Jesús había dicho que resucitaría "al tercer día" (Mat. 16:21; Luc. 9:22) y Pedro dijo, "A éste levantó Dios al tercer día" (Hech. 10:40). Pablo dijo lo mismo (1 Cor. 15:4).
En tres días. Los judíos dijeron, "Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo" (Mat. 26:61); lo que dijo en realidad fue "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (2:19).
Después de tres días. "Y comenzó a enseñarles que le era necesario ... ser muerto, y resucitar después de tres días" (Mar. 8:31).
El supuesto problema resuelto: los judíos dijeron a Pilato que "aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure al sepulcro hasta el tercer día ... " (Mat. 27:63, 64). ¿Por qué no dijeron que se aseguraran al sepulcro hasta el cuarto día (o sea, hasta terminar las setenta y dos horas)? Porque todos entendían que al decir "después de tres días" o "en tres días" o "al tercer día" decían la misma cosa, pues para los judíos cualquier parte de un día era un día y una noche. No acostumbramos hablar de esta manera pero ellos así se expresaban. Para entender la Biblia es necesario entender lo que las palabras y las expresiones (modismos, hebraísmos, etc.) significaban para el pueblo de aquel entonces. (Compárense Ester 4:16; 5:1 y Gén. 42:17, 18).
-- y vio quitada la piedra del sepulcro. -- "Decían (las mujeres) entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande" (Mar. 16:2, 3; Luc. 24:2). Mateo 28:2 explica lo que pasó: "Hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella".
El ángel "dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor" (Mat. 28:5, 6). Así pues, el sepulcro estaba vacío. De miedo del ángel "los guardas temblaron y se quedaron como muertos ... unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido" (Mat. 28:4, 11). Contaron la sencilla verdad: un ángel descendió, removió la piedra, y se sentó sobre ella.
20:2 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. -- María Magdalena no esperaba la resurrección de Jesús y, por eso, pensaba que se habían llevado del sepulcro al Señor, pues ¡el sepulcro estaba vacío! Este sepulcro vacío era una declaración divina de que todo lo que Jesús decía de sí mismo y todo lo que el Padre había dicho de El era cierto. Todo fue confirmado.
Los incrédulos no han podido dar una explicación razonable del sepulcro vacío. La aceptación del relato de cualquier evento histórico depende de la aceptación del testimonio del hombre. Los incrédulos se burlan del testimonio de los apóstoles diciendo que eran hombres que ni siquiera sabían que la tierra era redonda pero ¿cómo saben que los apóstoles no sabían que la tierra era redonda? Isaías lo sabía: "El está sentado sobre el círculo de la tierra" (Isa 40:22). Pero, suponiendo que los apóstoles no lo supieran, ¿rechazan los incrédulos toda la historia escrita por los antiguos que no sabían que la tierra era redonda? Claro que no.
Es muy importante observar que los apóstoles no esperaban la resurrección de Jesús (Luc. 24:11, 37-39; Mar. 16:14). Les costó trabajo reconocer que en realidad Jesús había resucitado, pero se convencieron por medio de los sentidos físicos (la vista, el oído y el tacto, Luc. 24:39; 1 Jn. 1:1-3) y aun comieron con El (Hech. 10:41). Después de todas estas "pruebas indubitables" (Hech. 1:3), comenzaron a predicar la resurrección de Jesús, no en algún lugar lejano de donde ocurrió, sino allí mismo en Jerusalén, y convirtieron a miles de judíos, incluyendo a algunos sacerdotes (Hech. 6:7). Pablo dijo que de los quinientos hermanos que vieron a Jesús después de su resurrección "muchos (la mayoría, LBLA) viven aún" (1 Cor. 15:6); es decir, si alguien quisiera averiguar el asunto, todavía más de 250 personas estarían disponibles para testificar.
Los apóstoles podían describir todo aspecto de la sepultura y resurrección de Jesús: (1) hablan de los que confirmaron que Jesús estaba muerto; (2) dicen precisamente dónde Jesús estaba sepultado; (3) explican que fue sepultado en un sepulcro nuevo, pues algunos sepulcros se usaban más de una vez; (4) dicen exactamente cuándo Jesús murió y cuándo resucitó; (5) nombran a varios de los testigos de la resurrección; (6) aun explican que los soldados reportaron el asunto a los judíos y que, habiendo recibido dinero, contaron una mentira para explicar el sepulcro vacío.
Los apóstoles eran testigos competentes, no sólo por lo que vieron, oyeron y experimentaron, sino también por ser hombres honrados. En cualquier juicio la competencia del testimonio depende del carácter de los testigos. El carácter de los apóstoles era intachable. Nadie puede acusarles de ser hombres mentirosos. Por lo tanto, los que rechazan el testimonio de los apóstoles están obligados a explicar por qué lo rechazan.
Los modernistas emplean otra táctica para menospreciar la resurrección. Dicen que no importa si había una resurrección literal, porque lo importante es que se tenga una "experiencia espiritual". Desde luego, tal experiencia "espiritual" o "personal" es subjetiva y no tiene nada que ver con la enseñanza bíblica. Por eso, no les importa la resurrección literal de Cristo.
¿Qué pasó con el cuerpo de Jesús?
Los soldados aceptaron dinero para mentir acerca del sepulcro vacío. Habiendo recibido dinero de los judíos, dijeron que "Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos" (Mat. 28:13). Esto nos hace preguntar ¿cómo sabían los soldados lo que pasaba cuando estaban dormidos?
Se debe recalcar que los discípulos no se encargaban del cuerpo de Jesús. No tuvieron nada que ver con la sepultura de Jesús; el asunto estuvo completamente fuera de su control. José de Arimatea y Nicodema sepultaron a Jesús, y luego los enemigos de Cristo se encargaron del sepulcro (Mat. 27:62-66). Este punto es muy significativo y no debe olvidarse. Aparte de eso, recuérdese también que los discípulos habían huido cuando Jesús fue crucificado y no esperaban la resurrección. Estaban esparcidos y confusos. María Magdalena no se regocijaba al ver el sepulcro vacío, sino que estaba afligida. Los dos discípulos en el camino a Emaús no esperaban la resurrección (Luc. 24:21). Tomás no la esperaba (20:24, 25).
¿Con qué propósito hubieran venido los discípulos arriesgando sus vidas para robar el cuerpo de Jesús? ¿Qué hubieran hecho con él? El sepulcro vacío no se puede explicar de esa manera, porque no es nada lógico. No tiene sentido y, en realidad, nadie lo cree. Cuando los apóstoles comenzaron a predicar el evangelio allí mismo en Jerusalén, los judíos nunca les acusaron de haber robado el cuerpo de Jesús. Les acusaron de varias cosas y prohibieron que predicaran en el nombre de Jesús (Hech. 4, 5), pero nunca les acusaron de haber robado el cuerpo de Jesús del sepulcro.
Los discípulos de Jesús tenían sus debilidades, pero no eran ladrones y no eran mentirosos. Es muy injusto acusarles de robar el cuerpo de Cristo y luego dedicar su vida a predicar una mentira, por la cual serían perseguidos aun hasta la muerte.
Tampoco los judíos removieron el cuerpo de Jesús del sepulcro. En primer lugar, estaban resueltos a guardar su cuerpo allí mismo en el sepulcro. "Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia" (Mat. 27:62-66). Por su parte los judíos querían que Jesús estuviera permanentemente en ese sepulcro. No tenían razón alguna para removerlo de allí.
Entonces ¿qué pasó con el cuerpo de Jesús? La única respuesta lógica es que resucitó. ¡He aquí el testimonio irrefutable del sepulcro vacío!
La importancia de la resurrección de Jesús
1. La resurrección de Cristo fue el tema central de la predicación de los apóstoles (Hech. 2:24, 31, 32; 3:15, 26; 4:2, 10; 5:30; 10:40; 13:30; 17:3, 31, 32; 23:6; 24:15, 21; 26:8, 23).
2. Con respecto a la Deidad de Cristo: "Fue declarado Hijo de Dios con poder ... por la resurrección de entre los muertos" (Rom. 1:4); es decir, durante más de tres años Jesús decía que El era el Hijo de Dios y con muchas señales lo confirmaba (20:30, 31). La resurrección era una de las señales más importantes.
3. Con respecto a nuestra justificación: "El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Rom. 4:25); es decir, Cristo murió para salvarnos de los pecados, pero si no hubiera resucitado de entre los muertos, su muerte no nos habría salvado.
4. Con respecto a la predicación del evangelio: "Os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado ... Que Cristo murió por nuestros pecados ... fue sepultado, y que resucitó al tercer día" (1 Cor. 15:1-4).
5. Si Cristo no resucitó: (1) vana es nuestra predicación; (2) vana es nuestra fe; (3) los apóstoles eran falsos testigos; (4) aún estamos en los pecados; (5) los que durmieron en Cristo perecieron; y (6) "si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración (lástima, LBLA) de todos los hombres" (1 Cor. 15:12-19).
20:3 - 7 Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro (estos son detalles personales que confirman que Juan era un testigo ocular). Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. -- Si alguien hubiera robado el cuerpo de Jesús, no habrían tomado la molestia de dejar los lienzos en el sepulcro, con el sudario enrollado en un lugar aparte. Estos detalles son muy importantes para confirmar que el cuerpo de Cristo no fue robado, sino que El resucitó.
20:8 Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. -- Lo que Juan vio no podía tener otro significado que la resurrección de Jesús. De eso estaba convencido. El creyó. No vio a los ángeles y todavía no había visto a Jesús, pero el testimonio del sepulcro vacío y la presencia de los lienzos y el sudario era convincente. Un poco después Tomás dijo, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré" (20:25), pero aun antes de ver a Jesús Juan ya estaba convencido de la resurrección.
20:9 Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. -- Una de las pruebas más importantes de la resurrección era la voz de la profecía. En el camino a Emaús los dos discípulos "se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?" (Luc. 24:32). Jesús les abría las Escrituras cuando les explicó que en su muerte, sepultura y resurrección El las cumplió. "Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción" (Sal. 16:10). De esta manera David profetizaba acerca del Hijo de David, como explica el apóstol Pedro (Hech. 2:27). Los salmos profetizaban que Cristo sería exaltado para sentarse sobre su trono (el trono de David) (Sal. 2:7-9; Hech. 13:33). Véase también Isa. 53:10-12.
Jesús dijo a sus discípulos que el Hijo del Hombre "será entregado a los gentiles ... y le matarán; mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía" (Luc. 18:31-34). Jesús dijo a los judíos, "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré ... Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho" (2:19-22). "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (Luc. 24:45).
En el día de Pentecostés Pedro citó lo que la Escritura (Sal. 16:10) había dicho acerca de Cristo, "Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción" (Hech. 2:26) y muchos creyeron, pero creyeron después del cumplimiento de la profecía.
La causa principal de la incredulidad en el mundo es que la gente no entiende o no cree lo que la Escritura dice. Si Juan y los otros apóstoles hubieran creído la Escritura (o si hubieran creído a Jesús), no habría sido necesario que vieran el sepulcro vacío, ni los lienzos y el sudario, ni a Jesús, pero ahora, por fin, habiendo visto este maravilloso fenómeno -- el cumplimiento de la Escritura --, la mente de Juan capta el significado de la Escritura acerca de la resurrección de Jesús. Ahora para él (y después para los demás) la Escritura tendría un significado nuevo. Aunque tal vez durante toda la vida hubiera escuchado y leído la Escritura, apenas ahora la están entendiendo. Como Jesús había dicho, "Si no viereis señales y prodigios, no creeréis" (4:48).
Muchísimos hombres creen la profecía bíblica sólo cuando se cumpla. ¿Cuándo creyeron los contemporáneos de Noé la profecía acerca del diluvio? ¿Cuándo creyeron los israelitas infieles las profecías de Lev. 26 y Deut. 28? ¿Cuándo creyeron los judíos la profecía de Mat. 24:2, 21? La mayoría de ellos creyeron sólo cuando el evento predicho ocurrió. Nos preguntamos, ¿y cuántos creerán la profecía acerca del castigo eterno sólo cuando el Señor les diga en el Día Final, "apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25:41)? Dios ha exaltado a Cristo "para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Fil. 2:10, 11). En realidad los que mueren en pecado se convencen inmediatamente (véase Luc. 16:22, 23).
-- que era necesario que él resucitase de los muertos. -- "Le era necesario ... ser muerto, y resucitar al tercer día" (Mat. 16:21). Era necesario que Cristo muriera (3:14) y también que resucitase
20:10, 11 Y volvieron los discípulos a los suyos. Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; -- Estaba llorando porque ella y las otras mujeres habían venido al sepulcro trayendo "especias aromáticas" para ungir el cuerpo de Cristo (Mar. 16:1) y no lo encontraron. Tampoco creían la Escritura estas mujeres piadosas.
-- y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; -- El sepulcro vacío (con "los lienzos puestos allí, y el sudario ... no puestos con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte") convenció a Juan de la resurrección de Jesús, pero este fenómeno no convenció a María. La evidencia estaba delante de sus ojos, pero no la vio.
20:12, 13 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies (esto nos recuerda de los serafines sobre el arca del pacto), donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor (aunque había sido crucificado, todavía era su Señor), y no sé dónde le han puesto. -- María estaba completamente preocupada (obsesionada) por la ausencia del cuerpo de Jesús, de tal manera que aunque conversara con ángeles parece que ni siquiera se daba cuenta de que eran ángeles.
20:14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. -- "Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo" (Mar. 16:12), "Mas los ojos de ellos (los dos discípulos en el camino a Emaús) estaban velados, para que no le conociesen" (Luc. 24:16). Jesús enseñó a estos discípulos y cuando estaba sentado con ellos a la mesa, "les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron" (Luc. 24:31). "Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús" (21:4). Estos textos indican que aunque Jesús resucitó corporalmente (20:27; Luc. 24:39), había diferencias en su aspecto o de alguna manera a veces evitaba que lo reconocieran. La verdad es que sus apariciones eran muy especiales. El ya no estaba con sus discípulos como antes, conviviendo con ellos, sino que se manifestó a ellos (y desapareció) en varios lugares de manera especial durante cuarenta días.
Cuando anduvo con los dos discípulos en el camino a Emaús "los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen" (Luc. 24:16), porque El quería explicarles las Escrituras que hablaban de El. Parece, pues, que Cristo quería que los discípulos se convencieran por la Escritura aun antes de convencerse por los sentidos físicos (JWM).
20:15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?' Ella, pensando que era el hortelano (Juan no explica por qué ella no reconoció la voz de Cristo), le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
20:16 Jesús le dijo: ¡María! ("A sus ovejas llama por nombre", 10:3) Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). -- Esta fue la primera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos. Ahora María reconoce la voz de Cristo. Ella vio a Cristo Jesús resucitado de entre los muertos. Con el testimonio de dos o tres testigos una verdad está confirmada, pero la resurrección de Jesús no fue confirmada por solamente dos o tres testigos sino por el de cientos de testigos (1 Cor. 15:1-8).
Los enemigos de Cristo dicen que las "llamadas apariciones" de Jesús eran alucinaciones de María y las otras personas, pero Jesús apareció a muchas personas ("apareció a más de quinientos hermanos a la vez", 1 Cor. 15:6). ¿Todos estos tenían la misma alucinación? Alguna persona nerviosa puede tener una alucinación, pero nunca se oye de que muchas personas tengan la misma alucinación al mismo tiempo y que la tengan repetidas veces durante cuarenta días. Es fácil creer en la resurrección, pero es muy difícil creer las "explicaciones" insensatas de los incrédulos
20:17, 18 Jesús le dijo: No me toques (deja de aferrarte a mí, RVR77; Lit. no me agarres, LBLA, margen), -- Jesús no prohibió que sus discípulos le tocaran (20:27; Luc. 24:39) y aun permitió que le adoraran (Mat. 28:9), pero parece que María no entendía el significado de la resurrección de Jesús. Había resucitado de entre los muertos, pero ahora habría un cambio significativo en la relación entre El y sus discípulos. Sin duda en esos momentos estaba pensando, ahora, otra vez, tenemos a Cristo con nosotros y siempre estará con nosotros. Durante su ministerio personal El estaba con ellos todo el tiempo, y parece que María creía que otra vez estaría con ellos como antes, física y perpetuamente, que ahora otra vez tendrían la misma relación física con El como su amado Maestro. A ella le gustó mucho estar con El, escuchar su enseñanza, observar sus señales y buenas obras. Quería un Cristo visible, el buen Amigo (15:15). Quería oír su voz, servirle (Luc. 8:3) y adorarle. No le faltaba devoción pero sí le faltaba comprensión, pues no entendía que esos días de andar por vista ya se estaban acabando, y que ahora tendría que andar por fe. No entendía que sólo por unos cuantos días Jesús se manifestaría de manera breve a sus discípulos y entonces volvería al Padre.
-- porque aún no he subido a mi Padre; -- La relación permanente que Jesús tendría con sus discípulos comenzaría cuando El ascendiera al Padre, y les enviara al Espíritu Santo. De esta relación o comunión El había hablado en Juan 14:18, 23, 28. Así pues, la verdadera y permanente comunión entre Cristo y sus discípulos comenzaría después de la ascensión de Cristo y el descenso del Espíritu Santo.
-- mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. -- ¿Por qué distingue entre mi y vuestro? La relación entre Cristo y el Padre era única (5:18; 10:30), y esta era otra manera de afirmar su Deidad.
-- Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. -- "Volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás ... Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían" (Luc. 24:11; Mar. 16:11, 14). Los apóstoles no esperaban la resurrección de Jesús, y aun ahora rehúsan creer a las mujeres piadosas que lo habían visto. Este detalle efectivamente refuta el argumento de los incrédulos de que los apóstoles eran crédulos, que como niños creían en la resurrección porque tanto la anhelaban. ¡Ellos no la esperaban! ¡No la anhelaban! En lugar de ser crédulos eran muy incrédulos, y sólo con las apariciones de Jesús en las cuales El insistía en que ellos vieran y palparan sus manos, sus pies y costado, se convencieron.
20:19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz (14:27) a vosotros. -- No era necesario quitar la piedra del sepulcro para que Jesús saliera; más bien, se quitó la piedra para que los discípulos pudieran ver el sepulcro vacío. Jesús podía manifestarse cuándo y dónde El quisiera. Tampoco tuvo que entrar en una casa por una puerta abierta. Podía aparecer o desaparecer según su voluntad.
Por causa de este fenómeno se discute mucho sobre cómo era el cuerpo de Jesús después de su resurrección. Dicen algunos que su cuerpo ya estaba en el proceso de cambiarse en el cuerpo glorioso, etc., pero ¿con qué propósito se habla así? Antes de morir ¿no andaba sobre el agua? (6:19). ¿Se requería un cuerpo especial para hacer eso?
Cuando Jesús entró y dijo, "Paz a vosotros", "Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu" (Luc. 24:37). En lugar de sentir paz en su alma sólo sentían espanto y temor y esto fue causado por su falta de fe en la resurrección ("Porque aún no habían entendido la Escritura", 20:9).
20:20 Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado (Luc. 24:39, 40). Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. -- La señal de los clavos y la lanza era un testimonio convincente de dos cosas: (1) que Jesús tenía un verdadero cuerpo humano (algunos gnósticos decían que el Cristo no ocupó un cuerpo verdadero, sino que era un fantasma, solamente teniendo el aspecto de un cuerpo físico); y (2) que ese cuerpo había resucitado de entre los muertos.
20:21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. -- La palabra apóstol quiere decir enviado. Este texto corresponde a la Gran Comisión registrada por los otros autores (Mat. 28:19; Mar. 16:15; y Luc. 24:47).
20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. -- De esta manera Jesús repite la promesa del Espíritu Santo (14:16; 15:26; 16:7-14), y sopló sobre ellos para simbolizar su venida, pero como los otros textos claramente explican el Espíritu Santo vino sobre ellos el día de Pentecostés. No comenzaron a predicar el evangelio (anunciando los requisitos para el perdón de pecados) en ese momento, pues Jesús aún no había ascendido para ocupar su trono (Hech. 2:33-36). Cuando Jesús les dio la Gran Comisión, les dijo, "pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Luc. 24:49; Hech. 1:4, 5). El verdadero cumplimiento de esta promesa se ve en Hech. 2:1-4. Pedro habla del día de Pentecostés como el principio (Hech. 11:15).
Los profetas, guiados por Dios, solían hacer algún acto representativo o simbólico de la profecía que entregaban (Jer. 13, la señal del cinto podrido, para simbolizar que Dios haría "podrir la soberbia de Judá, y la mucha soberbia de Jerusalén"; Jer. 18, la señal del alfarero y el barro, para indicar que como el alfarero podía hacer otra vasija de la que se echó a perder en su mano, así podía Dios restaurar a su pueblo (o a otras naciones). Así pues, el soplar de Jesús era un acto simbólico, una repetición de la promesa de la venida del Espíritu Santo
20:23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. -- Basándose en este texto el clero romano afirma que puede perdonar (absolver) pecados, porque pretenden ser sucesores de los apóstoles. El concepto del clero romano es que el perdonar pecados es cuestión del juicio humano, pero sólo Dios puede perdonar pecados (Mar. 2:7). Este texto significa, pues, que los apóstoles remitirían y retendrían pecados al predicar los mandamientos del evangelio; es decir, siendo guiados por el Espíritu Santo al predicar el mensaje de salvación, habían de nombrar los requisitos que la gente debería cumplir para obtener el perdón de pecados (Mat. 28:19; Mar. 16:16; Hech. 2:38). De la misma manera Pedro ocuparía las llaves del reino para atar y desatar (Mat. 16:18, 19). Con las llaves del evangelio abrió las puertas del reino para los judíos (Hech. 2) y para los gentiles (Hech. 10).
20:24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. -- Juan no explica la razón de su ausencia. Por no estar presente él perdió una bendición grande, la de ser testigo ocular de la resurrección de Jesús. Tuvo que vivir otra semana más en la incredulidad. De la misma manera todo hermano que falta en su asistencia a una reunión de la iglesia pierde una bendición de Dios.
20:25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. -- No creyó el testimonio de los otros apóstoles quienes habían sido sus compañeros durante más de tres años. Dijo que tendría que ver y también palpar; es decir, no sólo no creyó el testimonio de los otros apóstoles, y no sólo no creería el testimonio de sus propios ojos, sino que nombra otro requisito: que a menos que pudiera meter su dedo en el lugar de los clavos y meter su mano en su costado, no creería. La incredulidad no es razonable; más bien es arrogante, pues insiste en establecer los requisitos para creer.
20:26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. -- Jesús se manifestó a sus apóstoles "la noche de aquel mismo día, el primero de la semana" (20:19) y ahora "ocho días después" (el siguiente primer día de la semana) se reunió con ellos otra vez. No se puede negar que era muy significativo que estas reuniones de Cristo con sus discípulos ocurrieron en el primer día de la semana. El día de Pentecostés (Hech. 2) también fue el primer día de la semana. Los discípulos de Troas se reunieron el primer día de la semana para partir el pan (Hech. 20:7), y los corintios -- al igual que las iglesias de Galacia -- habían de ofrendar cada primer día de la semana (1 Cor. 16:2).
20:27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. -- Este es otro ejemplo de la omnisciencia y la omnipresencia de Cristo, pues le habla como si hubiera estado presente y le hubiera escuchado (en realidad El escucha a todos todo el tiempo). Los apóstoles serían los testigos y los mensajeros de Cristo (Hech. 1:8); por eso, fue imprescindible que estuvieran plenamente convencidos de la resurrección. Nosotros no tenemos que ver, oír y palpar, pero sí era necesario que ellos vieran, oyeran y palparan, para ser testigos competentes de la resurrección de Jesús para poder convencer con su testimonio a muchos otros (1 Jn. 1:1-3).
No alabamos la actitud de Tomás, pues le convenía creer en la resurrección de Jesús al oír el testimonio de los que lo habían visto, pero el hecho de que Tomás exigiera tanta evidencia ayudó para confirmar la resurrección.
Jesús quiere que todos examinen con cuidado la evidencia que confirma la verdad (1 Tes. 5:21; Hech. 17:11) y cuánto más debemos examinar con cuidado la enseñanza de todo maestro (1 Jn. 4:1; Apoc. 2:2).
20:28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! -- Aquí tenemos otra confesión de la Deidad de Cristo. Se puede decir que él representa a muchas personas que dudan, y puesto que él se convenció, los otros que dudan deben estar convencidos por el testimonio de él.
20:29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron . -- Jesús no alabó la fe de Tomás (compárense Mat. 8:10; 15:28). En pocos días principiaría una nueva etapa en la cual los discípulos de Jesús no andarían por vista sino por fe (2 Cor. 5:7). Durante el ministerio personal de Jesús, "muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía" (2:23). Los discípulos de Cristo creyeron en El porque vieron la prueba (la evidencia) de su Deidad. "Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron" (Mat. 13:16, 17). También durante el ministerio de los apóstoles las señales eran necesarias para confirmar la palabra (Mar. 16:20; Hech. 14:3; Heb. 2:3, 4), pero ahora los que llegan a ser creyentes lo hacen por medio de oír la Palabra de Dios (Rom. 10:17; 1 Ped. 1:8, "a quien amáis sin haberle visto"; Heb. 11:1, 27).
20:30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. -- Por lo tanto, las señales registradas por Juan son ejemplos de las muchas que Jesús hizo.
20:31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. -- Este versículo bien expresa el propósito de este libro. No es una biografía, sino una selección de las señales, obras y enseñanzas de Jesús que son adecuadas para producir la fe que salva.

Evangelio San Juan 19

Juan 19
Cuando los judíos insistían en que Pilato soltara a Barrabás, les preguntó, "¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros" (Mat. 27:22-24).
19:1 Así que, (viendo que la táctica de soltar a un preso no había resuelto el problema) entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. -- Según la ley romana, el azotar había de preceder al crucificar: "le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen" (Mat. 20:19; Luc. 18:13). Pero Pilato mandó que Jesús fuera azotado aunque todavía quisiera soltarle. Lucas dice (23:16 y 22) que Pilato dijo, "le soltaré, pues, después de castigarle ... le castigaré, pues, y le soltaré" (véase también Hech. 5:40).
Pilato todavía trataba de evadir su responsabilidad de poner en libertad a Jesús. No quería crucificarle pero tampoco quería ofender a los judíos. Al azotar a Jesús Pilato esperaba que eso fuera suficiente castigo para complacer a los judíos, porque era un castigo muy cruel que a veces mataba a las víctimas. "El azote romano consistía en un corto mango de madera al que estaban atadas varias correas con los extremos provistos con trozos de plomo o bronce y pedazos de hueso muy aguzados. Los azotes se dejaban caer especialmente sobre la espalda de la víctima, que estaba desnuda y encorvada. Generalmente se empleaban dos hombres para administrar este castigo, uno azotando desde un lado, otro desde el lado opuesto, con el resultado de que a veces la carne era lacerada a tal punto que quedaban a la vista venas y arterias interiores y a veces aun las entrañas y los órganos internos aparecían por entre las cortaduras" (GH). Este acto era ilegal, pues no se había establecido la culpa de Jesús; según el veredicto de Pilato mismo (18:38), azotaron a un hombre inocente.
"Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isa. 53:5; "por cuya herida fuisteis sanados", 1 Ped. 2:24).
19:2 Y los soldados entretejieron una corona de espinas (este emblema real era un instrumento de tortura), y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; -- "y una caña en su mano derecha" (Mat. 27:29). "¿Quién puede medir la gracia de Dios o la depravación del hombre?" (JWM). "Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su {mano} derecha; y arrodillándose delante de El, le hacían burla, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!" (Mat. 27:29, LBLA). El verbo hacían indica acción continua, repetida. Jesús fue escarnecido ante el concilio, Mat. 26:61-68; ante Herodes, Luc. 23:11; y ante Pilato, Mat. 27:27-31. Los soldados eran muy abusivos, haciendo todo esto como un juego, una diversión, pero en su ignorancia llevaron su juego a un nivel muy bajo de indecencia, violencia y crueldad. Los judíos le hacían burla como si fuera un profeta falso, y ahora los romanos le hacen burla como si fuera un rey falso.
"Todos los que me ven me escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza" (Sal. 22:7). Esta profecía fue cumplida al pie de la letra: los soldados del gobernador hacían burla de El; también "los que pasaban" (Mat. 27:39); "los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos" (Mat. 27:41); "Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él" (Mat. 27:44); "Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza" (Mat. 27:30).
19:3 y le decían: ¡Salve, (así se hablaría al César) Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. -- Véanse Mat. 27:27-31; Mar. 15:15-20; Luc. 23:11, 20, 21. Los soldados no sólo hacían burla de Jesús, sino del concepto de un rey entre los judíos. Otra vez nos conviene recordar que aunque Jesús pudiera haber tenido la ayuda de doce legiones de ángeles, aguantaba todo este abuso para hacer posible nuestra salvación.
19:4 Entonces Pilato salió otra vez (18:29), y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. -- ¡Azotó a Jesús porque no había hallado delito en él! ¡Qué acción tan incongruente y absurda! El acto de azotarlo daría a entender al pueblo que Pilato lo consideraba culpable, y que esto era el castigo preliminar antes de crucificarlo y, por eso, estimularía al pueblo a insistir aun más en que Jesús fuera crucificado, pero entonces Pilato lo trajo fuera para presentarlo al pueblo con el manto de púrpura y corona de espinas (tal vez para indicar que Jesús ya no era una amenaza para Roma), anunciando otra vez que no hallaba crimen en El. En lugar de resolver su problema, Pilato seguía complicándolo.
-- para que entendáis -- "Error! Reference source not found., mediante esta burla la sinceridad de la decisión de Pilato de que Jesús es inocente (18:38). Es mediante una perversión contra la justicia y la dignidad, pero Pilato está intentando, mediante un rasgo de humor, hacer que la turba se distancie de la actitud del Sanedrín" (ATR).
19:5 Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! -- No dice ¡He aquí vuestro rey! (19:14), sino ¡He aquí el hombre! Con este acto y estas palabras probablemente quería dar a entender que el sufrimiento de Jesús ya era suficiente, que era digno de piedad y compasión, y que se debería poner en libertad ("Le soltaré, pues, después de castigarle", Luc. 23:16).
¿Qué habrá pasado con los discípulos durante este "juicio"? ¿Nadie levantó la voz a favor de Jesús?
19:6 Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! -- Parece que Pilato no entendía lo profundo y lo amargo del odio de los judíos. Si él esperaba que después de azotar a Jesús pudiera soltarle, ahora verá que fue en vano, pues no dejan de insistir en la crucifixión de Jesús.
-- Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. -- 18:38; 19:4; 19:6. "El les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él" (Luc. 23:22). Pilato, un pagano, no quería crucificar a un hombre inocente; los judíos, que profesaban ser el pueblo del único Dios vivo, sí querían crucificar a un hombre inocente.
19:7 Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley (con hipocresía hablan como si respetaran su ley), y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. -- 5:17, 18; 8:58, 59; 10:30-36. Por esta causa los judíos le acusaban de blasfemia (Mat. 26:65, 66; Mar. 14:63, 64; Luc. 22:70, 71). Jesús murió por esta buena confesión que el creyente hace antes de bautizarse para perdón de los pecados (Mat. 10:32, 33; Hech. 8:37; Rom. 10:10).
19:8 Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. -- Pilato tuvo miedo supersticioso de Jesús (1) porque sabía de sus milagros; (2) porque se dio cuenta de su enseñanza y conducta elevadas y misteriosas; (3) tuvo miedo por causa de lo que su esposa le había dicho ("No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él", Mat. 27:19), pensando que los sueños pudieran ser advertencias de los dioses; (4) por causa de lo que Jesús le había dicho (18:36, 37); y (5) porque ahora los judíos insisten en que Jesús "se hizo a sí mismo Hijo de Dios". Toda su experiencia con Jesús le hizo pensar que era muy posible que El fuera divino. Todo esto era muy inquietante para Pilato. Tuvo miedo de los judíos, pero también ¡tuvo miedo de Jesús! Compárese Mat. 27:54, "El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios" (Mat. 27:54).
19:9 Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? -- "Tú, ¿quién eres?" (8:25). ¿Eres del cielo o de la tierra? ¿Eres divino o humano? Ya se había enterado de su origen terrenal, Luc. 23:6, 7; no quería saber de qué pueblo de Galilea Jesús hubiera venido, sino más bien quería que Jesús le dijera si era del cielo. Véase el ver. 8, notas. "Sé de dónde he venido y a dónde voy" (8:14).
Si Jesús hubiera convencido a Pilato que había venido del cielo, o si Pilato estuviera convencido de que Jesús era un mero hombre, de cualquier modo Pilato tenía la misma obligación de defender a Jesús y ponerle en libertad, pues lo importante era que estaba convencido de su inocencia.
-- Mas Jesús no le dio respuesta. -- Ya le había contestado esta pregunta (18:36, 37), pero Pilato no le hizo caso. ¿Con qué propósito le contestaría ahora? Pilato no era de la verdad y no podía oír la voz de Cristo; por eso, esa voz no le responde.
Los siguientes textos registran el silencio de Jesús: Mat. 26:62, 63; 27:14; Mar. 14:61; 15:5; Luc. 23:9. "Como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isa. 53:7).
19:10 Entonces le dijo Pilato: ¿A mí (este pronombre es enfático) no me hablas? -- "Pilato temblaba ante Uno que pudiera ser un Ser de otro mundo, y ahora como el gobernador romano él espera que aquel Ser tiemble delante de él" (HWW).
-- No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? -- "¿No sabes que tu vida está en mis manos?" Pilato creía que Jesús debería respetarlo y aun temerle. ¿Cómo podía Jesús callar en la presencia de este personaje tan importante? ¿No debería tratar de complacerle para que le pusiera en libertad? Creía que el silencio de Jesús mostraba falta de respeto por su autoridad, pero en realidad ya no había más que decirle. Es cierto que Pilato tenía autoridad para soltarle, pero no tenía la fuerza moral para hacerlo, sino que solamente buscaba su propia conveniencia.
19:11 Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; -- Al decir esto Jesús contesta, de manera indirecta, la pregunta de Pilato ("¿De dónde eres tú?"). Aun el señorío de los romanos sobre los judíos les fue dado por Dios. Todo poder civil es de Dios (Rom. 13:1-4), y los magistrados darán cuenta a Dios por el uso o el abuso de su poder. Dios le había dado la autoridad para tomar venganza sobre los criminales, pero no le había dado la autoridad para tomar venganza sobre los inocentes.
-- por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. -- El juez (Pilato) -- y el sumo sacerdote Caifás -- fueron juzgados por el verdadero Juez. Judas entregó a Jesús a los judíos, pero los judíos lo entregaron a los romanos y el judío responsable era Caifás, el sumo sacerdote, quien habló por el Sanedrín. El pecado de los judíos era mayor que el de Pilato, porque no los romanos sino los judíos condenaron a Jesús y lo entregaron a los romanos, empleando toda la fuerza política disponible a ellos para obligar a Pilato a llevar a cabo la crucifixión.
También el pecado de los judíos era mayor, porque conocían las Escrituras que hablaban de Cristo, y no podían negar que Jesús las cumplió al pie de la letra, porque habían visto sus señales y habían oído sus enseñanzas. La culpa de los judíos era grande porque después de todas sus oportunidades de conocerle, lo rechazaban y estaban resueltos a darle muerte. Este texto recalca la culpa de los judíos con respecto a la muerte de Jesús. Hoy en día no sólo los judíos, sino también muchos que profesan creer en Cristo, quieren absolver a los judíos de este crimen, pero ellos mismos dijeron, "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" (Mat. 27:25). Es necesario recordar, sin embargo, que el pecado del mundo entero -- el pecado de cada uno de nosotros -- clavó a Jesús a la cruz de Calvario. Todos somos responsables.
19:12 Desde entonces procuraba Pilato soltarle; -- el verbo indica que estaba comenzando a soltarle.
-- pero los judíos (continuamente) daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. -- No había nada en la vida de Jesús que hubiera dado la más mínima ocasión para esta acusación. No se involucraba en los asuntos civiles (Luc. 12:14). "Entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo" (6:15). Con toda claridad enseñaba que la gente debería pagar el tributo a César (Mat. 22:21). De hecho, estas eran precisamente las razones por las que los judíos lo rechazaron, porque se daban cuenta que Jesús no pensaba establecer un reino terrenal, y que no sería la cabeza de una rebelión contra Roma.
Emplearon esta mentira contra Jesús como puro chantaje político, pues pensaban obtener su propósito bajo la amenaza de acusar a Pilato delante de César de ser enemigo del emperador por tolerar la traición contra el gobierno. El César de aquel tiempo (Tiberio) era un déspota malvado, envidioso, sospechoso y fácilmente podría haber depuesto (y aun ejecutado) a Pilato si éste hubiera permitido que algún supuesto rey causara problemas en el imperio.
"Esta fue la última gota. ¡Uno puede imaginar la ira que esas palabras provocaron en el corazón de Pilato! Sabía que estos judíos eran embusteros, y que no sentían ningún amor por el gobierno romano ni por su emperador. Estaba totalmente convencido del hecho de que en lo más profundo de su corazón ellos mismos eran totalmente desleales. Sin embargo, aquí estaban, al parecer profundamente perturbados por la lealtad política de alguien que nunca ni siquiera había pronunciado una palabra contra el gobierno romano. Eran unos hipócritas despreciables, pero lo habían acorralado" (GH).
19:13 Entonces Pilato, oyendo esto, -- Estas palabras de los judíos dieron con el blanco. Era una táctica eficaz, porque Pilato sabía que los judíos podían convencer a César a quitarle de su puesto. Sobre todo él quería ser el amigo de César. "Oyendo esto", pues, se acabó toda su resistencia contra los judíos.
-- llevó fuera a Jesús, -- Pilato puso atención a estas palabras de los judíos, pues bien sabía que ellos podrían persuadir al emperador a deponerle.
-- y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. -- Hizo esto para pronunciar la sentencia oficial.
19:14 Era la preparación de la pascua (el viernes de la semana de Pascua), y como la hora sexta. -- Juan habla del tiempo romano (1:39; 4:6; 4:52), no exactamente sino como la hora sexta, a las seis de la mañana aproximadamente. En esta hora Jesús fue sentenciado a la muerte, y según Mar. 15:25 Jesús fue crucificado a la tercera hora (tiempo judío), a las nueve de la mañana.
-- Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! -- Aunque esto era muy desagradable para los judíos, desde ese momento Pilato estaba resuelto a colgar sobre el cuello de ellos la responsabilidad de crucificar a su propio rey. Véase 19:19.
19:15 Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. -- En su fanatismo por crucificar a Cristo, negaron al Dios del Antiguo Testamento, el único Rey de Israel (Jueces. 8:23; 1 Sam. 8:7; 12:12), y negaron la promesa de Dios a David acerca de su Hijo (2 Sam. 7:12-16), el Mesías que ocuparía su trono para siempre. Desde luego, sus palabras eran pura hipocresía, pero en realidad los que no se arrepintieron de este pecado se excluían del reino verdadero del Mesías. La ironía del asunto se ve en que ellos dijeran "No tenemos más rey que César", pero dentro de pocos años su templo, ciudad y millares de ellos fueron destruidos por el mismo César a quién proclamaban como su único rey. Véase Mat. 23:38 - 24:2.
19:16-18 Así que entonces lo entregó a ellos (a los principales sacerdotes, 19:15; Luc. 23:25), pero los soldados romanos lo crucificaron (19:23, 24, 31-34). Después de decir "no hallo delito en él" varias veces, Pilato "lo entregó a ellos para que fuese crucificado".
-- para que fuese crucificado. (Los soldados) Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él, cargando su cruz, -- "Aunque su espalda estaba lacerada con muchas heridas producidas por la flagelación a la que había sido sometido, lo obligaron a llevar su propia cruz" (GH). También le ayudó Simón de Cirene. "Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz" (Mat. 27:32). La palabra cruz viene de stauros, un palo o estaca. De esto los "testigos" del Atalaya argumentan que no había una pieza transversal, pero Tomás dijo, "Si no viere en sus manos la señal de los clavos" (20:25), dando a entender que cada mano fue clavada a la pieza transversal, pues si las manos se hubieran clavado al palo perpendicular, sólo un clavo se habría requerido.
La enseñanza de Mat. 16:24 se basa en este hecho: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígueme".
-- salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; -- Tal vez el lugar haya recibido su nombre por tener la forma de un cráneo. Estaba "fuera de la puerta" de la ciudad (Heb. 13:12) y allí le crucificaron, -- Según el historiador Josefo, la crucifixión era una práctica común en Palestina. Esta era una de las peores formas de tortura y uno de los métodos de ejecución más cruel que jamás se hubiera inventado. Era la pena mortal diseñada para producir una muerte muy lenta, pues algunos duraban días en la cruz antes de morir. Era reservada para los traidores, los revolucionarios y otros de los peores criminales. Aun los escritores romanos pensaban que era una muerte terrible. Cicerón dijo que era cruel y horrible y Tácito dijo que era una muerte indescriptible.
Esto es muy cierto, porque no hay palabras que puedan describir las agonías de la cruz: la inflamación de las heridas, las congestiones, el dolor causado por los tendones desgarrados, la fiebre, un fuerte dolor de cabeza y una sed horrible. Era sumamente difícil respirar, mayormente exhalar y, puesto que se requiere la exhalación para hablar, cada palabra que Jesús pronunciaba era con mucho dolor. La palabra inglesa excruciating que se usa para hablar del dolor agudísimo, viene del latín excruciatus que significa "de la cruz".
Tanto los pies como las manos fueron clavados, pues Jesús dijo a los discípulos (Luc. 24:39), "Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy". Véase Sal. 22:16.
Si alguno pregunta por qué Dios permitiera una injusticia tan horrible, la respuesta se encuentra en Isa. 53:6, 8.
-- y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. -- Estos criminales no eran ladrones ordinarios, sino asaltantes. Uno de los detalles interesantes de esta historia fue la actitud (y la petición) de uno de los criminales que estaba al lado de Jesús (Luc. 23:39-43).
19:19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: jesus nazareno, rey de los judios. (19:14, 15) -- Pilato puso este título como un insulto y reproche para los judíos. Le obligaron a crucificar a un hombre inocente, pero de esta manera él tuvo la última palabra, pues este título proclamaba a todo el mundo que Jesús de Nazaret era el verdadero Mesías, el Rey de los judíos.
19:20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo (arameo, el idioma de los judíos), en griego (el idioma común del imperio) y en latín (el idioma de los oficiales y soldados romanos).
19:21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. -- Recuérdese que este título puesto en la cruz sobre la cabeza de Jesús especificaba su "crimen". No les gustó el título, pero de este "crimen" le acusaron para que fuera crucificado. Ahora hablan de ese "crimen" como si fuera una pretensión vana de Jesús, sin validez alguna. En esto se ve la inconsecuencia (la hipocresía) de los judíos.
19:22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito. -- Porque lo que escribió indicó correctamente el "crimen" de Jesús (según la acusación de los judíos). Sin duda alguna le dio mucho gusto a Pilato el tildar a los judíos como homicidas de su propio rey.
19:23, 24 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos (himation, sus vestidos exteriores), e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. -- Normalmente el judío tenía cinco artículos de ropa: la túnica (ropa interna), la capa (la ropa externa), el cinto, las sandalias y el turbante. Al crucificar a un criminal una parte del sueldo de los soldados era la ropa del hombre crucificado. Repartieron la ropa de Jesús como si ya estuviera muerto, nunca pensando que la volvería a necesitar.
-- Tomaron también su túnica (chitón, la vestidura interior), la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura (Sal. 22:18), que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados. -- De esta manera, sin saberlo, llevaban a cabo lo que Dios había predicho. Aun los detalles minuciosos de este gran evento eran temas de profecía (JWM).
¡Qué imagen tan clara de la indiferencia del mundo hacia Cristo! Mientras El agonizaba sobre la cruz, muriendo por los pecados del mundo, los soldados jugaban y repartían su ropa como si El fuera de los más comunes criminales. Es verdad que hay mucha hostilidad contra Cristo hoy en día, pero la tragedia más grande no es la hostilidad hacia Cristo, sino la fría indiferencia hacia Cristo.
19:25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, -- Sin duda alguna ella se acordaba de lo que el anciano Simeón le había dicho cuando él tomó a Jesús en sus brazos, y después de bendecir a Dios, dijo a María, "y una espada traspasará tu misma alma" (Luc. 2:35). Ella había dado testimonio de Jesús cuando dijo a los que servían en la boda de Caná de Galilea, "Haced todo lo que os dijere" (2:5); y, sobre todo, dio su testimonio de silencio cuando los judíos gritaban que "tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios" (19:7). ¿Qué madre no hará todo lo posible para salvar la vida de su hijo? María fácilmente pudiera haber salvado a Jesús con muy pocas palabras, diciendo "Yo soy su madre y yo sé quién es su padre", pero ¿qué dijo María? Su testimonio de silencio confirmó que lo que los judíos gritaban era cierto: Jesús de Nazaret no tuvo un padre terrenal, sino que era en verdad el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.
-- y la hermana de su madre, -- Al comparar esta lista con la de Mateo y Marcos, parece que la hermana de la madre de Jesús se llamaba Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo; si esto es correcto, entonces Jesús y Juan eran primos hermanos. Otro detalle que parece confirmar esta conclusión es que como Juan no da su propio nombre, tampoco da el nombre de su madre. También esto explicaría la petición de esta madre (Mat. 20:20, 21), y en esto hay una lección valiosa. Ella había dicho, "Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda", pero Jesús le dijo, "No sabéis lo que pedís". Muchas hermanas se hubieran apartado de Jesús, diciendo, "¡Qué ingrato tú!" "Mi petición es muy razonable y lógica; tenemos este derecho". "Me has ofendido", "Me has lastimado y ya no quiero saber nada de ti". "Si no me quieres tomar en cuenta, entonces allá tú". Pero ¡aquí está ella, al pie de la cruz! ¡Qué lección tan valiosa para nosotros! Aceptemos no solamente la enseñanza, sino también la corrección de Jesús.
-- María mujer de Cleofas, -- ("María la madre de Jacobo el menor y de José", Mat. 27:56; Mar. 15:40).
-- y María Magdalena. -- Algunos han supuesto que María Magdalena era la mujer pecadora de Luc. 7:39, porque su nombre aparece en seguida en Luc. 8:2, pero no hay nada que confirme esta suposición. Sólo sabemos que de ella "habían salido siete demonios". Ella está al pie de la cruz porque estaba muy agradecida. La actitud de ella era jamás olvidaré lo que Jesús hizo por mí.
Según Marcos (15:40, 41), entre estas mujeres había otras que le habían seguido y servido en Galilea, y "otras muchas que habían subido con él a Jerusalén". Sin duda había entre estas otras mujeres otra María, la de Betania, la que en una ocasión "sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra" (Luc. 10:39). También esta misma María "tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió" a Jesús (12:3; Mat. 26:7). Jesús explicó que María "se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura", y luego dice, "De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella" (Mar. 14:8, 9).
19:26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. -- En medio del sufrimiento agudísimo, Jesús se preocupaba por su madre. Le encomendó al cuidado de Juan, "a quien él amaba". Dice Juan 7:5 que los hijos de María no creían en Jesús. (Pero véase Hech. 1:14).
19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. -- ¡Qué ejemplo tan hermoso de honrar a su madre! (Exodo 20:12).
-- Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. -- Esto no quiere decir necesariamente que en ese instante Juan la llevara a su casa, pues él confirma como testigo ocular la muerte de Jesús (19:34, 35), sino que desde ese momento él se encargó del cuidado de ella.
Desde la cruz Jesús tenía algo que dar. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Luc. 23:34). A los que le crucificaron (tanto judíos como romanos) les ofreció el perdón de sus pecados. En Hechos de los Apóstoles vemos que muchos de ellos aceptaron este don, al arrepentirse y ser bautizados para perdón de los pecados (Hech. 2:37, 38; 4:4; 6:7).
Uno de los criminales que fueron crucificados con Jesús "le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Luc. 23:39-43). A este criminal arrepentido Jesús dio el paraíso .
Jesús ya había legado su ropa a los soldados, el perdón a todos los transgresores, el paraíso a uno de los criminales. ¿Qué podría legar a su madre y a su discípulo a quién amaba? A estas dos personas muy amadas les legaba el uno al otro (FLG).
Juan omite el fenómeno de las tinieblas y lo que Jesús dijo durante ese periodo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado" (Mat. 27:46); es decir, ¿por qué no me libra de la muerte? Véase Sal. 22:1-8, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? ... En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados ... Todos los que me ven me escarnecen ... diciendo: Se encomendó a Jehová; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía". Al leer este salmo, la fuente de Mat. 27:46, se puede ver que la palabra desamparar equivale a no librar de la muerte. Es muy parecido al clamor de Jesús en el huerto, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa" (Mat. 26:39).
Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, y que Dios no podía verlo como pecador, que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero Jesús no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado y Dios no le volvió las espaldas, pues el mismo salmo dice que "No menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó" (Sal. 22:24).
19:28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. -- "Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte" (Sal. 22:15). Aquí se enfatiza la humanidad de Jesús. Soldados heridos en el campo de batalla han dicho que su sufrimiento más grande era la sed, aun superando los dolores causados por las heridas.
19:29 Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, -- "En mi sed me dieron a beber vinagre" (Sal. 69:21). Al principio de su sufrimiento le ofrecieron un sedativo y lo rehusó: "le dieron a beber vinagre mezclado con hiel (con mirra, Mar. 15:23), pero después de haberlo probado, no quiso beberlo" (Mat. 27:34).
-- y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. -- "Este era el único acto de bondad mostrada a Jesús mientras colgaba en la cruz" (FP). No es necesario suponer que la cruz haya sido muy alta. Probablemente los pies de Jesús estaban unos cuantos centímetros (o cuando mucho medio metro) del suelo. Recuérdese Ex. 12:22, "tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre".
19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. -- Es probable que este dicho coincida con "habiendo otra vez clamado a gran voz" (Mat. 27:50; Mar. 15:37). Juan suple las palabras referidas por Mateo y Marcos. Por eso, la expresión Consumado es eran palabras de triunfo. Consumado es el perfecto sacrificio.
La expresión consumado es traduce la palabra tetelestai que significa "llevado a su fin completo y perfecto". El propósito divino de su venida al mundo fue perfecta y completamente llevado a cabo. Esto es de mucho consuelo para todo el mundo, porque la muerte de Cristo pagó el precio de nuestra redención (Hech. 20:28; Efes. 5:25-27; 1 Ped. 1:18, 19).
Al morir en la cruz Cristo destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" para "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Heb. 2:14, 15). "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (12:32).
Dios dijo a la serpiente (Gén. 3:15), que la simiente de la mujer "te herirá en la cabeza". Esta promesa fue cumplida cuando Jesús dijo, Consumado es.
-- Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. -- 10:17, 18. Se acabó el sufrimiento. Ya no habría más azotes. No volverían a escupirle. En lugar de llevar una corona de espinas ahora llevaría la corona de Rey de reyes. Ya se acabó la humillación y pronto vendría la exaltación (Fil. 2:8-11).
Algunos hermanos niegan la Deidad de Cristo afirmando que El murió pero que Dios no puede morir, pero ¿Cristo no es el "Señor de la gloria"? Pablo dice que los príncipes de este siglo crucificaron "al Señor de la gloria" (1 Cor. 2:8). Los hermanos que dicen que Dios no muere pero que Cristo murió, lo dicen para recalcar la humanidad de Cristo, pero la única conclusión lógica de tal afirmación es que Cristo no era Dios. Desde luego, Dios no puede morir porque El es Espíritu (4:24), pero tampoco puede morir el espíritu del hombre (Mat. 10:28), pues la muerte es solamente la separación del espíritu del cuerpo (Sant. 2:26).
Dios es Espíritu (4:24), pero también el hombre es espíritu, porque "creó Dios al hombre a su imagen" (Gén. 1:27). Somos "linaje de Dios" (Hech. 17:29). Dios es el "Padre de los espíritus" (Heb. 12:9). Dios "forma el espíritu del hombre dentro de él" (Zac. 12:1). Al morir el cuerpo del hombre, su espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecles. 12:7). Los que mueren en el Señor son "los espíritus de los justos hechos perfectos" en el cielo (Heb. 12:23).
Desde luego, creemos en la encarnación de Cristo (que "aquel Verbo fue hecho carne") porque la Escritura así lo afirma (1:14; Mat. 1:23, etc.), pero al recordar que el hombre es espíritu, es más fácil entender la encarnación de Cristo. Cristo (Espíritu) vino a ser hombre (que también es espíritu). Algunos dicen que Jesús tuvo dos espíritus, que aparte de tener (ser) Espíritu divino también tuvo espíritu humano, pero este concepto es erróneo. ¿Por qué necesitaría un espíritu humano? Debido a la estrecha identidad y afinidad entre Dios y el espíritu del hombre, no era nada difícil que Cristo desempeñara el papel humano. Cristo es el Creador (1:3) del espíritu humano; ¿le sería difícil, pues, hacer el papel de ese espíritu que El mismo creó? Claro que no. Desde luego, este es un tema muy profundo que la mente finita no tiene que comprender a fondo, pero lo importante es que todos crean en la encarnación de Cristo y que no salgan con teorías y especulaciones humanas. "Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí" (Mat. 11:6).
Muchos hermanos han tropezado en la doctrina de la encarnación de Cristo enseñada por Pablo en Fil. 2:7, como el acto supremo de humildad de Cristo. Pablo dice que Cristo "se despojó a sí mismo" e inmediatamente explica -- en la misma frase -- que esta expresión se refiere a la encarnación de Cristo ("tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres"). Pero algunos hermanos están resueltos a forzar este texto a decir que Cristo se despojó a sí mismo de sus atributos divinos o del uso de ellos (que hubiera sido la misma cosa e igualmente imposible). Cristo vino al mundo para revelar al Padre y para hacerlo demostró los atributos divinos a través de su ministerio.
Mateo registra otro detalle muy importante que cabe mencionar aquí. Cuando Cristo murió, "el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo" (Mat. 27:51). El velo separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo que simbolizaba el cielo mismo. La muerte de Cristo hizo posible nuestra entrada en el cielo. "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne ..." (Heb. 9:19, 20).
19:31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. -- Los romanos no se preocupaban por sepultar a los crucificados, sino que dejaban sus cuerpos en la cruz para ser destruidos por la putrefacción, o por animales de rapiña, pero los judíos insistían en que los cuerpos fueran quitados de la cruz. En eso eran muy inconsecuentes, pues acabaron de decir, "No tenemos más rey que César" (19:15). Si César no requería que los cuerpos de los crucificados se quitaran de la cruz, y si César era el único rey de los judíos, entonces ¿por qué querían quitar los cuerpos de la cruz? Esto demuestra otra vez la hipocresía de los judíos, pues citaban la ley de Moisés sólo cuando les convenía (véase también 8:5).
"Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad" (Deut. 21:22, 23; véase también Josué 8:29). Estos judíos perversos que estaban dispuestos a crucificar a un hombre inocente (así violando Ex. 20:13) eran muy "piadosos" y "respetuosos de su ley" con respecto al colgado en madero, y con respecto al día de reposo. Este es otro caso de la hipocresía que Jesús denunció en Mat. 23.
19:32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. -- Los soldados romanos estaban acostumbrados a toda forma de violencia. Con algún instrumento pesado (p. ej., un mazo) quebraban las piernas y caderas, causando postración nerviosa. Cometían tales actos de crueldad, pues, como trabajo rutinario. Así son las naciones que no conocen a Dios. Para los tales la vida no vale nada y tales actos de crueldad y violencia son la forma normal de vida.
El ladrón que se arrepintió dijo, "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Luc. 23:42, 43). Así pues, aunque el acto de los soldados era cruel, al mismo tiempo fue una bendición para el ladrón arrepentido, porque de esa manera no siguió sufriendo más (tal vez por días), sino que murió y fue al paraíso con Jesús. (Jesús no dijo que en dos o tres días estarás conmigo en el paraíso, sino "que hoy estarás conmigo en el paraíso").
19:33 Mas cuando llegaron a Jesús, -- Aunque Jesús estaba en medio de los dos criminales, los soldados vinieron a uno de ellos y luego fueron al otro en el otro lado de Jesús. ¿Por qué llegaron a Jesús al último? ¿Les habrá afectado lo que el centurión dijo? (Mat. 27:54).
-- como le vieron ya muerto -- Obsérvese cada detalle registrado por Juan y los otros escritores que enfatiza la muerte de Cristo. Era muy necesario establecer el hecho de que El no simplemente se desmayó (como algunos incrédulos afirman), sino que en realidad murió. Si hubiera la más mínima duda en cuanto a su muerte, entonces se perdería toda la fuerza de la resurrección.
-- no le quebraron las piernas -- Con respecto al cordero pascual la ley decía, "ni quebraréis hueso suyo" (Ex. 12:46). Recuérdese 1:29, "He aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo". También 1 Cor. 5:7, "Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros".
19:34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. -- ¿Qué tan grande fue la herida causada por la lanza? Tomás sabía que podría meter su mano en el lugar de la lanza: "Si no ... metiere mi mano en su costado, no creeré" (20:25).
Algunos gnósticos decían que Cristo no ocupaba un cuerpo literal, pero no sale "sangre y agua" de un fantasma. Compárese Luc. 24:37-39.
Otra vez recalcamos que en realidad Cristo murió en la cruz. Los soldados "le vieron ya muerto" y para estar segurísimos uno de ellos "le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua". Es muy importante que en la predicación del evangelio se enfaticen estos detalles para hacer callar los argumentos necios de los incrédulos.
19:35 Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. -- Juan era un testigo ocular, pues estuvo al pie de la cruz. El testimonio de un testigo ocular no se puede rechazar si su carácter apoya su palabra, y Juan era un hombre irreprensible que amaba la verdad.
19:36, 37 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. (Ex. 12:46). Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. (Zac. 12:10). -- La profecía cumplida convence, porque es innegable e irrefutable. Por esta razón los escritores inspirados citan muchas profecías acerca de Cristo fueron cumplidas. Compárense Mat. 13:15; 21:42. Casi todo aspecto de los eventos finales en la vida de Jesus era profetizado y cumplido.
19:38 Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. -- El punto principal en este versículo es que los apóstoles no se encargaron del cuerpo de Jesús; más bien, fue entregado a un hombre eminente entre los judíos que de ninguna manera podría ser engañado con respecto a la muerte de Jesús. José de Arimatea, "miembro noble del concilio" (Mar. 15:43) no hubiera formado parte de alguna conspiración para engañar con respecto a la muerte de Jesús, y no hubiera sepultado a un hombre que no estaba muerto. Este detalle es, pues, muy significativo para probar que no había ningún engaño o fraude con respecto a la muerte y la sepultura de Cristo.
En primer lugar, cuando José pidió el cuerpo, "Pilato se sorprendía de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José" (Mar. 15:43-45). Algunos incrédulos dicen que Jesús no estaba muerto sino que sólo desmayado. Pilato mismo "se sorprendía de que ya hubiese muerto" y no aceptó la palabra de José sino que tuvo que saberlo del mismo centurión encargado de la crucifixión. Le costó trabajo convencerse de que Jesús estaba muerto, pero el centurión le convenció. Con eso el gobernador romano estaba plenamente convencido de que Jesús estaba muerto.
Alguien puede estar pensando, "Pero, ¿por qué tanto énfasis en este asunto?" Porque nuestra salvación depende de la muerte y la resurrección de Cristo. Si Cristo no resucitó, estamos todavía en los pecados y no hay esperanza de la salvación (1 Cor. 15:12-19), pero si no se puede probar concluyentemente que Cristo estaba muerto, tampoco será posible probar que resucitó de entre los muertos.
Este acto de José de Arimatea cumplió otra profecía: "con los ricos fue en su muerte" (Isa. 53:9).
19:39 También Nicodemo (3:2; 7:51), el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. -- ¡Más prueba! ¡Más evidencia innegable! Otro miembro del Sanedrín tomó parte en la sepultura de Cristo. Estos dos hombres, dos de los más eminentes judíos que no estaban identificados abiertamente con los apóstoles de Jesús, se encargaron de sepultar el cuerpo de Cristo.
La sepultura de Jesús fue, pues, una sepultura real. Compárese 2 Crón. 16:14, Jesús fue sepultado como el rey Asa.
19:40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. -- Parece que hubo acuerdo entre José y Nicodemo, pues José se encargó del sepulcro y de los lienzos (Mar. 15:46, "compró una sábana") y Nicodemo de las especias.
19:41 Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. -- De esa manera no habría problema alguno en cuanto a la identidad de quien resucitara. Había sepulcros familiares (compárese la cueva comprada por Abraham), pero Jesús fue sepultado en un sepulcro nuevo y El solo estaba sepultado allí. Estos son detalles significativos. En su providencia divina Dios dirigía todo aspecto y todo paso de este asunto, para manifestar de la manera más clara y precisa que en realidad Jesús murió por nuestros pecados, que la misma persona que crucificado fue sepultado, y que la misma persona que murió en la cruz y fue sepultado en el sepulcro de José de Arimatea resucitó de entre los muertos al tercer día.
19:42 Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. -- Fue necesario completar la sepultura antes de la puesta del sol, que sería el comienzo del día de reposo.
Mateo agrega otros detalles importantes que tenían el propósito de evitar toda sospecha de engaño: "Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces (1) ellos fueron y aseguraron el sepulcro, (2) sellando la piedra y (3) poniendo la guardia" (Mat. 27:62-66).