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!!BIENBENIDOS!!!

El Ministerio Cristiano Israel nace en el corazón de Dios hace algun tiempo despertando una necesidad tremenda en el estudio de la palabra, con mis comienzos en el estudio de la palabra a los 18 años de edad. Desde entonces he tenido un vivo deceo de llevar la palabra de Dios a las naciones.

Hoy quiero invitarte a conocer profundamente el mensaje de nuestro Señor a las naciones como así también profundizar tus conocimientos sobre su vida, persona, poder, magnificencia, reino, Amor, fidelidad, misericordia, etc... Aquí podrás conocer la historia de Israel en sus comienzos en el A.T como también en el N.T el proceso del nuevo pacto que nos permitio acceder a sus promesas.

Espero que sea una fuente rica para el conocimiento verdadero de sus verdad.

"EL TEMOR DEL SEÑOR ES EL PRINCIPIO DEL CONOCIMIENTO; LOS NECIOS DESPRESIAN LA SABIDURIA Y LA DISCIPLINA". PROVERVIOS CAP 1:7.

Estudio sobre Nínive

Nínive

Ya se ha indicado que Asur fue la primera capital y que Nínive fue la capital más tarde, durante el período de gloria del imperio. Nínive era de tanta gloria e importancia que frecuentemente se hablaba de ella como refiriéndose al imperio entero. Debemos saber de la ciudad que fue el centro de influencia de una nación que causó tanta dificultad a Israel, y que ocupa un lugar tan grande en las narraciones de la Biblia.
La ciudad fue fundada por Asur o Nimrod, un famoso cazador, 3000 a. de J.C.
(Génesis 10:11). Estaba situada en la ribera oriental del río Tigris al lado opuesto de la ciudad actual de Mosul, a unos 402 Kms. al norte de Babilonia y a
885 Kms. del golfo Pérsico. Era un pueblo pequeño sin importancia, hasta que fue ensanchado por Ninus II por el año 1230 a. de J.C.; entonces se constituyó en la ciudad más grande del mundo. Su gloria más grande la adquirió durante el reinado de grandes reyes tales como Senaquerib, Esarhadón, Assur-bani-pal, Salmanasar, y Tiglath-Piliser V.
Era oblonga, con unos 96 ó 112 Kms. de perímetro. El gran muro que la protegía era de 30 ms. de alto, y tan ancho que sobre él podían transitar tres carrozas lado a
lado. Sobre su muro había 1500 torres de 60 ms. de alto. Los muros probablemente cercaban grandes parques y campos, así como también los edificios de la ciudad. Senaquerib dijo que la ciudad en los tiempos antiguos tenía un perímetro de 9.300 codos, pero que él añadió 12.515 codos y edificó un gran muro de 30 ms. de alto, cuyo fundamento descendía hasta el nivel del agua. Quizá gran parte de la ciudad estaba afuera de este muro, y es probable que varias ciudades cercanas como Cala
(Génesis 10:12) y Dursargina, que eran dominadas por Nínive frecuentemente, hayan sido incluidas en las descripciones de ella.
En el libro de Jonás se describe Nínive como una gran ciudad de "tres días de camino", también se nos dice allí (Jonás 4:11) que había en la ciudad 120.000 personas que no distinguían su mano derecha de la izquierda. Si esto se refiere a niños, como piensan la mayor parte de los estudiantes de la Biblia, la población habría sido por lo menos de 600.000 habitantes. En una ocasión el ejército de Nínive o Asiria excedía en número al de sus enemigos, que tenían 3.000.000 de infantería, 500.000 de caballería y 2.000 carrozas.
Ya se ha mencionado que esta gran ciudad fue completamente destruida y nada queda ahora sino ruinas. Entre estas ruinas están los restos de un número de templos edificados y restaurados por varios reyes, los palacios de varios de estos reyes, porciones de los muros de la ciudad, un obelisco esculpido con referencias a Siria e Israel, y dos grandes baluartes, uno de 29 ms. de alto, que cubre 40 hectáreas; el otro de 30 ms. de alto, cubre 16 hectáreas.
Anotamos aquí, sin ningún esfuerzo por agruparlos ni clasificarlos, los siguientes pasajes de las Escrituras, tomados de libros históricos y proféticos que tienen que ver con el país, su capital, sus reyes y generales, sus empresas y, especialmente, incidentes que se refieren a Israel.
Su fundación, Génesis 10:11.
Manahem, rey de Israel, dio 1.000 talentos de plata y 50 ciclos de oro a Pul o
Tiglath-Pileser, para que se retirase de Israel, 2 Reyes 15:17-22.
Acaz, rey de Judá, se sometió voluntariamente a Tiglath-Pileser, rey de Asiria y le dio los tesoros de la casa de Dios. Asiria conquistó a Damasco y salvó a Judá del poder de Siria, 2 Reyes 16.
Salmanasar V, rey de Asiria, conquistó Samaria e hizo rey a Oseas, uno de sus súbditos. Cuando este se sublevó y conspiró con Só, rey de Egipto, en contra del rey de Asiria (probablemente Sargón). Este capturó Samaria y llevó cautivo a Israel a Asiria, y trajo extranjeros a Samaria para gobernarla, 2 Reyes 17:1-18;
Isaías 20:1; Miqueas 5:5, 6; Esdras 4:2.
Senaquerib invadió a Judá y tomó ciertas ciudades, y después de recibir regalos de Ezequías, rey de Judá, sitió Jerusalén. Después de las amenazas y las palabras jactanciosas de Rabsaces, Dios obró de una manera especial matando a 185.000 de sus soldados. Entonces Senaquerib volvió a Nínive y fue matado, 2 Reyes
18:13-19:37; Isaías 36, 37.
Ezequías confió en la ayuda de Egipto en contra de Asiria, 2 Reyes 18:21;
Isaías 30:1-7; 31:1-3; 36:4-6.
La destrucción de Asiria y Nínive profetizada. Nahúm 1-3; Sofonías 2:13-15. Jonás predica y Nínive se arrepiente, Libro de Jonás.
Jesús se refiere a ella, Mateo 12:39-41.
Referencias especiales: Jonás 1:2; 2:2-7; 3:3; 4:11; Nahúm 1:8; 2:6; 3:18;
Isaías 37:37; 2 Reyes 19:36.

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Estudio sobre Isaac

ISAAC

= «risa».
El hijo de Abraham y Sara nacido probablemente en Beerseba (Gn. 21:14, 31) cuando su padre tenía 100 años y su madre algo más de 90 (Gn. 17:17; 21:5).
Cuando Dios dio la promesa de que Sara tendría un hijo, Abraham, incapaz de creerlo, se puso a reír (Gn. 17:17-19). Más tarde, al oír la misma promesa dada por un extraño que se había detenido en sus reales, Sara se rió también de incredulidad (Gn. 18:9-15). Después del nacimiento del niño, reconoció gozosa que Dios le había dado motivos para reír, tanto a ella como a sus amigas, pero con risa de alegría (Gn. 21:6). Como recuerdo de estos acontecimientos, Abraham lo llamó Isaac, «él ríe» (Gn. 21:3).
Fue circuncidado al octavo día (Gn. 21:4).
Isaac, el hijo de la promesa y heredero legítimo, gozaba de mayores privilegios que Ismael, hijo de Abraham y de la esclava (Gn. 17:19-21; 21:12; 25:5, 6).
Dios sometió a Abraham a prueba respecto a Isaac, ordenándole que lo ofreciera en holocausto (Gn. 22:6). Según Josefo, Isaac tenía entonces 25 años. Isaac no se resistió, por respeto a su padre y a Dios. El ángel del Señor intervino, impidiendo el sacrificio en el momento en que iba a ser llevado a cabo, y Abraham halló allí un carnero, que ofreció en lugar del joven. Son varias las lecciones que se desprenden de este hecho. En primer lugar, Dios no consintió la consumación de un sacrificio humano. Los cananeos y otras naciones idolátricas los llevaban a cabo, pero Dios manifiesta su horror ante tales prácticas, y las condena severamente (cfr. Lv. 18:21; 20:2; Dt. 12:31). Pero hay también otras dos lecciones que se pueden ver en este pasaje. En primer lugar, la prueba de la fe de Abraham. Dios había prometido a Abraham una numerosa posteridad que le vendría por Isaac; por otra parte, su hijo debía ser ofrecido en holocausto. La sencilla conclusión de Abraham fue que su hijo resucitaría (cfr. He. 11:17-19). Pero, lo más importante, es que Isaac es un tipo de la Cruz. El hijo único, amado, tanto tiempo prometido y esperado, es ofrecido en Moria (cerca del Calvario, Gn. 22:2; 2 Cr. 3:1). Él, consciente libremente de su muerte, lleva la madera del suplicio, se dirige hacia el suplicio con su padre, que extiende la mano él mismo para darle muerte (Is. 53:4, 6, 10). Isaac, salvado por la ofrenda cruenta de un sustituto (el carnero), es devuelto a Abraham por una resurrección «en sentido figurado» (He. 11:19). Jesucristo cumplió totalmente este tipo, muriendo verdaderamente como nuestro sustituto, sufriendo el castigo de Dios, siendo restituido al Padre mediante una verdadera resurrección.
Isaac habitaba en el Neguev (Gn. 24:62), y era amante de la soledad. Sufrió hondamente la muerte de su madre (Gn. 24:63, 67). Se casó a los 40 años, pero no fue hasta los 60 que tuvo hijos de su mujer Rebeca (Gn. 25:20, 26). El relato de la expedición del mayordomo de Abraham, comisionado por éste para que consiguiera una esposa para Isaac (Gn. 24), es una de las más bellas páginas de las Escrituras. Constituye un tipo del Padre enviando al Espíritu Santo a buscar Esposa (la Iglesia) para el Hijo (cfr. L. S. Chafer: Teología Sistemática, «Eclesiología», tomo II, PP. 143-146). Además, arroja mucha luz sobre las costumbres de aquellos tiempos, y está lleno de colorido y vivacidad.
La debilidad de Isaac hacia Esaú, sabiendo que Jacob había sido elegido por Dios para heredar la bendición (Gn. 25:21-26), le acarreó una gran tristeza: verse privado durante muchos años de la presencia de su hijo Jacob, y conocer el odio tomado por Esaú hacia su hermano.
Por orden de Dios, Isaac no descendió a Egipto en una época de hambre (Gn. 26:1). Tuvo conflictos con los filisteos, que moraban en Gerar (Gn. 26:6-30) en su búsqueda de pozos para sus ganados. Después del retorno de Jacob, ya reconciliado con Esaú, pudo ver a su hijo y su descendencia, cuando habitaba en Arba (Hebrón). Allí murió a los 180 años de edad, siendo sepultado por sus hijos (Gn. 35:27-29).
El NT alude a Isaac, el hijo de la promesa (Gá. 4:22, 23), declarando que él manifestó su fe durante su vida de nómada, morando en su tienda, y bendiciendo a Jacob y a Esaú «respecto a cosas venideras» (He. 11:9, 20).
Las cartas de Nuzu, descubiertas en un lugar cercano a la moderna Kirkuk entre 1925 y 1941, no solamente ilustran la vida y las costumbres de los patriarcas, sino que dan ejemplos semejantes al nacimiento de Ismael (Gn. 16:1-6). El código matrimonial de Nuzu estipulaba que una mujer estéril debía dar a su marido una esclava como concubina. Si esta esclava tenía un hijo, éste no podía ser despedido. Esto explica la mala disposición de Abraham a despedir a Ismael cuando Sara se lo pidió. Esta demanda era contraria a la costumbre; y Abraham no cedió más que ante la intervención de Dios, con su promesa formal igualmente dada a Ismael (Gn. 21:9-13).

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Estudio sobre Ur

Ur

Ur viene de Uru, una ciudad antigua de la parte extrema del sur de Caldea babilónica. El nombre que lleva hoy es Mugayyer, y no es de mucha importancia. Estaba situada al lado oeste del río Éufrates, como a 217 Kms. al sudoeste de Babilonia. Era una ciudad grande y próspera, centro de rutas terrestres y marítimas. Su historia puede ser trazada hasta 3000 a 4000 años a. de J.C. En aquellos tiempos era un centro famoso de adoración a la diosa luna, Sin, también llamada Nanna.
Las ruinas fueron descubiertas por Taylor en 1853. Ahora está bajo el dominio de un jeque árabe. En años recientes se hizo una extensa investigación en las ruinas de la ciudad, y mucho ha sido descubierto para apoyar el relato bíblico. Sin duda todavía quedan muchos tesoros por ser descubiertos.
Nos interesa a nosotros por dos razones: fue el primer lugar donde vivió Abraham, el cual dijo Esteban que se encontraba en Mesopotamia (Hechos 7:2-4); y fue el lugar donde Abraham con Taré, su padre, y otros miembros de su familia salieron para buscar un nuevo hogar en Canaán. Génesis 11:28-32; 12:1; 15:7;
Nehemías 9:7. Era el centro de la idolatría de aquel tiempo.
Interés Bíblico
El principal interés bíblico respecto a Babilonia se basa en dos hechos: (1) el origen de Abraham, que se traza a Ur, una de las ciudades más viejas de Babilonia; (2) el hecho de que fue la tierra del cautiverio de Israel y, por consiguiente, vino a ser para Israel un segundo hogar donde muchos se establecieron permanentemente. Babilonia se menciona 250 veces en la Biblia. Hay muchas referencias a ella en los libros históricos, y muchas veces es el tema de las profecías, especialmente en
Isaías, Jeremías, Daniel y Habacuc. Las siguientes referencias mostrarán algo de la importancia que el lugar tiene en las crónicas bíblicas.
Comenzada por Nimrod, Génesis 10:10. La torre de Babel, Génesis 11:1-9.
Amrafel, rey de Sinar, ayudó a capturar a Lot, Génesis 14:1 y siguientes. Famosa por su manufactura (Josué 7:21); como centro de sabiduría (Daniel
2.12; 4:6); como un centro comercial (Isaías 43:14; Ezequiel 17:4); por su grandeza (Daniel 4:30).
Ezequías mostró sus tesoros a los embajadores del rey de Babilonia (2 Reyes
20:12-18; 2 Crónicas 32: 27-31).
Los babilonios pusieron ídolos en Israel después del cautiverio (2 Reyes 17:30, 34).
Ellos llevaron a Judá al cautiverio – tres invasiones abarcando veinte años (2 Reyes
24-25; 2 Crónicas 36; Jeremías 39, 52; Mateo1:11, 12, 17; Hechos 7:43). Los profetas hablaron en contra de ella (Isaías 13, 14, 47; 21:1-10; 48:14, 20; Jeremías 50-51).
Derrotada por Darío (Daniel 5:31).
Judá vuelve del cautiverio profetizado (Isaías 48:20 en adelante), llevado a cabo bajo Zorobabel (Esdras 1- 2), bajo Esdras (Esdras 7-8), bajo Nehemías
(Nehemías 1-2).
Usado en un sentido místico o simbólico (1 Pedro 5:13; Apocalipsis 14:8;
16:19; 17-18).
Sinar usado como equivalente a Babilonia (Isaías 11:11; Daniel 1:2;
Zacarías 5:11; Miqueas5:6).

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Estudio sobre Abraham

ABRAHAM

(ABRAM) = «Padre de elevación».

Su nombre fue alterado por Dios, que lo llamó ABRAHAM. No se conoce una explicación etimológica del cambio de Abram a Abraham. El texto comenta así este cambio: «porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes». En este nombre (Abraham) se asegura la bendición de los gentiles.
La familia de Abraham moraba en Ur de los caldeos, y eran todos idólatras (Jos. 24:2). Con el paso del tiempo, las naciones, descendientes de Noé, habían dado la espalda al conocimiento de Dios, y Dios, en consecuencia, los había entregado a una mente reprobada; en el desarrollo del sistema pagano, se pervirtieron y oscurecieron muchas verdades originalmente transmitidas por la línea de los antiguos patriarcas, y se pervirtieron todas las relaciones naturales que Dios había creado (Ro. 1:18-32).
De este estado de cosas, Dios llamó soberanamente a Abram a que dejara no solamente la nación idolátrica a la que pertenecían sus antepasados, sino también a su familia y a la casa de su padre. Debía dirigirse a una tierra que Dios le mostraría. Por su respuesta de fe, vino a ser el padre de los creyentes, y el amigo de Dios.
1. Su vida.
Contaba con 75 años de edad cuando recibió la palabra de dirigirse a Canaán (Gn. 12:4), y la promesa de que los que le bendijeren serían bendecidos, y malditos los que le maldijeren; y que en él serían benditas todas las familias de la tierra (Gn. 12:3). En Ur de los Caldeos se había casado con Sarai. Fue después de la muerte de su hermano Harán que Abram partió de Ur con su esposa; partió para Harán; obedeció sólo parcialmente al principio, por cuanto salió con su padre y su sobrino Lot, y permaneció varios años en Harán, hasta la muerte de su padre. A partir de entonces, parece que Abram empieza a obedecer. Dios le repite la orden en Harán. Pero otra vez su obediencia no fue total, pues se llevó consigo a Lot. No será hasta la separación de Lot que empezarán a cumplirse las promesas dadas a Abram (Gn. 13:14).
Se desconoce si Abram fue el primogénito de Terá, aunque es citado el primero en la lista entre sus hermanos (Gn. 11:26-27). Es posible que este primer lugar le haya sido dado por su llamamiento, como padre del pueblo escogido.
De Harán a Canaán había la ruta de Damasco, que muy posiblemente tomara Abram al dirigirse al sur. Tenía 75 años al salir de Harán, y habitó 10 años en Canaán antes de tomar a Agar como concubina (Gn. 16:3); cuando Agar tuvo a Ismael, Abram tenía 86 años (Gn. 16:16). En consecuencia, el viaje de Harán a Canaán duró menos de un año.
Durante los primeros diez años de sus peregrinaciones en Canaán, Abram plantó sus tiendas en Siquem, donde Dios le prometió aquella tierra para su descendencia. Allí edificó un altar a Jehová. Pasó después a Bet-el, donde erigió otro altar, invocando el nombre de Jehová (Gn. 12:6-8). Se desató un hambre, y Abraham descendió a Egipto, donde, temiendo por su vida, y faltándole la fe entonces, dijo que Sarai era su hermana; por su belleza, fue llevada a la casa del Faraón, pero Dios la protegió, y Abraham y Sarai fueron expulsados de Egipto después de una reprensión (Gn. 12:10-20). Volvió a Canaán, y plantó de nuevo sus reales en Bet-el, ante el altar que había erigido antes (Gn. 13:3). Visto el gran incremento de sus riquezas en ganado, surgieron riñas entre sus pastores y los de Lot, por lo que decidieron separarse. Abraham cedió a Lot el derecho de elegir a dónde dirigirse (Gn. 13:9), y éste eligió el valle del Jordán (Gn. 13:11). Abram entonces puso sus reales en el encinar de Mamre, en Hebrón (Gn. 13 :18), declarando Jehová que le daría toda la tierra que podía ver, a él y a su innumerable descendencia (Gn. 13:14-17).
Abram moró en Mamre al menos 15 años, quizá 23 o 24. Había entrado en alianza con unos príncipes amorreos (Gn. 14:13). Junto con ellos, Abram emprendió una expedición guerrera contra Quedorlaomer y otros reyes coligados con él; éstos habían invadido Sodoma y Gomorra, y las habían saqueado, y se habían llevado cautivos a sus habitantes, incluyendo a Lot. Después de su victoria sobre estos reyes y la liberación de Lot y de todos los demás, Abram rehusó tomar ni un hilo del despojo que le ofrecía el rey de Sodoma; no quería enriquecerse de tal procedencia (Gn. 14:23); pero recibió la bendición de Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió con pan y vino a recibirle: a él le dio Abram diezmos de todo. Dios se le reveló ahora como su escudo y gran galardón.
Lamentándose Abram de su falta de descendencia, Dios le confirma la promesa (Gn. 15:5). "Y [Abram] creyó a Jehová, y le fue contado por justicia". Ésta es la primera mención de la fe. A su pregunta de cómo iba a saber él que iba a poseer la tierra, Dios dispuso con él un pacto con sacrificio, como era la costumbre en Oriente (Gn. 15:9-10). Sin embargo, este pacto no fue confirmado por las dos partes, sino únicamente por Dios (Gn. 15:17-21) al ser solamente Dios, bajo la apariencia de una antorcha de fuego, quien pasó entre los animales divididos, habiendo quedado Abram sobrenaturalmente postrado. Así, Dios se ligó incondicional y unilateralmente a Abram por este pacto.
También se le dijo a Abram que su descendencia moraría en tierra ajena, donde sería afligida durante 400 años.
Por sugerencia de Sarai, toma a su criada Agar, cohabitando con ella, y teniendo de ella un hijo, Ismael. Esto según las costumbres de la tierra (
véase Gn. 16:2; cp. Gn. 30:3). Sin embargo, 13 años después la promesa se verificaría. Los esfuerzos del hombre, tratando de cumplir por si mismo la promesa, no cambian en absoluto el plan de Dios. Tenemos aquí una figura de la ley, esto es, el intento del hombre de conseguir la bendición mediante sus propios esfuerzos.
Dios se reveló luego a Abraham, ya de 99 años de edad, como «el Dios Todopoderoso», nombre que indica que los recursos se hallan en el mismo Dios. Entonces cambió su nombre de Abram por el de Abraham, debido a que iba a ser el padre de muchedumbre de gentes, o naciones. Jehová, renovando su pacto con Abraham, le prescribió el signo de la circuncisión (que es una figura de la no confianza en la carne), y que puso en práctica en el acto. También cambió Jehová el nombre de Sarai por el de Sara, porque iba a ser una princesa, e iba a tener un hijo (Gn. 17).
Abraham acogió a tres visitantes. Dirigiéndose dos de ellos a Sodoma, el tercero (Jehová) dijo: «¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?» Según Jn. 15:14, 15, aquí tenemos la clave de que Abraham sea llamado «el amigo de Dios» (2 Cr. 20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23). Dios le reveló Sus propósitos, y Abraham se vio con libertad para interceder por los justos en Sodoma, si los hubiera, en un número que va reduciendo hasta 10, pero como no los hay, Sodoma es destruida, y sólo Lot y sus hijas escapan al ser sacados de la ciudad por los ángeles (Gn. 18,19).
Al cabo de unos 15 años, durante la infancia de Isaac, en Gerar, nuevamente Abraham hace pasar a Sara por hermana suya. Por intervención de Dios se evita que la inclusión de Sara en el harén del rey de Gerar lleve al pecado, y Abraham es de nuevo reprendido, esta vez por Abimelec (Gn. 20:2).
Nace Isaac (Gn. 21:2), y surge un conflicto entre el que era tipo de la carne (Ismael) y el que era tipo del hombre espiritual (Isaac). Ismael es descubierto incomodando a Isaac, y Agar e Ismael son expulsados (Gn. 21:9-21; cp. Gá. 4:22-31). Después de varios incidentes con los hombres de Abimelec acerca de pozos abiertos por Abraham, hacen un pacto, y Abraham llama a su pozo Beerseba (Gn. 21:31), «pozo del juramento».
Habiendo ya crecido Isaac (el historiador judío Flavio Josefo le supone una edad de 25 años), Dios prueba la fe de Abraham; le ordena que se lo ofrezca en holocausto. Abraham obedece, y si no hubiera intervenido la mano de Dios, hubiera dado muerte a su hijo, creyendo «que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos» (He. 11:19). Después de la muerte y resurrección en figura de Isaac, se confirma a Abraham la promesa incondicional de que en su simiente (que es Cristo) serán benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 22:18; Gá. 3:14-18). Si alguno es de Cristo, simiente de Abraham es, y heredero, conforme a la promesa. Y esta promesa es firme a toda la simiente, no solamente a la que es de la ley, sino a la que es de la fe de Abraham, que es padre de todos nosotros los que creemos. (Ro. 4:16.)
20 años después, Sara muere a la edad de 127 años. Abraham era tan totalmente un peregrino, que tiene que comprar un terreno de los hijos de Het para tener un sepulcro en la tierra (Gn. 23). Se tomó gran cuidado en que Isaac no contrajera matrimonio con las hijas de los cananeos, enviando a su siervo (posiblemente Eliezer) a su propia familia para conseguir una esposa para Isaac, convencido de que Dios enviaría a Su ángel, y daría éxito a la misión, que resultó en que Rebeca vino a ser la esposa de Isaac (Gn. 24). Abraham pasó alrededor de 38 años en el Negev, después de la muerte de Sara, y se informa que tuvo otra esposa, Cetura, y varias concubinas, de las que tuvo hijos; a ellos les dio dones, y los envió al Oriente, para que Isaac pudiera morar pacíficamente en la tierra prometida (Gn. 25). Murió a la edad de 175 años, y fue enterrado con Sara, en la cueva de Macpela.
2. Su fe.
La religión en la baja Mesopotamia, en el período histórico, es muy compleja y desarrollada, apartándose de religiones tan degeneradas como el fetichismo, animismo, totemismo. En el panteón de los dioses de Mesopotamia se hallan los dioses del mundo, las divinidades astrales, los dioses de la naturaleza, y los dioses nacionales. El culto usaba templos, zigurats y un cuerpo sacerdotal, e incluía magia, astrología y adivinación. Toda esta religión está centrada en una mitología poética.
Sin embargo, la religión de Abraham es totalmente diferente. Abraham creía en un Dios todopoderoso (Gn. 17:1), eterno (Gn. 21:33) y Altísimo (Gn. 14:22); Señor y Creador de los cielos y de la tierra, dueño real y legítimo de toda la creación (Gn. 24:3), Juez justo, administrador del mundo (Gn. 18:25). Abraham creyó a Jehová, al Dios único que le había llamado (Gn. 15:6; cp. Ro. 4:3; Gá. 3:6); y lleno de fe en El, obedeció, adoró y mantuvo la honra a su Dios.
Para fortalecer la fe de Abraham, Dios empleó dos medios:
a) Se le reveló de manera personal a fin de que, mediante tal revelación, Abraham aprendiera a conocerle (Gn. 12:1-3; 13:14-18; 15; 17:1-21).
b) Puso en acción la fe de Abraham, poniéndole en circunstancias en las que iba a tener que ejercitarla. Como ejemplo de ello, podemos ver la rotura de sus vínculos nacionales y familiares; las épocas de hambre y de riqueza; de lucha y de poder; la ansiosa espera del heredero, y la prueba suprema de la fe, por la que Abraham fue llamado a sacrificar a Isaac, el heredero de las promesas, su hijo tan amado.
3. El pacto.
Toda la vida de Abraham se centra en el pacto que Dios celebró con él; y es de tal importancia que supera al pacto en Sinaí (Gá. 3:15-18). El pacto en Sinaí tenía que ver con Israel; la promesa a Abraham con «todas las familias de la tierra», incluyendo también, ciertamente, la promesa de la tierra a su descendencia física a través de la línea de la promesa a perpetuidad, por cuanto Israel iba a ser instrumento de salvación (cp. Gn. 12:3; Is. 49:7). Suspendida ahora en cuanto a Israel por la desobediencia de la nación, verá su cumplimiento final cuando en la restauración de todas las cosas, en los tiempos mesiánicos, Israel, convertida a Cristo, será reinjertada, siguiendo el símil del apóstol Pablo, a las prerrogativas del pacto (Ro. 11).
4. Tipología.
La historia de Abraham en Génesis se divide en tres secciones:
a, caps. 12-14, su vida y testimonio público, como llamado por Dios;
b, caps. 15-21, su andar privado y doméstico con Dios, ilustrando el crecimiento del alma;
c, en los caps. 22 a 25 tenemos en tipo una secuencia profética de acontecimientos: el sacrificio de Cristo (cap. 22); la puesta a un lado de Israel por un tiempo (cap. 23); el llamamiento de la novia (cap. 24), y el final establecimiento de las naciones en bendición al final de los tiempos (cap. 25).
5. Conclusión.
Abraham fue padre de Ismael, Madián y de muchos otros grupos orientales. No es de asombrarse que grandes multitudes lo aclamen como padre en aquel inmenso territorio del mundo, y que haya numerosas tradiciones con respecto a él. Su vida es para el cristiano digna de la más profunda atención, en vista de las maneras en que Dios se le reveló, en vista también de la formación de su carácter bajo las circunstancias en que Dios lo probó. También es digno de mucha atención como tipo de la vida del cristiano como peregrino y extranjero en esta tierra, buscando, como Abraham antaño, «la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y constructor es Dios» (He. 11:9-10).
6. Su historicidad.
Los críticos destructivos han atacado la historicidad de la vida de Abraham con la peregrina razón de que no se hallan textos extrabíblicos de aquella época que apoyen la credibilidad de los escritos bíblicos. Sin embargo, el procedimiento correcto ya para los escritos meramente históricos, es su concordancia interna con el contexto histórico, arqueológico y documental de la época. Albright, una de las máximas autoridades en arqueología del Antiguo Testamento, ya en el año 1926, demostró que la evidencia arqueológica concuerda con la pauta de vida afincada en ciudades y aldeas en los montes de Palestina en el período exigido por la Biblia para la época de los patriarcas, alrededor de 2.000-1.800 a.C. En todo caso, el centro de Canaán estaba punteado por ciudades, y toda la evidencia arqueológica sirve de espléndido marco para la narración bíblica, cosa bien difícil si todo ello hubiera sido invento de un redactor en el período del exilio o postexílico, como pretenden los críticos. Además, los recientes descubrimientos de Ebla (Telí Mardikh), investigada por Paolo Matthiae y Giovanni Pettinato, dan adicional e importante evidencia no sólo de las condiciones históricas, sociales, lingüísticas y culturales de la época patriarcal, sino que se ha conseguido evidencia escrita, anterior a Abraham, de la existencia de las cinco ciudades de la llanura: Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim y Bela (cp. Gn. 14:2), tenidas por los críticos durante muchos años como creaciones legendarias o semilegendarias de algún escriba del periodo babilónico. Además, también se ha conseguido evidencia del uso del nombre de Canaán para la tierra de Palestina; los críticos no creían que hubiera sido aplicado en fecha tan temprana. No hay razón alguna para rechazar la historicidad de los tempranos capítulos de la Biblia; no hay evidencia alguna en contra de ellos, aunque sí muchos ataques gratuitos, y toda la evidencia concuerda armónicamente con los registros bíblicos.

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Estudio sobre Babilonia

Babilonia
Territorio
Originalmente Babilonia consistió del territorio que se extiende desde el Golfo Pérsico hasta la latitud 340 norte, y estaba situada entre los ríos Tigris y Éufrates. Al norte sus fronteras eran Asiria y Mesopotamia, al este Elam, del cual estaba separada por montañas; al sur por el Golfo Pérsico, y al oeste por el desierto de Siria o árabe.
De tiempo en tiempo Babilonia gobernó a casi todo el mundo. Conquistó a Nínive y a toda Asiria del Norte y, en rápida sucesión, cayeron bajo su poder Asiria del Sur, y los estados vasallos de Armenia, Palestina, Siria y Egipto. Estaba cubierta por una red de canales que daban gran fertilidad a la tierra, dio prosperidad maravillosa al país, hizo posible el mantenimiento de una población muy numerosa.
Historia
En un época u otra, y por diferentes personas, Babilonia fue designada por tres nombres.
En las referencias bíblicas más antiguas se llamaba Sinar, Génesis 10:10; 14:1. El nombre probablemente se derivó de Sungir o Sugir. En este territorio estaban
Babel, Erec, Acad y Calne, las ciudades que fueron el principio del reino de Nimrod
(Génesis 10:10). El nombre Babilonia fue tomado de la ciudad principal, Babilón, y es la forma griega del hebreo Babel y de la semítica Bab-ilu que significa
"Puerta de Dios". Este lugar era también conocido por los hebreos como Erez Kasin. Una variación de Kaldu, de donde viene la palabra griega Caldea, el nombre por el cual fue conocida toda la tierra durante el período griego.
Se dice que la antigua Babilonia fue fundada por Nimrod, un descendiente de Cam
(Génesis 10:10), probablemente un corto tiempo después del diluvio. Omitiendo algunas fechas esparcidas que se remontan de 6000 a 8000 a. de J.C., su historia se puede dividir en cuatro períodos bien definidos.
(1) El período de las pequeñas ciudades estados, cerca de 4500 a. de J.C. Había seis ciudades en el norte habitadas por gente no semita, y seis en el sur compuestas por gente semita.
(2) Período de expansión, 3800 a 2100 a. de J.C. El rey más grande Sargón de Argade (Acad, como se usa más comúnmente ahora), quien conquistó la mayor parte de Asia occidental incluyendo Palestina, y fundó la gran biblioteca de Babilonia. Fue la primera civilización que llegó a ser una fuerza vencedora en todo el mundo semita.
(3) El período de supremacía, de 2100 a cerca de 1700 a. de J.C. se pensaba que Amurabi, era el Amrafel de Génesis 14:1-9. Ahora se niega que sea, pues se cree que Amurabi vivió más tarde (1728-1686 a. de J.C.). Amurabi fue el rey más grande de su período. Desarrolló el comercio del país, edificó un canal que conectaba los ríos Tigris y Éufrates, e hizo muchas otras cosas notables. Se le conoce mejor por su extraordinario código de leyes.
(4) El período de decadencia, de 1700 a. de J.C. hasta la derrota de Belsasar en
538 a. de J.C.
Este último período está marcado por muchas rebeliones, declinaciones y resurgimientos. Fue derrotado por los kasitas y luego conquistado por los asirios cerca de 1100 a. de J.C. Más tarde ganó fuerza suficiente uniéndose con los medos para derrotar Nínive, y se convirtió en el imperio más fuerte del oriente. Fueron edificados templos, las ciudades fueron fortalecidas y el territorio engrandecido de tal manera que fue considerado soberano hasta la frontera meridional de Palestina. Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo tres incursiones durante los años 607, 597 y
587 a. de J.C., conduciendo a Judá al cautiverio, donde los judíos permanecieron hasta que Ciro venció a Babilonia en 538 a. de J.C.
En aquellos tiempos primitivos Babilonia sobresalió como representante de la cultura, la civilización y la literatura y tenía absoluto poder en la religión.
La Religión
La religión de Babilonia al principio parece haber sido una creencia animista. Creían que todo lo que se movía tenía vida o espíritu. Junto con esta creencia había otra en los espíritus, que para ellos estaban relacionados con los muertos, y se hacían demonios nocturnos y ejercían una influencia terrible sobre los hombres, por lo cual debían ser expulsados con toda clase de magia. Naturalmente cada centro y ciudad pronto tenía su deidad, generalmente asociada con algún gran fenómeno natural. El sol y la luna fueron los más prominentes entre estos dioses.
Los babilonios nunca abandonaron el politeísmo. No tenían la idea de un Dios personal, justo y santo, que amaba la justicia y odiaba el pecado. Tenían un dios del mundo, o rey de la tierra; un dios de las profundidades; un dios de los cielos; un dios del averno; incluyendo la plaga y la fiebre; un dios de la vegetación, de la sanidad y de las guerras; un dios de la fertilidad y del amor, e innumerables otros dioses.
Todos adoraban algún ídolo. Creían en una existencia después de la muerte, que en la mayor parte era una vida muy triste. Las almas de los muertos moraban en cuartos oscuros en medio del polvo y de murciélagos, y su habitación era llamada "la tierra sin retorno".
Condiciones de Actualidad
Hoy día no hay nada de importancia que haya quedado de esta antigua y poderosa civilización. Sin embargo, hay muchas ruinas que los arqueólogos han procurado identificar con la torre de Babel de Génesis 11. Más exploraciones sin duda darán más luz sobre muchos asuntos de interés. Ahora no se puede decir que allí haya civilización; ni tiene conexión con el mundo de hoy.
Ciudad de Babilonia
Desde el tiempo de Amurabi (1728-1686 a. de J.C.), la capital del imperio babilónico era Babilonia. El nombre significa "Puerta de Dios" o "puerta de los dioses". Fue edificada a ambos lados del río Éufrates, como 321 Kms. antes de unirse al Tigris; a 483 Kms. del golfo Pérsico; y 96 Kms. al suroeste de la moderna ciudad de Bagdad. Las dos secciones de la ciudad estaban comunicadas por un túnel bajo el río y por un puente. Actualmente tiene el río en ese lugar cerca de 183 ms. de ancho, con una profundidad de 5 ms.
Hemos recibido varias descripciones de la ciudad, algunas de ellas por aquellos que declaran que fueron testigos oculares de la gloria de Babilonia. Según Heródoto, el plano de la ciudad era un cuadro de 22 Kms. por lado. Dice que un muro de 95 ms. de alto, 26 ms. de espesor y 90 Kms. de largo cercaba la ciudad entera, y que este gran muro estaba rodeado con fosos anchos y hondos, llenos de agua para impedir vías de acceso a cualquier enemigo.
La ciudad era famosa por sus grandes edificios; notables entre ellos eran: (1) El palacio de Nabucodonosor. Este era un inmenso grupo de edificios, que se creía popularmente que tenía más de 9.656 ms. de circunferencia. (2) Los jardines colgantes, cuyo renombre ha sido proclamado por todo el mundo. Fueron construidos por Nabucodonosor para complacer a la reina Amitis, quien añoraba sus montañas natales. Tenían una altura de 23 ms., con suficiente profundidad de tierra para sostener los más grandes árboles. Cada jardín medía poco más de 120 ms. y todos juntos cubrían 13 hectáreas, pero la superficie que contenía estos jardines era más grande todavía.
El agua para regar los jardines se sacaba del río por medio de un aparato en forma de tornillo. (3) Dos grandes Templos. El primero, el templo de Esag-ila o Belus, pero mejor conocido como el templo de Marduk, estaba situado en la ribera del río Éufrates. Este templo era una inmensa pirámide o torre, y medía 183 ms. 2 de base por 146 ms. de alto. Tenía una subida tortuosa alrededor de él, y en la cima había una capilla destinada a un dios. El segundo era el templo de Nebo, llamado por los habitantes "la casa de la eternidad". El templo estaba situado en Borsippa. Parte de sus ruinas todavía existen, bajo el nombre de Biro-Nimrod, o la torre de Nimrod. Ambos templos eran de siete pisos.
Algunos piensan que ya existían estos templos antes de la torre de Babel
(Génesis 11:1-9). Estas y otras cosas hicieron de Babilonia el centro de la gloria y la perversidad de todo el mundo.

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